36-39 Malos tiempos, 1 (Carlos Giménez)

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36-39 Malos tiempos Nº 01 (Carlos Giménez). Glenat, 2007. Cartoné. 56 págs. B/N. 15 €



Se presenta, a través de la edición de Glenat, que destaca por su tamaño, el nuevo tebeo de Carlos Jiménez, el primero de cuatro volúmenes titulado 36-39 Malos Tiempos, en el que se va a revisar un periodo crucial de la historia reciente de nuestro país: la Guerra Civil que tuvo lugar –como nos apunta- durante esos tres años y que ha conformado, a base de batallas y batallitas, el modo de ser y de ver la vida de unas cuantas generaciones de españoles. Ojalá la mía fuese la última que aún vive marcada por el recuerdo de aquella contienda, peor no sé yo si esto será posible. No digo que haya que olvidar, pero este tema, desde mi punto de vista personal e intransferible, empieza a saturar(me). Seguimos influenciados por los recuerdos de nuestros abuelos, combatientes directos, y por las vivencias traumáticas de nuestros padres, sufridores de la postguerra, como niños, iguales que los que se ven reflejados en este tomo. Éste es, por tanto, un tema que me toca directamente y al que me ha costado un poco más de lo esperado el poder iniciar su lectura y que sin poder evitarlo, marcará –también- mi forma de ponerlo bajo el prisma, en principio más objetivo de tratar de hablar sobre él.

El tomo empieza con una cita: De 1936 a 1939, en España hubo lo que algunos historiadores denominaron, muy literariamente, “la última guerra romántica”. Para lo que la padecieron, simplemente fue “la guerra”. No vamos a entrar en consideraciones políticas, ya tenemos bastante con lo que nos quieren hacer tragar todos los días de esta precampaña, pero desde luego, he de avisar que este primer tomo rezuma política por sus cuatro enormes costados. Los personajes son arquetípicos claros: los buenos son buenos, sin ápice de doblez, da gual en el bando en el que estén o la zona en que se encuentren, para ser más precisos; los malos son malvados, mezquinos, chulos y fanfarrones: lo llevan escrito en la piel y casi en el código genético. Y en medio de too eso, Marcelino, el personaje principal en torno a quien gira la historia que se relaciona con Madrid, eje central de la llamada zona roja. Como núcleo de la zona nacional, nos encontramos con personajes que se mueven en y por los alrededores de Zamora, con los miembros de una misma familia como conductores de la acción.

Ha intentado el autor promediar estos puntos de maldad y bondad entre ambos bandos, para que el asunto quedase equilibrado, pero no se consigue del todo o, simplemente, no se pretendía hacer algo tan aséptico. Después de todo y por boca de Marcelino se dice nosotros no empezamos esta guerra…¿Ellos la empezaron! y eso parece que tiene que quedar claro y patente, así como también debe hacerse saber que en ambas partes se cometieron todo tipo de atropellos y barbaridades. De ello no nos deja duda la viñeta elegida para la portada: una mujer, esposa y madre que grita desaforada , intentando evitar que se lleven a su marido a darle el fatídico paseo. Esta escena se va repetir en el tebeo con ambos bandos como autores del hecho y, por tanto, con ambos bandos como sufridores del paseíllo.

Interior
El pasado noviembre, en El País podíamos leer una entrevista al autor, de donde hemos extraído la imagen del interior de este primer tomo



Este tomo está formado por una sucesión de historias cortas, relacionadas entre sí, en las que comienzan presentando cómo era todo antes y cómo fue evolucionando al tiempo que se desarrolla la guerra y, sobre todo, cómo esta nueva situación afecta a la vida de los habitantes de cada rincón elegido como muestra de la situación global.

En cuanto al apartado gráfico, Giménez sigue fiel al estilo propio, reconocible desde el primer trazo y que nos lleva a rememorar las aventuras de los críos de Paracuellos: la alegría y las ganas de vivir en medio de la desolación y el desastre absoluto. El autor nos despliega un muestrario de personajes y los sitúa en un marco fácilmente identificable para pasar después a centrarse en las características que vana definir los rasgos de cada uno de los habitantes de este tebeo, dando gran importancia a la figura humana por encima del paisaje, que sirve para colocar la escena y que potencia el dibujo de los personajes, verdaderos protagonistas, centro absoluto de la historia.

Es, como pueden suponer, una lectura de momentos agridulces, aunque destaca la tragedia, el drama que les tocó vivir a unas generaciones que nos piden que no olvidemos, pues sería un terrible error dejadnos llevar por la sinrazón y la espiral de locura a la que ellos tuvieron que enfrentarse, pero que personalmente me ha resultado muy doloroso leer y, aún más doloroso, descubrir que no me aporta nada nuevo.



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Interesante, pero no resiste una purga por motivos de espacio



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