El Vecino 2 (Santiago García & Pepo Pérez)

Si leíste la primera parte de El Vecino, este segundo álbum te va a sorprender. Desde las primeras páginas se adivina un cambio de registro importante, y ya la portada da pistas de por dónde van a ir los tiros en esta nueva entrega. Y el cambio ha sido a mejor.

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El Vecino 2 (Santiago García & Pepo Pérez). Astiberri, 2007. Cartoné. 72 págs. Color. 17 €


¿Dónde está Javier? ¿Cómo ha cambiado la vida de los personajes entre el anterior álbum y este? ¿Por qué José Ramón está obsesionado con encontrarle? Y sobre todo, ¿por qué y de qué huye Javier? Algunas de estas preguntas encuentran respuesta entre las páginas del álbum; otras simplemente se insinuarán para que el lector rellene los huecos y dé un sentido más profundo a la obra. Y aquí radica uno de los máximos aciertos de El Vecino 2: todo parece simple, se muestra de un modo muy clásico y que se puede encuadrar dentro de un estilo costumbrista (no confundir con slice of life), pero al mismo tiempo abre la puerta a interpretaciones más sutiles y que son las que van a provocar mayor agrado el lector más inquieto. Como decía, el tono de la historia es radicalmente diferente al de la primera parte, que se basaba sobre todo en trasladar (con mucho acierto) al papel una anécdota más o menos original, la de integrar un superhéroe en el mundo real y explotar las situaciones cómicas y paradójicas a las que da lugar. Sin perder del todo el sentido del humor, aquí más soterrado, en esta segunda parte los autores van un paso más allá en dotar de realismo a la historia y desarrollando más las personalidades de los personajes. Personajes, protagonistas o secundarios, que tienen una voz propia, que son creíbles y que se convierten en memorables y entrañables, independientemente de que caigan bien o mal al lector, porque se intuyen sinceros. Estos personajes, con los diálogos naturales que Santiago García pone en sus bocas, con sus reacciones ante los problemas que se van presentando, no sólo entretejen una historia que se disfruta de modo “superficial”, sino que bordean conceptos morales que deberá definir propio lector, sensación que se acrecienta por el juego de incertidumbre al que juegan los autores. Al igual que en el primer número, la utilización de las elipsis sirve no para engañar al lector, que sabe tanto como los propios personajes, sino para que termine de completar la historia en su propia cabeza. Para que no parezca que todo es maravilloso, diré también que el final me ha descolocado un poco, pero tampoco sé hasta que punto esa era la intención de los autores, teniendo en cuenta que se trata de una serie todavía en curso.

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La obra posee un ritmo envidiable, alternando páginas rebosantes de diálogo, que a veces puede parecer excesivo porque “tapa” el dibujo pero que se disfrutan enormemente y de las que es imposible prescindir, con otras páginas mudas donde se acelera el ritmo y se condensa la acción, de modo que el resultado final es bastante equilibrado. Mención especial merecen la última docena de páginas, donde los autores consiguen dotar a la historia de un ritmo frenético y una gran tensión dramática gracias al montaje en paralelo y la planificación de las viñetas. El uso del color presenta una mejora importante respecto al anterior tomo de El Vecino, siendo en este caso más apagado, menos estridente, y cumpliendo una función narrativa y de transmisión de sensaciones. También se agradece el rotulado manual, que siempre hace que los textos se integren mejor en las viñetas (la escritura no deja de ser una forma de dibujo). Pepo Pérez deja en esta ocasión el pincel de lado y utiliza la plumilla, lo que resulta en un dibujo con apariencia más desmañada, menos “artística”, pero que a la vez tiene la virtud de una mayor fuerza y espontaneidad que en última instancia redundan positivamente en reforzar el tono más viseral de esta segunda parte de El Vecino. El acabado del dibujo me ha recordado en las escenas más crudas y oscuras a un Christophe Blain que mantuviese su trazo característico pero que utilizase menos la caricatura, y es precisamente en esas escenas y en cada una de las viñetas de media página que aparecen en el álbum donde se logra una mayor espectacularidad.

La edición de Astiberri, cuidada, como de costumbre, con un diño elegante y detalles de agradecer como el gramaje del papel y dibujos en contraportada y guardas.

Lo más difícil de la reseña, también como de costumbre, es el momento de dar una puntuación, cuando uno se debate entre decir si es un tebeo bueno o excelente… No es que no haya algunos aspectos en los que todavía se pueda mejorar, y seguramente lo harán en la siguiente entrega, pero si me tengo que guiar por el sabor de boca que me ha dejado… este ha sido excelente.

4
Excelente, tebeos como este hacen grande el cómic.


el tio berni