Tres destellos blancos (Bruno Le Flock)

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Tres Destellos Blancos, de Bruno Le Flock. Ponent Mon, 2007. 96 págs. Cartoné. Color. 19 €


Tanto el titulo como la portada son muy sugerentes en este Tres destellos blancos. Nos encontramos en esta obra de Bruno LeFloch (remio René Goscinny 2004, año de su edición original por Guy Delcourt, y ahora editado aquí por Ponent Mon) a un ingeniero recién salido de su promoción y destinado a un remoto lugar de la costa bretona francesa, para erigir un faro que tendrá tres destellos blancos cada doce segundos. Este es el punto de arranque de lo que se prevé como una estancia apartada, solitaria y rodeado de gente que parece arisca, sobre todo, si se tiene en cuenta el mal pie con que empieza este joven e inexperto ingeniero, que llega dando lecciones y sin escuchar las voces de los que llevan toda una vida viviendo de esas aguas que parecen mansas pero que, por supuesto, no lo son, y así lo aprende rápidamente el parisino, quien tiene que “enfrentarse” con la bravura del mar, de las gentes y a un cúmulo de complicaciones: la falta de personal cualificado para trabajar de albañiles en una roca, de muy difícil acceso y que servirá de base pétrea para comenzar la construcción del faro; el gobierno francés y los organismos que le han enviado pero que hacen oídos sordos a sus peticiones y recomendaciones, lo que hace la vida más dura para el ingeniero; el problema de los pagos y las primas…
Nos encontramos aquí con una obra que nos narra un viaje iniciático : un señorito de la ciudad que terminará convirtiéndose en un hombre, miembro activo de la comunidad que le ha tocado vivir, en un ser más humano a través del contacto con esas gentes que en un principio prejuzga como ásperas ( y eso, siendo sutiles) y que le hacen ir cambiando hasta ser quien realmente quiere ser.
Éste es un tema clásico dentro de cualquier tipo de literatura y tampoco faltan referencias dentro del mundo de los tebeos, pero en este caso, tenemos, en mi opinión, una obra que no termina de desarrollar el tema que de modo tan preciso nos había puesto en bandeja de plata al comienzo del volumen. La relación del ingeniero con el pescador es la mejor trazada, con altos y bajos que nos llevan a un final que parece llegar de sopetón, inesperadamente, sin darnos demasiadas oportunidades para mostrarnos el camino que nos conduzca a que pueda resultar así; la relación con las escasas mujeres que se dejan ver por el relato está poco menos que esbozada y apenas si influye en el desarrollo posterior de los hechos, como ocurre con la de la hija del alcalde del pequeño pueblo; la que se intuye terrible con el armador, que se presenta como salvación y al mismo tiempo condena, que tampoco da el juego esperado…



Interior



Toda esta trama se ve iluminada y abrillantada por un dibujo fantástico, de trazo muy limpio y cuidado, que nos desvela todos y cada uno de los detalles de la época en la que se sitúa la acción, tanto en el tiempo como en el espacio. Las viñetas, solidamente marcadas, nos llevan de un modo muy plácido a través de la historia en todo momento, dejándonos disfrutar por igual de los primeros planos, llenos de sentimientos muy fáciles de identificar por los pequeños gestos, contenidos o a punto de desbordarse, o de esos planos medios en los que el paisaje entra a formar parte como un personaje más. Incluso, nos encontramos con algún que otro capricho: dibujos a toda página, con el mar como protagonista absoluto.

Así mismo, en el apartado del color, cabe destacar el uso de los tonos azul verdosos en todo lo relacionado con el mar y las vestimentas masculinas, y los rojos anaranjados para casi todo lo relacionado con la tierra y los detalles a resaltar, quedando curiosos contrastes, destacando las dos formas de vida que se dan en este pedacito de mundo, diferenciándolos y al mismo tiempo, haciendo que se intercalen para darse fuerza los unos a los otros. Esto lo podemos extrapolar al color del pelo del protagonista y al que presentan los lugareños: un rubio, que sobresale de entre todos los cabellos oscuros, negros, que llegan a complementarse, a ser uno más cuando las circunstancias de la vida nos igualan a todos.

Es, desde luego, la parte gráfica el motor de esta obra, que queda algo coja, como si todo el planteamiento que el autor nos ha ido dejando ver, se diluyera en el mar, igual que le sucede al ingeniero con el primer intento de construcción del faro, que cae arrastrado por la primera tormenta importante del año.



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Interesante



Mar