Arno



Ayer se celebraba el cumpleaños póstumo de Charles Addams, y hoy es el turno de celebrar el que había sido el 105 cumpleaños de su compañero en The New Yorker, Peter Arno, uno de los nombres más reconocibles de la publicación y por tanto de la viñeta humorística.

Nacido Curtis Arnoux Peters Jr, Arno estudió en Yale, y en sus chistes se evidencia el gusto por retratar los usos y costumbres de la alta sociedad de la época. Hijo de un juez, el futuro dibujante mostraría durante su juventud distintas aptitudes artísticas, desde las musicales a las literarias, aunque finalmente acabase escribiendo su nombre en la historia gracias al cómic. Guapo, rico y con confianza en sí mismo, el talento como humorista de Arno dio lustre desde el año de su nacimiento, 1925, y durante 43 años, a The New Yorker, una publicación dirigida un público de cierto nivel social y educativo que conectaba perfectamente con los indolentes y frívolos chistes del dibujante. Algunos atribuyen a Arno el mérito de inventar el one-liner (chiste sin palabras acompañado en su base de un pequeño texto que completa y redondea el sentido de la viñeta), aunque él mismo se encargó más tarde de desmentirlo. Su propio estilo de dibujo parece una extensión de su propia persona: elegante, preciso, seguro, y con un importante sentido del diseño, de la composición y de la economía visual.

Arno publicó habitualmente en The New Yorker hasta la fecha de su muerte, y además de influir enormemente en muchos de los autores de viñetas humorísticas, su sombra se alarga hasta el día de hoy en la caligrafía de autores como Seth, que en La vida es buena si no te rindes fabulaba sobre un ignoto autor de viñetas cómicas cuyo trazo, según se puede apreciar en los chistes que se le atribuyen al final del libro, tiene mucho que ver con el de Arno.

Hoy mismo, Mike Lynch escribe una interesante entrada sobre Arno en la que comparte alguna anécdota sobre su método de trabajo y su apreciación del mismo, y en Hairy Green Eyeball y en esta cuenta de Flickr pueden verse varias de las viñetas de Arno. Pero antes de ir a verlas, podéis echar un ojo a estas otras, escaneadas del libro The complete cartoons of The New Yorker (Black Dog & Leventhal, 2004).