Lunas de papel (Fermín Solís)

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Lunas de papel (Fermín Solís). Dibbuks, 2007. Cartoné. 48 págs. Color. 10 €


Acostumbrado a leer a Fermín Solís en formato corto, tamaño generalmente reducido y en blanco y negro, este nuevo álbum de la siempre arriesgada Dibbuks supone toda una sorpresa, al presentarnos a un Solís en el formato de la BD europea por excelencia, la aventura de 48 páginas a color y gran tamaño, y además con un personaje central que bien podría ser el eje en torno al que girase una futura serie. Y se puede decir que, aunque el resultado no es del todo redondo, Solís ha superado la prueba.

La trama de la historia, enclavada en el más clásico genero negro protagonizado por un investigador perdedor, aquí encarnado por Cornelius Moon, llevará al personaje principal a una búsqueda que le hará visitar a los más variopintos y rastreros personajes, la mayoría de las veces antiguos amigos o conocidos que han sufrido el mismo destino desgraciado que él mismo. Eso sí, la dureza del antihéroe arquetípico impide que aflore la autocompasión, y Cornelius Moon afronta su presente desdichado con estoicismo y sentido práctico, empujado además por los recuerdos de un pasado aparentemente exitoso pero en el fondo vacío de sentido. Mujeres bellas, sucios degenerados, desequilibrados mentales, traición, venganza, frases lapidarias, todo ello arropado por una ambientación muy lograda y engarzado por una narración fluida que no se sale en ningún momento de los cánones impuestos por el género utilizado. Tal vez aquí radica la mayor debilidad del álbum y que lo convierte tan sólo en un cómic entretenido de factura impecable que se devora pero que no queda en la memoria como algo excepcional. Todas las situaciones, los personajes, sus actitudes, el desenlace, resultan tan típicos que no hay lugar para la sorpresa ni el momento brillante y genial. Además, el formato de 2×3 viñetas que se repite en todas y cada una de las páginas del álbum convierte la narración en demasiado lineal y sin golpes de efecto, dando la sensación de que se podía haber exprimido un poco más la narrativa. No quiero dar la sensación de que es una mala historia, porque no lo es, y la he disfrutado, como creo que la disfrutará cualquier amante del género negro y del cómic en general, pero lo cierto es que se echa en falta algo más. Por otra parte, es muy interesante ver al autor en un registro distinto del habitual de la historia autobiográfica y la nostalgia de la niñez de Los días más largos o El año que vimos nevar, demostrando que no conoce barreras y que es lo suficientemente versátil como para abordar cualquier género.

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A nivel gráfico Solís está insuperable, si salvamos el tema de la planificación. Su dibujo tiene una elegancia que le permite retratar con cuatro líneas tanto los sórdidos rincones de la ciudad como los interiores destartalados donde habitan los personajes, con un enorme poder evocador que hace que el lector termine de recrear los escenarios en su cabeza sin ninguna dificultad. También sorprende la expresividad de unos personajes de líneas tan esquemáticas, pero se nota que Solís ha visto muchos dibujos animados (ya en la primera viñeta del álbum los homenajea) y ha aprendido mucho de cómo transmitir sensaciones con unas dibujos muy básicos. La aplicación del color es perfecta, da gusto ver a este nuevo Solís cuyas imágenes cobran una nueva vida con esos colores planos y brillantes. Yo, siendo como soy apasionado del blanco y negro, no puedo sino celebrar este cambio en el estilo del extremeño, que además sin duda hará el álbum más atractivo para el gran público. El gran formato, el color y el trazo de Solís remiten a cierta pareja de dibujantes-guionistas franceses, pero con las suficientes señas de identidad propia como para poder distinguir un estilo propio muy depurado.

Aunque esta aventura de Cornelius Moon me ha dejado una sensación de déjà-vu, también ha despertado mi curiosidad por conocer mejor al personaje, y espero que Solís pronto nos ofrezca una nueva aventura de este detective-fotógrafo-dependiente donde consiga sumar a su excelente dibujo un guión de gran altura. Yo estaré allí para leerla.

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Interesante, pero no resiste una purga por motivos de espacio

el tio berni