Caída de bici (Étienne Davodeau)

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Caída de bici (Étienne Davodeau). Ponent Mon, 2006. Cartoné. 80 págs, color. PVP: 19,95 €


Caída de bici supone el segundo asalto de Étienne Davodeau en España tras la edición, también por parte de Ponent Mon, de La mala gente, que a pesar de sus evidentes aciertos, me dejó bastante frío en su momento. Si en La mala gente Davodeau rodaba un documental en cómic sobre la historia de la izquierda en su país vista desde el ámbito rural, en esta ocasión se limita a contar unos días en la vida de una familia que se reúne por última vez en la vieja casa familiar del pueblo. Un argumento a priori sencillo y bastante visto, pero sobre el que Davodeau construye toda una reflexión acerca de la vida, muy al estilo del mismo cine francés. Una reflexión llena de preguntas, con algunas pistas, y sin ninguna respuesta, porque este tipo de respuestas tienen que venir de dentro de nosotros y no son extrapolables.

Una madre anciana aquejada de Alzheimer, sus tres hijos y el marido de una de ellos, tres nietos, un amigo de la familia y dos obreros de la construcción, uno maduro y otro adolescente. Mediante el uso de estos personajes el autor tiene entre sus manos todas las edades del hombre, y las usa para exponer su tesis. «¿A partir de qué distancia recorrida uno sabe ir en bici?» Con esta frase pronunciada por uno de los personajes de Caida de bici, Davodeau resume la tesis de su obra. Porque montar en bicicleta es como vivir: aprendemos cuando somos pequeños, con ese padre que nos ayuda y cuando no nos damos cuenta nos suelta y deja que continuemos solos; es mantener un equilibrio precario para recorrer un camino; es algo que, por mucha habilidad que adquiramos y seguridad en nosotros mismos que tengamos, no nos exime de caídas fortuitas o empujones. Y en mayor o menor medida, todos los personajes de Caída de bici nos demuestran que las caídas están ahí, que ni los niños, ni los adultos ni los viejos se salvan, pero que a pesar de todo, hay que levantarse y seguir pedaleando. Davodeau sin embargo dulcifica la situación del único modo posible: el amor. Ese apoyo que nos hace falta, bien para no caer tan a menudo de la bici, bien para conseguir levantarnos una y otra vez. Y además, la historia de amor que cuenta Davodeau es conmovedora por lo sencilla y natural que resulta: simplemente se trata de un matrimonio que se quiere.

No hay tramas complejas, no hay giros inesperados (bueno, casi), todo se narra de una forma tranquila, sosegada, natural, tanto que casi esperamos que en algún momento estalle la tormenta. Al final, la conclusión parece ser que todo depende de nosotros mismos, que no podemos esperar una estabilidad y unas guías para no caer de la bici, y que está en nuestras manos el volver a conducirla.

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La historia y el tema en sí no son especialmente originales, y por sí solos no dotarían a la obra de un especial atractivo, pero el tratamiento que Davodeau hace de ellos convierte a Caída de bici en un gran cómic. Los personajes son creíbles en sus flaquezas, es capaz de conmover en los momentos adecuados, de que el lector no pierda el interés pese a lo minimalista de la trama y, sobre todo, crea un ambiente que está vivo. El color de Davodeau transmite una sensación de luminosidad que nos hace pensar que estamos en el campo con los protagonistas, y casi podemos sentir el Sol calentando nuestra piel. Las noches oscuras están llenas de calma y paz y se pueden escuchar los grillos sin necesidad de onomatopeyas. Un trabajo gráfico realmente impresionante, que no se basa tan sólo en el trazo y el color, sino en el dominio del lenguaje corporal y de los silencios, bien dosificados y muy expresivos. La página se basa en una retícula de 12 viñetas que Davodeau agrupa a menudo para imponer su ritmo y romper la monotonía, a la vez que nos regala preciosas imágenes de la vida y el entorno rural.

Caida de bici está llena de pequeños aciertos: no quiero contarlos aquí, es mejor irlos descubriendo y disfrutando uno mismo. La edición de Ponent Mon es absolutamente perfecta en cuanto a encuadernado y reproducción, una auténtica alegría para la vista y el tacto, pero hay que reconocer que la traducción de muchos diálogos peca de demasiado literal y llega a causar extrañeza, “sacándonos” un poco de la historia. En cualquier caso, con este Caída de bici, me reconcilio con Davodeau y espero con impaciencia su próximo trabajo.

4
Excelente, tebeos como este hacen grande el cómic.


el tio berni