Promethea 1 (Moore & Williams III & Gray)

Portada
Promethea nº 1 Guión: Alan Moore. Dibujo: J. H. Williams III. Tinta: Mick Gray. Color: Jeromy Cox. Norma editorial, 2007. Cartoné. 176 págs. Color. 15 €.


¿Cómo se pone una a hacer una reseña de un cómic de Alan Moore? Pues siendo una descastada atrevida y con unas espaldas muy anchas, pues sabe –o está casi segura- de que van a llover palos de todos los colores. Asimismo, me enfrento a la reseña como me pongo a la lectura, sin complejos… pero no, no es así: sólo hay que fijarse en los verbos elegidos para una y otra acción y percatarse de la diferencia en ambos.

Esta edición de Norma recoge en un tomo, bastante bien editado, tal y como es costumbre (recoge los capítulos de 1 al 6 de la serie aparecidos en el sello de DC America´s Best Comics) nos cuenta la historia de Sophie Bangs, una joven que a través de un trabajo de investigación sobre el mito de Promethea, se ve envuelta en una locura entre dos mundos.
A partir de aquí, permítanme aconsejarles que se busquen un lugar cómodo de lectura, donde puedan apoyar el libro y abrirlo 180º, o hasta los límites que cada cual considere oportunos, pero es que sinceramente creo que es la manera de disfrutar de las maravillas que realiza J.H. Williams III con las composiciones de las páginas, barrocas y a veces enrevesadas, ya que se mezclan continuamente las dobles páginas con las sencillas, añadiendo y combinando la secuenciación natural con distintos órdenes y formaciones de lectura y dibujo: ambos consiguen que nos sumerjamos en un mundo de fantasía lejano y cercano, misterioso y conocido que nos atrapará sin poder (ni querer) evitarlo.

Interior
Y aquí empieza todo, por esta vez


Como ya es sabido, al guión está Alan Moore, que también escribe el prólogo a la obra. Tengo por costumbre no leer los prólogos al principio sobre todo si son de otros autores, pues suelen dar su propia visión de la obra que me traigo entre manos y eso tiende a condicionarme la lectura. En este caso, al ver que eran la misma persona, decidí darle una oportunidad, e hice –creo- bien, pues es un compendio de datos documentados sobre la historia del mito de Promethea en la literatura y en los cómics, datos que, por otra parte, Moore utiliza y deja caer continuamente en el desarrollo de su Promethea, ya que ésta es la premisa del libro: la revisión del mito, pasado por el tamiz Moore, en el que todo cobra un nuevo significado: se podría decir que es una recreación en toda regla y con doble vertiente (se me ocurre, quién sabe si en una posterior lectura podría haber más, marca típica de la Casa Moore). Recreación en el sentido de que se vuelve a considerar algo ya existente, como reza el bajo-título Si no existiera, tendríamos que inventarla, pero desde su particular visión de las cosas: profundiza más allá, no se queda en los límites que otros se impusieron o les impusieron, si estamos hablando de imaginación todopoderosa ¿por qué empezar cerrando puertas?. Y recreación también entendida como gusto por los detalles, por explorar facetas con la propia y las otras Prometheas, por mover diferentes hilos para que las situaciones y los actos de los personajes se muevan por las realidades, sean éstas pura ficción del mundo que se podría considerar real o por el de la fantasía, guiada por reglas no escritas, con puntos comunes por las tradiciones del folclore y con tantas variaciones como individuos.
Y aquí surgen -en mi opinión- algunos puntos más, básicos en la obra de Moore: el individuo y su comportamiento ante las situaciones en las que se ve inmerso, que nos va transportando por otros tantos de sus temas comunes y recurrentes, como es el enfrentamiento y las posibles soluciones de los problemas, la existencia de mentores que no se consideran tales, la filosofía implícita en la toma de decisiones, el bien, el mal y la ancha franja que los separa y los une…

InteriorFiguritas
Un pequeño dibujo del interior -Promethea al rescate- y unas figuritas (nadie escapa al marketing) que nos muestran a Sophie Bangs y su alter ego, Promethea


Mucho Moore, en definitiva, en esta Promethea volumen 1, y claro, que él esté al guión hace que el tomo vaya a tener una buena -cuando no gran- repercusión, por lo que –supongo- habrá tortas por trabajar con él… aunque ese mismo motivo es el que hace que la labor del dibujante pueda llegar a quedar eclipsada: mucha es la sombra que da una figura de esta talla.

Del mismo modo, sigue dando que hablar su obra y su persona y, sobre todo, que hubiese sido de tal o cual si no hubiese estado dibujada por éste o por aquel: ahora nos parece que son dos piezas que encajan perfectamente… aunque no dejan de generarse debates en los que se intenta revisar la obra del inglés con lo que hubieran podido ser otros dibujos y puestas en escena de otros artistas. Este debate siempre se sucede por esa parte: nadie entra a polemizar qué sería de tal obra si el guión no hubiese sido escrito por Moore: él es el amo, dueño y señor de la obra, aunque –como en este caso- comparta créditos de autoría con el dibujante William III.
Y justo esa parte gráfica es la que ahora nos ocupa: J.H. William III realiza una maravillosa puesta en escena del guión, llevándonos por páginas únicas, de realización minuciosa, exquisitas, delicadas y elegantes, primando el leiv motiv de todo el álbum: la imaginación. No sólo se recrea en todas y cada una de las representaciones de la Promethea existentes, sino que todas y cada una de ellas tienen cualidades especiales y diferentes, destacando la individualidad y, al mismo tiempo, unifica el mito con detalles persistentes y reconocibles, repitiendo iconografía helénica y egipcia, por ejemplo. Nos lleva por el mundo real, representado por una ciudad de Nueva York, que ejemplifica el mundo material y de los humanos; y por el mundo de la imaginación o mundo inmaterial, donde todo tiene cabida y en ambos, los dibujos nos transportan y acompañan y nos permiten ir pensando cómo se ve –desde un punto de vista personal- tal o cual propuesta: con todo lujo de detalles, te permite dejar volar la propia fantasía para recrear (de nuevo) el mundo: en el entorno cerrado de una viñeta, todas las posibilidades de una puerta abierta. Esta sensación de guía y de libertad está claramente potenciada por el uso del color, que todo lo llena y lo abarca, que transmite sensaciones que ayudan y complementan lo anteriormente expuesto y que corre a cuenta de Jeromy Cox. Asimismo, un elemento que potencia enormemente la expresividad y las formas, sumergiéndonos en el sueño y trayéndonos al despertar sin brusquedades no intencionadas, es el entintado, que corre a cargo de Mick Gray en toda la obra y que cuenta con la colaboración de Todd Klein en las portadas.

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Para ir abriendo boca sobre las nuevas entregas


Si aún siguen por aquí, si han llegado a estas alturas de mis desvaríos, estoy segura que sabrán que es una obra altamente recomendable, tanto por el guión como por el dibujo… y de la que espero con muchas, muchas ganas la aparición del volumen 2, para volver a acomodarme en ese lugar especial, abrir el tomo hasta límites considerados sacrílegos y ponerme a disfrutar.

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Excelente, tebeos como este hacen grande el cómic



Mar