Apocalipsis friki (Peter Bagge)

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Apocalipsis Friki (Peter Bagge). La Cúpula, 2008. Rústica. 108 págs. B/N. 13 €


Durante el recién pasado Saló de Barcelona quienes así lo quisieron, tuvimos la oportunidad de echar un ojo y conocer un poco más a Peter Bagge. Una, en su total ignorancia, piensa que el artista del cómic underground va a ser una especie de hippie setentero de largas melenas o tupidas barbas, tamizado por los años grounge de “su” Seattle y algún que otro coletazo más. Como siempre –o casi- la realidad nos hace ponernos firmes y nos entrega a un hombre de apariencia tranquila, sonrisa amable y camisa + americana. Es bueno que muchas cosas sigan sorprendiéndonos. Y así sucede con la obra de este autor, que venía como novedad para el mencionado Saló de mano de La Cúpula Ediciones.

Este Apocalipsis friki parte de una base bien sencilla y que, a la par, se antoja poco menos que imposible: los norcoreanos hacen estallar una bomba atómica en el centro de la ciudad de Seattle, algo que se nos antoja harto complicado desde nuestra mentalidad europea, pilla a dos amigos de acampada, fuera de la urbe en la que residen y que ha sido devastada. Dos formas muy diferentes de ver la vida, dos maneras de enfrentarse a lo que se viene encima: cómo reaccionar ante una situación que supera todas las peores expectativas y para las que nada ni nadie parece estar preparado.

Aquí es donde empiezan a aparecer, como en un desfile, todos los demonios interiores que llevan dentro los personajes principales de este volumen único y, por extrapolación, muchas de las formas del americano medio, sobre todo, sus temores, que han sido plantados y regados con cuidado en los últimos años, y abonados con ahínco desde el terror de la Caída de las Torres Gemelas. Peter Bagge nos presenta delante de nuestras narices un relato que bien podría ser de humor, muy negro y sin contemplaciones, pero humor al fin y al cabo, aunque va decantándose hacia la desesperanza, hundiendo a sus personajes en una espiral de violencia, con una tesitura tal que llegamos a comprender y a –incluso- apoyar. Nada es lo que parece, ¿recuerdan? Por eso, al final, queda un pequeño espacio para que asome una luz… o no, pues los giro de tuerca parecen no acabar nunca en este Apocalipsis friki.

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Al igual que lo que se cuenta, donde la acción no baja de intensidad en casi ningún momento, el dibujo de Bagge está siempre en movimiento y lleva a los personajes al borde del colapso, haciendo que saquen su lado más histriónico, inhumano, infrahumano o sobrehumano, según lo requiera la situación a la que deben enfrentarse y sus caracteres propios.

Los diálogos vuelven a ser parte fundamental de este cómic, por lo que el dibujo, de nuevo, se centra en los personajes y sus reacciones físicas, pero esta vez, el fondo de la historia actúa también como fondo de la viñeta, por así decirlo: los protagonistas van cambiando su entorno , lo que hace que los acompañemos por bosques, granjas, poblaciones, que son siempre atravesadas en coche –esto es América- en su ir y venir en busca de respuestas y de personas vivas y, a ser posible, más o menos cuerdas.

Quien conozca el dibujo característico de Bagge, encontrará aquí un buen muestrario de sus mejores trazos; quien no (¿quién no?) se sorprenderá tanto por el tratamiento de la temática como por la composición de los personajes. Asimismo, a los incondicionales de Peter Bagge no hará falta recomendarles este nuevo volumen, pues seguramente ya formará parte de su colección particular, aunque desde mi punto de vista, no aporta nada nuevo a su perfil de artista; y a todas aquellas personas que aún no hayan leído nada suyo, es una buena oportunidad de acercarse a un autor con un mundo y una visión muy particular, propia de reflejar los Estados Unidos que le ha tocado vivir.

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Interesante, pero no resiste una purga por motivos de espacio


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