Deitch al habla



El secreto de mi rutina de trabajo es que creo que he cultivado una relación con mi subconsciente, de manera que me he dado cuenta de que es una parte diferenciada del cerebro. Por ejemplo, está la parte del cerebro que hace entrevistas u otras cosas en la vida. Una manera de llegar a ella es llevarme el trabajo a la cama conmigo, especialmente cuando estoy creándolo. Lo hice anoche; eché una ojeada a lo que había hecho durante el día y busqué los problemas en sus puntos débiles y necesitados de mejora. Haciendo esto justo antes de ir a dormir, mi cerebro trabaja en ello mientras duermo. Me despierto por la mañana y me pongo a trabajar en ello en cuanto me meto un café al cuerpo. Es sorprendente cómo los pequeños problemas se empiezan a solucionar por sí mismo, porque aunque pienses que no estás trabajando en ello, algo ahí detrás lo está haciendo.

Christopher Irving entrevista a Kim Deitch en NYC Graphic. Unos pocos extractos más de la entrevista a continuación.



Estoy muy inspirado por R Crumb. Diría que es mi mayor ídolo en el cómic. Fue una de mis mayores inspiraciones para meterme a fondo en todo esto. Aunque ya había estado involucrado, él elevó el nivel e hizo que el nivel de compromiso fuera mucho más alto.

Me gustaría pensar que yo no soy muy diferente, en términos del nivel de compromiso, de alguien como él. No soy tan buen artista como él, pero no sé si alguien lo es. Solo trato de contrar buenas historias sólidas. Trato de hacerlas lo suficientemente reales como para creérmelas dramáticamente cuando las escribo. Es algo muy importante en mi vida. He estado haciendo esto durante cuarentaytantos años y finalmente he llegado al punto en que me gusta dibujar. Me he entrenado hasta el punto en el que me gusta dibujar y me he entrenado para tener hábitos de trabajo razonablemente buenos. Sin ello estaría perdido; es lo que hago.



Un libro que tuvo en mí una enorme influencia (y no es que me encantara, pero me gustó) fue Diario de una adolescente de Phoebe Gloeckner, donde se alternan capítulos de ficción ilustrada con capítulos de cómic. Creo que mucha gente ha pensado en hacerlo, pero ella fue la primera en hacerlo realmente. Mi respuesta inmediata a eso fue introducir en Alias the Cat una secuencia de trece páginas en la que una mujer graba en una cinta un historia hablada. Así que para esa secuencia hice ficción ilustrada, y creo que tuve éxito en penetrar más profundamente en su cabeza.



Algo muy específico me inspiró a adoptar la aproximación de la entrevista, hace unos diez años, antes de que hubiera reality shows en televisión hubo reality comics. Art Spiegelman empezó a realizar estos trabajos de auténtico periodismo para la revista Details. Yo me topé con una historia realmente buena, fui a Virginia y entrevisté a un tipo en el Corredor de la Muerte, fui testigo de su ejecución y volví a la escena del crimen y hable con la gente relacionada con él. Tuve una tremenda suerte de principiante con esa historia, y parecía que todo salía a pedir de boca. Después de un tiempo empecé a sentirme como Jimmy Olsen. Pensaba, «¡Dios mío, estaba desoyendo mi vocación! He estado en una torre de marfil todos estos años, inventando historias de la nada, pero podría haber estado hablando con la gente. Esta podría ser la manera de hacer las cosas.»

(…) En cierto momento fue como, «parece que se ha acabado», y en cierto modo me alegré, porque se me estaba empezando a ir de las manos. Por otra parte, me acostumbré tanto a entrevistar a la gente, como en Alias the Cat, que todavía entrevisto a la gente, sólo que es gente que me he inventado yo.




Si llamas a los cómics largos novelas gráficas (y me parece bien), tal vez estaría bien empezar a jugar con el formato y hacer los cómics un poco más parecidos a las novelas. En realidad, eso es justo lo que estoy haciendo ahora mismo.

(…) Parece que los cómics son un gran sistema para relacionar palabras y dibujos, pero hay ocasiones en las que ciertas ideas subjetivas se expresan mejor en una novela. (…) Pienso en la versión de Hamlet de Classic Comics, que tengo y hasta cierto punto me encanta. Lo ves ahí de pie, con ese gran bocadillo con todo el monólogo de «ser o no ser» en un gran bocadillo. Tiene aspecto de novela, pero no funciona dramáticamente. Tal vez, experimentando, las cosas se puedan hacer mejor.



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La historieta Ready to die la escaneamos de McSweeney’s literary concern #13 (McSweeney’s, 2004), antología de cómic editada por Chris Ware.