Supongo que no soy el único que ha hecho esta asociación de ideas. Primero, veamos una pequeña secuencia de El arte de volar (Edicions de Ponent, 2009), de Antonio Altarriba y Kim. Los muchachos del pueblo corren sobre las numerosas paredes de piedra que los campesinos han levantado para separar sus tierras. Sobre algunos de los muros, cristales, para impedir la escalada, y sobre una de las tapias, los chicos han construido una cabaña donde se refugian. El campo, visto desde lo alto y debido a la profusión de tapias, parece una red o un laberinto.
Y ahora recordemos Ici Même (Norma, 2005), publicado originalmente por Casterman en 1979, de Jean-Claude Forest y Jacques Tardi. El protagonista de la historia es propietario de las paredes y puertas que delimitan los terrenos de los vecinos de un condado, y su vida transcurre subido a estas tapias. De hecho posee una casita sobre ellas y, como también sucede en El arte de volar, a veces se las tiene que ver con esos peligrosos cristales y también su paisaje es una retícula asimétrica.