Encima y debajo (James Sturm)

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Encima y debajo (James Sturm). La Cúpula, 2007. Rústica. 84 págs. B/N. 10 €


James Sturm es una de las personalidades del cómic independiente norteamericano más respetadas del momento. Y digo personalidades porque no se puede hablar de Sturm tan sólo como autor de cómic: su labor como editor y como teórico, desde su posición de profesor de cómic, son tan importantes como sus propias producciones dentro del 9º arte. Editor de la antología Commix, donde aparecieron algunos de los primeros trabajos de Chris Ware, asistente de Art Spiegelman en la seminal revista RAW, su actividad en el mundo del cómic comprende además la fundación de The Nacional Association of Comic Art, dedicada al apoyo de la didáctica del cómic en la enseñanza superior y la creación del Center for Cartoon Studies de Vermont, donde imparte clases y donde se ha gestado, por ejemplo, Houdini: el rey de las esposas (Astiberri, 2007) de Jason Lutes y Nick Bertozzi como acuerdo de colaboración entre la escuela de cómic y organismos de educación infantil.

A pesar de contar con una escasa producción en el ámbito del cómic, Sturm ha sido galardonado con varios premios, como el Xeric o el Eisner con su Los Cuatro fantásticos: Moléculas inestables (Planeta, 2004) junto a Guy Davis, y su obra más exitosa, The Golem’s mighty swing (Drawn & Quarterly, 2000), fue catalogada como mejor novela gráfica del año por la revista Time. Sus intentos tanto desde el punto de vista formativo (con sus clases) como práctico (con sus cómics) de elevar el arte del cómic al lugar que le corresponde y de reconocer y explorar en su trabajo los recursos narrativos que ofrece sin perder de vista 100 años de historia, convierten a James Sturm en un autor a tener en cuenta.

La Cúpula ofrece este mes Encima y debajo, una recopilación de dos obras de extensión media que, junto al mencionado The Golem’s mighty swing, componen la trilogía de Sturm sobre los Estados Unidos. Una trilogía más ambiciosa de lo que pueda parecer tras una lectura superficial, ya que en ella ahonda en los temas que han ido conformando a lo largo de los últimos siglos la personalidad del país más poderoso del mundo de hoy en día: religión, ambición, conflictos raciales… En este sentido, Sturm se mueve en los mismos parámetros que sus compatriotas literatos empeñados en escribir “la gran novela americana”, esa entelequia. En su determinación de diseccionar las fuerzas que mueven la voluntad humana y esculpen sus obsesiones a la vez que hace un retrato de la época y enclave que las delimitan, puede emparentarse al autor, al menos en cuanto a intención y planteamiento se refiere, si no siempre en cuanto a resultado, con Norman Mailer o William Faulkner.

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El primer relato del libro, editado en 1996 con el título The revival, tiene lugar en 1801 en Kentucky y se basa en un hecho real, una congregación multitudinaria en torno a un predicador que enfervoriza a las masas y atrae visitantes de todo el país. Para humanizar la historia de una obsesión en masa, Sturm centra la narración en un matrimonio que llega al lugar de la reunión con una petición desesperada que representa o resume en cierto modo al resto de feligreses. Por un lado, el fervor enfermizo, casi demencial de la mujer, aunque al final demuestra ser más pragmático que espiritual, por otro, la sorda aceptación del marido. En medio, el júbilo de la multitud al sentirse copartícipe de una experiencia catártica colectiva, bastante alejado de lo que supongo que debería ser el auténtico sentimiento cristiano. El matrimonio sabe que el dolor y el sacrificio son un medio para lograr un fin, pero sólo al final parecen comprender que hay que enfocarlos correctamente. Resulta curioso comprobar como estas escenas grotescas enclavadas en el primer año del siglo XIX siguen repitiéndose hoy en Estados Unidos sin apenas variaciones. Sturm narra con economía de trazos, salvo por el uso de la trama manual, utilizando la repetición, el encuadre, los silencios, con fines narrativos, prescindiendo o esquematizando los fondos cuando quiere hacer recaer el énfasis sobre los personajes o agilizar la narración, haciendo gala de una narrativa muy clásica y sutil que requiere tomar una gran cantidad de elecciones y donde no se llama la atención sobre la forma sino sobre el fondo, demostrando que es muy consciente del medio en el que se mueve. La historia no me acaba de parecer redonda por el excesivo dramatismo de algunas de las escenas, aunque a otros les parecerá que esto es precisamente lo que requería el relato y tal vez no estén equivocados.

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Mucho mejores me parecen la ejecución y el resultado de la segunda historia, titulada originalmente Hundreds of feet below daylight y editada en 1998. Ambientada en 1886 en una pequeña localidad minera de Idaho, Sturm alcanza muchas más profundidad en el retrato de las pasiones humanas que en la historia precedente. La narración, aunque sigue siendo simple, es menos lineal, con muchas más facetas, más exigente con el lector y por tanto más satisfactoria. Aunque algunos de los personajes no dejan de ser estereotipos, como el malo malísimo movido por la ambición o el idiota, otros sólo se definen por pequeñas pistas sobre su personalidad que Sturm va dejando para que el lector cace al vuelo, y en este sentido, el trabajo gráfico de diseño de personajes aporta pistas importantes. La locura, la ira, la venganza, la violencia, pero también la compasión y la inocencia serán los elementos sobre los que gire la narración, que encierra más de lo que a simple vista parece: la trama, sólidamente construida, sólo es un andamiaje sobre el que edificar la imagen de una comunidad, una pequeña comunidad, prácticamente una ciudad fantasma (apenas si se muestran tres casas y sólo un reducido número de figuras humanas) que sin embargo bien puede ser el reflejo de una sociedad en un lugar y tiempo determinados. En el aspecto narrativo y caligráfico se advierte una importante mejora también respecto a The revival, consiguiendo transmitir una sensación de claustrofobia muy apropiada y convirtiendo el blanco y negro en un recurso expresivo realmente poderoso. Sturm consigue sugerir con sus dibujos y con su ritmo tanto como con sus diálogos (con un distinto tono para cada personaje), y casi siempre lo hace a través de la solución más simple, que suele ser la que requiere más planificación previa. En algunos momentos la sombra de Chester Brown parece revolotear sobre las páginas de Sturm, sobre todo en el aspecto gráfico.

¿Qué le falta a este álbum de Sturm para ser excelente? Tal vez un poco de originalidad, porque todo suena a ya visto. La estructura, la narrativa, el dibujo, son correctos y efectivos, pero no consigue emocionar ni enganchar, y las historias pasan rápidamente al olvido. De todos modos, a la espera de que La Cúpula edite próximamente The Golem’s mighty swing, la mejor obra de Sturm hasta el momento, esta recopilación es una buena oportunidad de acercarse al trabajo de un buen autor apenas conocido en nuestro país, que se lleva un tres por simple comparación con su Golem.

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Bueno, este es el nivel medio que habría que pedir a cualquier tebeo


el tio berni