Arrugas (Paco Roca). Astiberri, 2007. Cartoné. 104 págs. Color. 15 €
Arrugas es el tebeo español de moda, sin duda. Un tema “serio” y los premios al mejor guión y mejor álbum en la pasada edición del Saló de Barcelona lo avalan y lo convierten en una obra propicia para introducir en el mundo del cómic al lector no habitual, ese que generalmente no presta atención a los cómics de humor, aventura, terror o fantasía. Publicado originalmente por Delcourt en Francia, también allí cosechó éxitos entre el público y la crítica al ser seleccionado por la ACBD entre los 20 mejores álbumes del año. Pero, ¿qué ofrece Arrugas al veterano lector de cómic?
A modo de sinopsis, podemos decir que el tema de este cómic es la memoria y la pérdida de la misma, y cómo en gran medida somos lo que somos en función de lo que recordamos de nosotros mismos. Y cómo precisamente en la vejez, cuando más necesaria se hace esta memoria para sobrellevar el día a día y reafirmar la propia identidad, una enfermedad como el Alzheimer puede anular a la persona y acentuar aun más esa sensación de desorientación en un mundo ya extraño.
Este cómic es interesante en primer lugar por tratar un tema poco explotado en el noveno arte. En realidad Arrugas no se circunscribe únicamente a la enfermedad de Alzheimer, sino que orbita alrededor de la sensación de pérdida de utilidad para la sociedad que padecen los ancianos y enfermos, reforzada por la actitud de la propia sociedad y, más en particular, la propia familia. Evidentemente, el tema es proclive al acercamiento sensiblero y lacrimógeno y es de agradecer que Paco Roca no haya optado por esta vía. En este sentido, el autor da un salto cualitativo respecto a obras anteriores, como El faro (Astiberri, 2004) o El juego lúgubre (La Cúpula, 2001, en B/N; Dolmen, 2007, versión coloreada) y da muestras de un pulso narrativo más firme y menos predecible. Si bien los abundantes momentos donde el humor toma protagonismo pueden hacer pensar en una excesiva ligereza al tratar un tema tan serio como el que este libro plantea, sirven de contrapunto a esos otros momentos más duros y los cargan de un significado especial. A veces este equilibrio parece inclinarse demasiado hacia el lado de la ligereza, pero en líneas generales el tono resulta acertado. El retrato del día a día en la residencia de ancianos también está resuelto con naturalidad y precisión. Los diálogos son medidos, los silencios también. Pero los hallazgos más interesantes de Arrugas se encuentran tal vez en la plasmación gráfica de la historia. Roca tiene mano para sugerir sensaciones con imágenes, encadena las viñetas con fluidez y realiza unas excelentes transiciones entre escenas. Así, una verja o una escalera de aspecto inocente pueden tener un significado mucho más tétrico simplemente porque el autor ha acertado con el encuadre, el momento y el modo de dibujarlos. La escena a base de encuadres subjetivos en que el doctor revela al protagonista la naturaleza de su enfermedad es tremendamente efectiva y hay pocas maneras de mostrarla de forma más desgarradora. Y no es esta la única escena reseñable, pero mejor dejar que el lector las vaya descubriendo por sorpresa. Se puede decir que en lo que respecta a los recursos narrativos y técnicos utilizados y al dibujo, claro, simple y conciso pero suficientemente descriptivo, Paco Roca está brillante.
Sin embargo todos estos aciertos no logran eclipsar algunas lagunas o puntos negros del guión, que a algunos parecerán mínimos y a otros no tanto y que en cierto modo son los responsables de que esta obra no sea todo lo redonda que podría haber sido de haber pulido algunos aspectos, recortado algunas escenas y ampliado otras. Algún detalle, como el del compañero de habitación del protagonista y sus hurtos, se repite demasiadas veces a lo largo del cómic sin que esta repetición acabe de aportar algo a la historia. La escena de la “escapada” en coche es absolutamente irreal y bufa y se carga de un plumazo gran parte del trabajo previo, demasiado humorística y alocada para cuadrar en el tono de la historia (por no mencionar que recuerda poderosamente a Alguien voló sobre el nido del cuco). Las personalidades de casi todos los ancianos son tan arquetípicas que juegan en contra del propio concepto de la obra de reivindicación de la ancianidad, y por desgracia la relación del anciano/enfermo con su familia es un tema alrededor del cual se pasa casi de puntillas, cuando podía haber dado lugar a momentos muy interesantes. O no, quien sabe.
Por tanto, Arrugas me parece un tebeo de muy buen nivel, con algún que otro punto débil pero sin duda muy recomendable y que puede gustar tanto al lector habitual como al esporádico.
Bueno, este es el nivel medio que habría que pedir a cualquier tebeo