Crumb, el amor libre, la biblia y el supermercado

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Desde luego, no se puede negar que The New York Times siente pasión por los cómics. Además de publicar historietas de Jaime Hernández, Chris Ware o Seth, rara es la senana donde no encontramos uno o dos artícuos dedicados a los cómics. En esta ocasión, Allen Salkin se desplaza al sur de Francia a visitar al matrimonio formado por Robert Crumb y Aline Kominski. En este enlace tenéis el artículo completo, que incluye una audio entrevista con Aline muy recomendable, con fotografías del matrimonio en su casa y donde se puede ver el merchandising que acumulan de autores como Daniel Clowes o Dave Cooper. En realidad el artículo está escrito al más puro estilo de la prensa rosa, como si Robert y Aline fuesen una pareja de estrellas de Hollywood… y no nos hemos podido resistir a dejaros aquí una pequeña ración de cotilleo.

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El matrinomio Crumb vive en una casa señorial en la villa de Sauve, al oeste de Nîmes, que data (al menos algunas de sus dependencias) del siglo XI, con ni más ni menos que 13 habitaciones, que sin duda en más de una ocasión sirven de alojamiento a la cohorte de artistas bohemios y admiradores que a menudo visita a la pareja de artistas. Según Aline, «vivimos en Crumbland«. Hace 16 años que la pareja huyó de California en busca de tranquilidad y de un ambiente menos conservador y cristiano donde criar a su hija Sophie, a quien nan educado a la manera «clásica», a base de cómics de La pequeña Lulú y videos de The Three Stooges. Con una educación y unos padres como los que tiene, no es de extrañar que Sophie Crumb se haya dedicado también al mundo del cómic, y participa regularmente en la revista MOME que edita Fantagraphics. Junto a Robert y Aline vive el hermano de ésta, Alex Goldsmith, que se gana la vida comprando cómics usados de Crumb en eBay que luego entrega al autor para que firme y que revende en internet por el cuádruple.

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Otro de los personajes habituales en la casa de los Crumb es Christian Coudurès, un parisino que se mudó a Sauve tras una ruptura amorosa. Aline Kominski decidió «salvar» a este hombre convirtiéndolo en lo que llama «su segundo marido». Esto no supone ningún problema para la estabilidad del matrimonio, ya que Crumb y su mujer mantienen una relación abierta, e incluso Crumb viaja una vez al año a Oregon a reunirse con una antigua ex-novia. De hecho, en palabras del propio Crumb, «entre nosotros dos hacemos una especie de marido ideal, porque él es capaz de hacer todas las cosas masculinas que yo no puedo», refiriendose a las habilidades de Coudurès como electricista, fontanero y conductor. Sin embargo también añade, «si ella empezase a hacer comparaciones sobre nuestras técnicas amatorias, podría ponerme celoso». A quien no le gusta tanto la situación es a la hija del matrimonio, que considera la idea de un segundo marido «asquerosa». En cualquier caso, Coudurès y su hija ya forman parte de la cadena de producción de cómics del matrimonio Crumb, encargándose de los procesos menos creativos de la producción artística y del coloreado de los cómics de Aline.

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Crumb es un personaje respetado y admirado en su pueblo, y ha pasado gran parte de su tiempo en restaurantes, garabateando dibujos en los manteles mientras esperaba a ser servido. Cuando el agente de Crumb en New York, Paul Morris, le informó de que había un mercado para esos dibujos, el artista ayudó a algunos a los propietarios de los restaurantes que habían conservado los dibujos (Le Micocoulier, Le Trouilladou Pizzeria y Auberge des Volets Verts) a venderlos a Morris. Uno de ellos consiguió 25.000 dólares, y la pizzería vendió varios de estos bocetos a 2.500 dólares cada uno. Los dibujos pueden verse en la serie de libros con título genérico Waiting for food editados simultáneamente en USA y Europa por Kitchen Sink Press y Oog & Blik.

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Actualmente, Crumb trabaja en la adaptación del Génesis bíblico, y se encuentra sumergido en el estudio de leyendas sumerias, interpretaciones académicas hebreas y cristianas e ilustraciones reproducidas en manuscritos. No está alterando ni una sola palabra del texto original, pero su adaptación está repleta de las mujeres pechugonas y de gruesas piernas a las que nos tiene acostumbrados. Evidentemente Crumb ya no es el provocador de sus tiempos mozos, cuando canalizaba toda su frustración y obsesiones personales a través del dibujo, y actualmente dedica 45 minutos todas las mañanas a sentarse en una silla y simplemente meditar siguiendo el ritmo de su respiración.

La casa de los Crumb se ha convertido en una especie de museo, y de sus paredes cuelgan pinturas abstractas de Maxon Crumb, el excéntrico hermano menor de Robert, retratos de Jesse Crumb, hijo del primer matrimonio del artista, y muchas muestras del trabajo del propio Crumb, entre las que se encuentra un póster que realizó contra la apertura de un supermercado en la villa en la que reside y en la que caricaturizaba a un político local. El póster vino acompañado de cierta polémica, ya que Crumb fue demandado por el político en cuestión por «insultos». Afortunadamente, un periódico local se puso de parte de Crumb y finalmente se retiraron los cargos. Y por supuesto, el hermano de Aline vendió varios pósters autografiados…

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el tio berni