Aprende con Jessica Abel y James Sturm

Dos nuevas entregas en el blog de la editorial First Second de su Mentors Corner, un espacio en el que autores profesionales dan consejos a los más noveles para mejorar en su camino a la profesionalización. En primer lugar, los consejos de James Sturm (Encima y debajo).

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La diferencia entre hacer un fanzine o un cómic-book y una novela gráfica es como la diferencia entre una historia corta y una novela. Con la novela es una larga y chapucera tarea que tienes que ir llevando hasta ese «estado de refinamiento» en el que todo parece atado. Tuenes que creer que el todo es mayor que la suma de sus partes. Si no lo haces, lo pasarás mal para mantener la energía y el nivel de compromiso necesarios para realizar el proyecto porque es un largo recorrido. En otras palabras, tienes que creer en el material porque sin duda dudarás de ti mismo (por desgracia, muchos de los dibujantes creemos que somos tan buenos como nuestro último dibujo).

Las «viñetas terminadas» nos hacen sentir que hemos logrado algo y generan confianza, pero encuentro que apresurarse en terminar una imagen cuando trabajas en un libro largo es antiético para ganar velocidad en un proyecto largo. Con trabajos cortos en más fácil avanzar a la largo de una historia con una cantidad aceptable de precisión. Con trabajos largos tienes que darle forma al trabajo con herramientas sin filo antes de tomar tu escalpelo (o pincel #2 o punta de pluma 102, etc.).

En historias más largas, como la mayoría de los novelistas, trabajo con borradores. Cada borrador subsiguiente lleva más tiempo. Trato de hacer el primer borrador lo más rápido posible y mantener la escritura visual tan fluida como sea posible. No soy gran bebedor de café, pero durante este borrador inicial, ¡la cafeína ayuda de verdad! Este borrador está más garabateado que dibujado. Algunas páginas pueden incluso sólo unas pocas frases que describan qué puede ir dónde. Algunas escenas, que veo con más claridad, las visualizo con más claridad. Generalmente el primer borrador sólo es legible para mí.

El primer borrador es como construir una valla alrededor del proyecto: si me bloqueo, simplemente pongo lo que sea y paso a lo siguiente sabiendo que volveré a ello en el siguiente borrador. Es como supervisar una granja. No te puedes permitir dedicar demasiado tiempo a un tema y dejar que el resto se eche a perder.

Tras el primer borrador me tomo unos días en los que dejo la pieza y luego me sumerjo de nuevo en ella. En el siguiente borrador todavía trabajo en pequeño (bocetos a tamaño de media página impresa pero con las proporciones correctas). Repaso el libro de nuevo. Me sorprende lo mucho mñas fácil que es abordar pasajes difíciles cuando vuelvo a algo fresco después de un corto tiempo alejado de ello. Este nuevo borrador lleva al menos el doble de tiempo que el primero. Mis pequeños dibujos son más detallados. No estoy muy preocupado con la expresión facial perfecta (o trazos de pincel, porque todavía uso un lápiz), sino que me concentro en la composición de las viñetas y las proporciones correctas.

En el tercer borrador amplio esas páginas al tamaño al que dibujaré y hago los lápices de todo el libro (siempre editando y revisando a medida que avanzo). El cuarto paso es el entintado, pero por supuesto, al volver a las páginas a lápiz, a veces meses depués, soy capaz de ver las páginas con ojos frescos y reforzar y clarificar el dibujo.

Supongo que, para resumir, al hacer varias pasadas por la historia, nunca siento demasiada presión por «hacerlo bien», sabiendo que volveré a cada página varias veces. Para cuando estoy listo para entintar, tengo mucha más confianza que si hubiera hecho el lápiz y entintado sobre la marcha. Trabajar de esta manera también permite los inevitables cambios en mi estilo de dibujo y me ayuda a mantener una mayor consistencia. Alison Bechdel me contó cómo tuvo que volver atrás y redibujar muchas de las primeras páginas de Fun Home porque para cuando había terminado de dibujarlo, su estilo de dibujo era mucho más detallado y las primeras páginas parecía cutres (¡al menos a sus ojos!).

—O—


Y ahora es el turno de Jessica Abel (La Perdida).

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Hazte con un calendario y programa ahí el trabajo que tienes que hacer.

Asegúrate de que el calendario es uno en el que puedes ver de una vez un día o una semana (no un mes de una vez), de modo que haya sitio para escribir bajo cada día. Luego, marca cada compromiso que tengas. Si quedas para comer con un amigo todos los miércoles, o sólo este miércoles, asegúrate de que lo pones ahí. Si vas al gimnasio tres veces a la semana (o pretendes hacerlo…), ponlo ahí. Anota tus horas de desayuno, ducha, comida y cena. El viaje al trabajo, si tienes que hacerlo. Anota las horas de sueño. Anota que juegas a los videojuegos, si necesitas hacerlo.

Una vez que lo tengas todo ahí, serás capaz de ver cuánto tiempo tienes en realidad para trabajar (y si necesitas ajustar tus actividades diarias que no son trabajo). En el tiempo que tienes para trabajar, asígnate tareas muy específicas, como «diseñar páginas 56-60» durante media hora, luego «esbozar a lápiz la página 56» por el tiempo que te lleve, tal vez 2 o 3 horas, luego «rotular página 56» durante una hora o lo que sea.

Tomarte un poco de tiempo para incluir todo esto en tu agenda te ayudará a varias cosas. Te quedará claro cuánto puedes hacer en una semana. Te quedará claro dónde por dónde podrías recortar tus actividades diarias para dedicarlas a dibujar más. Y lo que es más importante, tendrás objetivos concretos, de modo que cuando termines lo que te has programado, puedes tacharlo de la lista y sentirte a gusto contigo mismo, y también puedes dejar de trabajar, que a veces es lo más difícil de hacer para un artista freelance. Saber cuando puedes y lo que tienes que hacer, hace que tu tiempo libre, una vez que hayas cumplido estos objetivos, sea realmente libre, libre de culpa. Y eso es lo más importante que hay que aprender para ganarse la vida como artista.

Una vez que tengas experiencia en todo esto, no necesitas ser tan detallista, por supuesto. Pero te ayuda realmente a seguir una disciplina a lo largo de un proyecto para meterte en su ritmo. E incluso cuando te sientas más cómodo con tu programación, hacer listas de actividades detalladas para un día concreto todavía ayuda, porque tienes algo que tachar de la lista cuando hayas terminado. La mitad de la batalla es engañar a tu cerebro para que perciba la sensación de éxito que tendrías si alguien de fuera te felicitase por un trabajo bien hecho.

¡Buena suerte!

En anteriores entregas

Emmanuel Guibert
Mike Mignola