SETON, El Naturalista Viajero Vol. 1: «Lobo», El Rey (Taniguchi & Imaizumi)

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SETON, El Naturalista Viajero Vol. 1: «Lobo», El Rey (Taniguchi & Imaizumi). Ponent Mon, 2007. 288 págs. B/N. 18 €


Es curioso como, sin apenas darnos cuenta, interiorizamos los detalles, por nimios que parezcan: estamos acostumbrados a ver en las ediciones españolas al autor del guión por delante del dibujante. Por eso me llamó la atención que Jiro Taniguchi apareciese en primer lugar en la edición de Ponent Mon, cuando tan claramente es el autor del apartado gráfico, y también, con unas letras de mayor tamaño. Es evidente que el peso de este manga cae en sus manos y de ahí el orden… o quizá se deba a que es más conocido que Yoshiharu Imaizumi… o a que la edición española está basada en la francesa, en la que este orden es habitual. El caso es que si viene firmado por Taniguchi, cuenta -ya de entrada- con un buen número de adeptos y ése no es un reclamo que pueda dejarse pasar por alto.

Yoshiharu Imaizumi nos sitúa a otra época y en otro lugar, aunque distante en el tiempo y en el espacio, nos resulta muy conocida: un París, al que accedemos casi de puntillas, bullicioso de artistas, en el que el protagonista Ernest Thompson Seton quiere triunfar como pintor, depurando un estilo propio, en el que los animales salvajes y la naturaleza juegan un papel fundamental, que es ensalzado y premiado por unos y apartado, tachado de hereje por otros tantos, que le lleva al final a desistir, abandonar la cuidad y, de paso, a cuidar sus maltrechos ojos, cambiando la actividad y el paisaje por la inmensidad de las llanuras de Nuevo Méjico, en las que transcurre la mayor parte de esta historia, donde gobiernan los dueños de los enormes ranchos, pastan los ganados y actúa a sus anchas un lobo y su manada, cuyas acciones despiadadas e impredecibles, comienzan a tornarse legendarias.

Este es el punto de origen que nos propone el guionista y que dará pie a catorce capítulos, en los que iremos viendo los cambios que se producen en Seton: su andadura y decepción parisina; la llegada a esas nuevas tierras, como cazador y naturalista y cuyas opiniones van desde la incredulidad ante las que considera más que fantásticas e increíbles historias narradas por los vaqueros, en las que el lobo, al que han bautizado como El Rey, parece actuar para burlarse de la inteligencia humana y como castigo a la intromisión del hombre en el territorio natural de caza del lobo, hasta el borde de la locura, de la obsesión, que nos recuerda a aquel Capitán que ya sólo podía pensar en dar caza a una ballena blanca, que también parecía burlarse… pero no queremos adelantarles ni quitarles el sabor del maravilloso final, lleno de poesía, de saber y reconocimiento que intentó hacer que las cosas comenzaran a cambiar… y en ello seguimos.

Interior


Interior


El dibujo de Jiro Taniguchi se nos revela desde la misma portada, desde la primera página. Nos transporta por los paisajes, los escasos y maravillosos de París, y los amplios, montañosos y salvajes de las planicies de Nuevo Méjico; nos sumerge en paseos por el Sena y en persecuciones con los riscos de fondo sin dificultad aparente: de la bohemia más idealizada a la inmensidad del desierto, destacando las figuras de los lobos, que se recortan contra un cielo limpio y que observan a Seton con ojos fieros, aterradores y altivos, pues se saben ganadores y señores indiscutibles de ese territorio.
Nos encontramos con miradas que se cruzan, no pocas veces, entre el Lobo y el Cazador: cada cual intenta mantener firme su postura y hacérsela saber al contrincante, para no dejar dudas acerca de los motivos que tienen para hacer lo que se está haciendo. Este particular duelo pasa por varias fases, con un buen apoyo en el guión, pero que luce todo su esplendor en el dibujo, con esa línea tan típica, así como el juego de grises, negros y blancos, que potencia las expresiones, tanto en los hombres como en los lobos; la meticulosidad y el gusto por todos y cada uno de los detalles; la gran plasticidad, que consigue que entiendas todas y cada una de las posturas expuestas, que puedas tener una visión global, lejana, y al tiempo, que te impliques con cada una de las nuevas acciones que surgen: el hombre-colectivo contra el lobo y la salvaje naturaleza, que no le permite tomar posesión de lo que necesita y considera suyo por derecho propio; el hombre-individuo contra el lobo, ese lobo en concreto, que le hace dudar de su capacidad como ser racionalmente superior; y el hombre que sabe que puede vencer, pero que se reconoce vencido.

La Naturaleza siempre ha estado muy patente en la obra de Taniguchi y desde luego, en este último volumen editado, queda muy patente. Es el primer tomo, auto conclusivo, editado por Ponent Mon, con una estupenda calidad y con sentido oriental de lectura, lo que consideramos un acierto y que nos permite disfrutar de una buena lectura, que no pierde ni un ápice de interés, que entretiene y que deja un más que buen sabor de boca, embellecido por un dibujo maravilloso y esmerado, el de Jiro Taniguchi y del que esperamos una pronta edición del segundo volumen.

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Bueno, este es el nivel medio que habría que pedir a cualquier tebeo

Mar