…y nos enseñó a volar

En verano de 2008, y a raíz del juicio por los derechos de Superman que enfrenta a DC y los herederos de Jerry Siegel, se hizo pública parte de la correspondencia mantenida entre el guionista y la editorial, una serie de cartas muy reveladoras sobre la relación entre ambos y su efecto en el primer superhéroe. Aquí tradujimos todas aquellas cartas (se puede acceder a ellas desde esta entrada, justo al final). A la luz de estos nuevos documentos y utilizándolos como base, realizamos un artículo sobre la creación de Superman por parte de Jerry Siegel y Joe Shuster, sus problemas con la editorial, los juicios que propiciaron que sus nombres desapareciesen de los cómics, su retorno en los años ’70 y su reivindicación por parte de sus pares y otros asuntos de índole legal. El artículo se publicó en la revista Dolmen #157 (diciembre de 2008), y lo recuperamos ahora con ligeras modificaciones y enlaces añadidos.

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La semilla

¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No, sólo es el mayor icono del cómic de la historia. Superman. Una imagen, un emblema, una idea tan arraigada en la cultura popular de medio mundo que basta con enseñar la S de su pecho a tu madre para que sepa a quien te refieres, aunque nunca haya leído un cómic. Desde luego, como concepto es fascinante, y da un nuevo par de alas al cómic cuando demuestra que el truco está en poner los límites de lo creíble siempre un poco más lejos. Más que eso, el nacimiento de Superman supone en cierta medida un gran paso en el camino de la maduración del cómic como medio… y a la infantilización de sus contenidos. Hasta ese momento, todos los géneros abordados por la historieta han sido géneros preexistentes, préstamos de la literatura o el cine, hasta que el primer número de Action Comics abre la puerta del primer género específico del noveno arte que después tomarían prestado otras artes. Un género enormemente popular hasta nuestros días y que ha reportado enormes beneficios a las empresas del ramo. Por otra parte, Superman es la piedra angular de un nuevo tipo de cómic que ya no se dirige a toda la familia, como el cómic de prensa, sino específicamente a un público infantil. Su éxito es tan absoluto que se llega a la conclusión de que son los niños el público principal al que debe dirigirse la historieta, y esto marca el destino del cómic durante muchas décadas.

Sin duda, la creación de Superman es digna de haber sido ideada tras largas sesiones de trabajo por un grupo de empresarios, publicistas y expertos fabuladores de historias. Y sin embargo, todo parte de la cabeza de un joven estadounidense hijo de emigrantes lituanos judíos, Jerome K. Siegel, Jerry Siegel para la posteridad.


Siegel y su mejor amiga de juventud, la máquina de escribir.


Nacido en Cleveland (Ohio) en 1914, Siegel es desde muy joven un gran aficionado a la fantasía y la ciencia ficción. De hecho, tras ser rechazados sus relatos por revistas como Amazing Stories o Science Wonder Stories, decide autopublicarse, algo que hoy puede parecer normal, pero que no lo es en 1929. Así, un muchacho de unos 14 años años reúne sus cuentos en un panfleto mimeografiado bajo el título Cosmic Stories y crea el que está considerado por muchos como el primer fanzine de ciencia-ficción de la historia. Este chico promete.

En 1931, Siegel conoce a Joe Shuster, un muchacho de su misma edad nacido en Toronto (Canadá), hijo también de emigrantes judíos y que comparte las aficiones del primero. Ambos adoran Little Nemo y Tarzan, y ponen manos a la obra para crear tiras de prensa como Interplanetary Police o Snoopy and Smiley con la esperanza de venderlas a alguna editorial.


El joven y apuesto Shuster.


También juntos lanzan en 1932 otro fanzine llamado Science Fiction: The Advance Guard of Future Civilization. Por el fanzine pasarían más tarde las plumas de Forrest J. Ackerman y Ray Bradbury, Mort Weisinger y, atención, Julius Schwartz, que llegaría a ser editor de Superman en DC. En el número tres del fanzine, de enero 1933, Siegel publica (bajo el seudónimo Herbert S. Fine) un relato ilustrado por Shuster, The Reign of the Super-Man. El relato está escrito en 1932 y supone la primera utilización conocida de Siegel del término “superman” (inspirado en el Übermensch de Friedrich Nietzsche), aunque su protagonista sea un villano.


Primeras págians de The Reign of the Super-Man.


Tras la edición de aquel relato, Siegel decide retomar la idea de Superman reconvertido en héroe, a la manera de su admirado Tarzan, pero más “súper”, más “sensacional”. Siegel se topa con el primer héroe de ficción creado exclusivamente para el formato de revista: Detective Dan, Secret Operative No. 48, de Norman Marsh. Lo publica Humor Publications Co., y precede en un año a la aparición en el mercado que habitualmente se considera como el primer comic book moderno, Famous Funnies.


El primer (y único) número de Detective Dan.


Siegel piensa que su Superman tiene posibilidades editoriales en este nuevo formato y junto a Shuster crea The Superman en forma de comic book. En esta versión de 1933, Superman no tiene aún su traje característico y es más un hombre de acción que un auténtico superhéroe, aunque los autores creen recordar que en algunas escenas, el personaje tenía una capa como la de Batman. A Humor Publications Co. le gusta el trabajo que presentan Siegel y Suster, pero los fracasos comerciales de otras series disuaden a la compañía de arriesgarse con un nuevo título a cargo de dos autores desconocidos. Shuster, enfadado, destroza todas las páginas, aunque Siegel logra salvar la portada, único documento gráfico de aquella aventura y en la que podemos ver a un Superman aún sin su capa y traje típicos.


Lo que queda del primer Superman de cómic.


Inspiración y transpiración

Tras este traspiés, durante la noche de un caluroso verano de 1934 en la que Siegel contempla el techo de su habitación sin poder dormir, la inspiración desciende sobre él. Se levanta de la cama a intervalos y escribe lo que sería el concepto casi definitivo del moderno Superman, el héroe con superpoderes venido de muy lejos. Por la mañana corre hasta la casa de Shuster y le comenta su idea de convertir a Superman en un auténtico superhombre y venderlo como tira de prensa. Al menos esta es la historia que el propio Siegel declararía más tarde, alimentando en cierta medida el carácter mítico de su personaje a través de este relato de inspiración súbita. Sobre estas ideas, Siegel escribe el guión completo de la que sería la primera historia de Superman, que realiza junto a Shuster en forma de tiras de prensa.


La pareja enfrascada en su creación.


Siegel era un muchacho tímido, introvertido y muy aficionado a los pulps de la época. Por eso no es raro que esa idea para su superhombre sea más que parecida a la que Philip Wylie desarrolla en su libro Gladiator, editado en 1931. En dicha novela, un inventor sintetiza un suero capaz de proporcionar a un humano la fuerza proporcional de una hormiga y la capacidad proporcional de salto de un saltamontes, “superpoderes” que aparecen también en la primera página de Action Comics #1. El protagonista de Gladiator tiene superfuerza, supervelocidad, piel a prueba de balas y en gran medida trata de ocultar a los ojos del público estas habilidades. ¿Os va sonando? Como curiosidad, Gladiator llegó más tarde al cómic de forma más literal. En 1976, Roy Thomas y Tony DeZuñiga adaptan parte de la novela en Marvel Premiere #9, y más tarde Thomas crea un personaje en la serie de DC Young All-Stars, Arn “Iron” Munro, hijo del gladiador original. Tal vez os suene más la adaptación de Howard Chaykin y Russ Heath, Legend, una miniserie de cuatro números editada en 2005 por el sello Wildstorm. También aparece un ejemplar del libro de Wylie en el apartamento de Hollis Mason, en Watchmen.


Como se anuncia en la portada, Hugo Danner, protagonista de Gladiator, es un «superman».


No es Gladiator la única fuente de inspiración de Siegel, ya que Superman bebe también de Tarzan y Doc Savage (al que a veces se atribuye el calificativo de “superman”), John Carter of Mars (que salta grandes distancias en Marte debido a su menor gravedad) y en gran medida del cine de la época. Por ejemplo, el nombre de Metrópolis retoma el de la película homónima de Fritz Lang, y muchos de sus edificios nacen del recuerdo de Shuster de su Toronto natal. El propio nombre de Clark Kent surge de aunar los nombres de dos estrellas del celuloide de la época, Clark Gable y Kent Taylor. No es solo el nombre lo que los autores toman prestado de las películas. (…) Y, por supuesto, estaba inspirado en muchos de los héroes de ficción y los clásicos. En las películas mudas, mi héroe era Douglas Fairbanks Sr., que era muy ágil y atlético, relata Shuster en una entrevista. Así que creo que podría haber sido una fuente de inspiración para nosotros, incluso en su actitud. Tenía una pose que yo a menudo usaba al dibujar a Superman. Verás en muchos de sus papeles –incluido Robin Hood- que siempre se colocaba con los brazos en jarras y las piernas abiertas, riendo –sin tomarse nada en serio. Clark Kent, supongo, tenía un poco de Harold Lloyd.


Fairbanks y Superman, cortados por el mismo patrón.


También el traje de Superman encuentra su inspiración en el cine, especialmente en los disfraces de Douglas Fairbanks Sr. en películas como The Black Pirate, The Mark of the Zorro o Robin Hood. Siegel y Shuster piensan que una capa añade dinamismo al héroe cuando se mueve o salta a gran velocidad, e idean un emblema en el pecho, una S remarcada por un escudo casi triangular. Después, se dan cuenta de que la S también es la inicial de los apellidos de ambos.

Por supuesto, todo este mercado del entretenimiento al que Siegel es aficionado está basado en la figura del héroe en su lucha contra el mal, y conviene recordar que antes de que naciese la primera semilla de Superman, Mitchell Siegel (nacido Mikhel Segalovich), padre del guionista, falleció de un ataque al corazón provocado por un atraco a la tienda que regentaba. Así, muchas de las características del héroe kryptoniano están basadas en las propias vidas de Siegel y Shuster. Cuenta Siegel en una entrevista: Cuando estudiaba en el instituto, pensaba que algún día podría convertirme en periodista, y me gustaban varias chicas atractivas que, o bien no sabían que yo existía, o no les importaba. Así que se me ocurrió: ¿qué pasaría si yo fuese realmente tremendo? ¿Qué pasaría si fuera capaz de hacer algo especial, como saltar sobre edificios, o lanzar coches por los aires, o algo así?

Una noche, en la que me estaban viniendo todas las ideas, se me ocurrió el concepto de que Superman podría tener una identidad dual, y que en una de sus identidades podría ser sumiso y apacible, como era yo, y llevar gafas, como yo. La heroína, que ideé como una especie de chica periodista, pensaría que él era una especie de gusano; pero estaría loca por el personaje de Superman, que podría hacer todo tipo de cosas fabulosas. En realidad, ella estaba coladísima por él, y la gran broma era que el tipo por el que estaba loca, también era el gusano que despreciaba.


Dos hombres y un destino desde 1935.


Aquella heroína, Lois Lane, no sólo sería un elemento principal en la serie de Superman, sino también en las vidas de los autores. Shuster había contratado a una muchacha llamada Joanne Carter como modelo para sus dibujos, que se convertiría en la modelo para Lois Lane. Shuster comienza a flirtear con ella, pero finalmente es Siegel quien se lleva el gato al agua y la pareja acaba convertida en matrimonio en 1948. El periódico en que trabajan tanto Clark Kent como Lois Lane recibe el nombre de The Daily Star, a semejanza de The Daily Toronto Star, el periódico para el que Shuster había trabajado como vendedor a los 9 años en su Toronto natal y que en el que leía sus tiras de prensa favoritas. En 1940, DC pide a los autores que modifiquen el nombre y se convierte en el Daily Planet.


Lois Lane-Joanne Carter según los lápices de Shuster.


Siegel y Shuster presentan su creación, según sus palabras, prácticamente a todas las editoriales del país, y en todas son rechazados. A finales de 1934, Shuster atraviesa una etapa de desencanto y abandona el proyecto, pero Siegel continúa inasequible al desaliento y busca otros dibujantes para llevar a cabo su tira de periódico. Se pone en contacto con Russell Keaton, un dibujante de cierto renombre por su trabajo como ghost artist (“negro”, para entendernos) en las páginas dominicales de Buck Rogers y le ofrece el proyecto. Russell llega a dibujar varias tiras de prueba, pero finalmente no se embarca en esta aventura por considerar a Siegel demasiado “joven e inexperto”. Como curiosidad, en esta versión, Superman no llega a la Tierra enviado por su padre desde otro planeta, sino que lo hace a través de una máquina del tiempo desde el futuro.



Dos de las viñetas de Keaton, cortesía de James Vance.


Finalmente Shuster vuelve junto a Siegel y continúan su particular travesía por el desierto tratando de vender su tira de prensa a distintas editoriales. Aunque Superman no acaba de tener éxito, entablan relaciones con “Major” Malcolm Nicholson-Wheeler, propietario de National Allied Publications, una de las tres compañías que más tarde se fusionarían para dar lugar a DC, y debutan profesionalmente en New Fun, the Big Comic Magazine #6 (con fecha de portada de Octubre de 1935) con dos personajes, Henri Duval y Dr. Occult. Este último, cuyas historias se basan en la investigación de lo sobrenatural, presenta ya algunas características de lo que después conoceremos como superhéroe. (…) Jerry y yo vendimos nuestras dos primeras historias a DC Comics, recuerda Shuster. Una era sobre Henri Duval y la otra era Dr. Occult. Una estaba dibujada en papel marrón de envolver y la otra estaba dibujada en la parte de atrás de papel de empapelar de Toronto. ¡Y DC las aprobó, como si nada! ¡Fue increíble! Pero en DC dijeron: “nos gustan vuestras ideas, nos gustan vuestros guiones y nos gustan vuestros dibujos. Pero por favor, pasad las historias a tinta en buen papel”. Shuster pide el dinero a sus padres y compra papel de dibujo; es el primer papel “de verdad” en el que dibuja en su vida. Así, entre 1935 y 1938, Siegel y Shuster crean varias series para Nicholson-Wheeler, entre las que destaca Slam Bradley, personaje recurrente a día de hoy en el Universo DC y en el que encarnan algunas de las particularidades de su Superman, un poco a modo de prueba.


Siegel y Shuster bajo seudónimo firman esta historia de Dr Occult en More Fun Comics #16 (1936)


National Allied Publications llega a expresar su interés en publicar Superman, pero Siegel y Shuster rechazan la oferta. En aquella época, los comic books están muy mal pagados y los autores quieren publicar la niña de sus ojos en forma de tira de prensa en una compañía más importante, lo que les reportaría no sólo mayores beneficios económicos, sino mayor prestigio. Pero el mundo editorial es complejo y propenso a carambolas. Hay algunos sindicatos de prensa que, aunque no están dispuestos a publicar directamente Superman, quieren ayudar a los jóvenes. McClure Syndicate envía a Siegel y Shuster al editor Max Gaines, necesitado de cómics para publicar. A Gaines no le gusta la serie, pero sí a su editor subalterno Sheldon Mayer, que se queda con las historias de Superman para tratar de que alguien las edite. Por aquella época Gaines compra dos nuevas prensas en color, y la forma de amortizarlas es imprimir cómics sin parar. Ofrece a Harry Donenfeld, que ha comprado National Allied, imprimir Detective Comics, la serie de comic books, por un buen precio, pero éste rechaza la oferta. Gaines contraataca ofreciéndose para encontrarle nuevos cómics que publicar si acepta imprimirlos en sus prensas. Donenfeld acepta, entre otras cosas porque precisamente está buscando historias para lanzar un nuevo título, Action Funnies. Gaines habla con su editor, Mayer, que le recuerda que tienen todavía en cartera Superman. Es mejor que nada, replica Gaines, y envía las tiras de Superman y otras historias a Donenfeld con el beneplácito de Siegel. Vin Sullivan, editor de Donenfeld, queda bastante impresionado con Superman y da tres semanas a los autores para que trasladen las tiras de prensa al formato comic-book en una historia de 13 páginas. Siegel y Shuster remontan, recortan y añaden detalles a las dos primeras semanas de tiras, y presentan la historia definitiva. Reciben, por las páginas y los derechos sobre el personaje, un cheque de 130 dólares, y la historia se publica en abril de 1938 (con fecha de portada de junio) en Action Comics #1.


Portada de Action Comics #1, probablemente una de las más homenajeadas de la historia del cómic.


Al menos esa era la historia oficial hasta el momento, ya que en una entrevista reciente, Douglas Nicholson-Wheeler, hijo del editor original de National Allied, afirmaba que en realidad el proyecto de editar Superman en Action Comics ya estaba en la cabeza de su padre desde otoño de 1937, y que su concepto era más adulto y cercano al superhombre de Nietzsche, en concordancia con la época de depresión que vivía América. En cualquier caso, Nicholson-Wheeler (padre) se vio obligado a vender a Donenfeld su editorial antes de poder llevar a cabo su deseo (siempre según la versión de su hijo). El resto, es historia, y recientemente un ejemplar de Action Comics #1, con precio de portada de 10 centavos, se vendía por un 1.500.000 dólares.


El Mayor, ese hombre


Comienza la aventura

Las cifras de venta de un cómic concreto no se conocen hasta meses después de su puesta en circulación, con lo que los directivos de DC no saben inmediatamente si el nuevo personaje que tienen entre manos es un éxito o no. De hecho, después de protagonizar la portada de Action Comics #1, el superhéroe no vuelve a ocupar la portada -por deseo expreso del editor- hasta el número 7, y no lo hace de forma regular hasta el 19, con fecha de portada de diciembre de 1939. En todo caso, cuenta la leyenda que el contable de Donenfeld, Victor Fox, llega un buen día a las oficinas de DC a las 10 de la mañana, ve las cifras de venta de Action Comics #1, dimite a las 11, alquila una oficina en el mismo edificio, y a las 2 de la tarde ya está entrevistando a personal para lanzar una nueva línea de cómics de superhéroes. Desde luego, esto no pasa de ser una leyenda, pero sirve para ejemplificar la nueva veta de oro encontrada en la mina del cómic, y el práctico Fox lanza Wonder Comics a principios de 1939. La cabecera está protagonizada por Wonder Man, un superhéroe creado por Will Eisner ante indicaciones específicas de Fox. Tan específicas que resulta un plagio evidente de Superman y es demandado por DC. En el juicio, a Eisner no le queda más remedio que confesar el plagio y Wonder Comics no pasa del número 2. DC no está dispuesta a permitir que otros se lucren aprovechando el éxito de su personaje… ni siquiera sus creadores.


Portada de Eisner, también autor de la historieta principal, para el primer número de Wonder Comics, con fecha de portada de mayo de 1939.


Ya en 1938, autores y editores comienzan a percibir el olor a dinero que desprenden las páginas de Superman. Muy pronto se habla de llevar a Superman también a las tiras de periódico. En Septiembre, Jack Liebowitz, copropietario de DC, escribe una carta de contestación a Siegel: No había previsto que cuando te pedí que vinieras a New York para discutir el tema de la sindicación en los periódicos, querrías beneficiarte de la visita y tratar de subir tu precio por Superman. Debes tener en mente, Jerry, que cuando empezamos con Action Comics aceptamos pagaros 10$ por página, lo que representa 4$ más de lo que cualquier otro está recibiendo por cualquier otra serie en cualquiera de nuestras revistas. (…) Respecto a la tarifa de 25$ por reimpresiones, cuando Superman alcance la misma popularidad que Dick Tracy, Orphan Annie, Skippy, Mutt & Jeff y otras docenas de series de alto nivel, estarás en posición de pedir más dinero –y nosotros estaremos más que satisfechos de compensarte en concordancia.

En la misma carta, Liebowitz hace referencia a una reciente encuesta con la que DC pretende saber cuáles de las series que se publican en las páginas de Action Comics son las favoritas del público: De hecho hoy hemos abierto el resto de correo de la encuesta y hemos visto que aproximadamente el 25% indica a Zatara como su cómic favorito, al 20% le gusta Pep Morgan, al 15% Tex Thompson y sólo el 30% ha designado a Superman como su favorito, repartiéndose el resto entre las otras series de la revista, así que no te pongas tan chulo. Liebowitz continúa la carta en tono condescendiente, haciendo ver a Siegel que realmente es DC quien les está haciendo un favor a él y a Shuster, e incluso le amenaza con sustituirles en la serie. Siegel, tal vez amedrentado, contesta: Tu información sobre que ya estamos recibiendo 4$ y 3$ más por página que otros contribuidores nos da la perspectiva adecuada. Como he mencionado antes, Joe y yo agradecemos (especialmente tras haber trabajado con Nicholson) haber conseguido un buen trato con Detective Comics, Inc. Vuestros pagos son rápidos, vuestro trato amistoso y cortés -¡¿Quién podría pedir más?!


Segunda aparición en portada de Superman.


En Enero de 1939, Superman da el salto a los periódicos a través del sindicato McClure, lo que no hace sino intensificar los desacuerdos entre autores y editorial. Si en las primeras historietas en Action Comics Siegel y Shuster tenían una gran libertad creativa, fundamentalmente por la prisa de los editores en obtener material fresco, cuando la tira de prensa hace su aparición, DC refuerza su control creativo sobre el personaje en cualquiera de sus formatos. También es cierto que el salario para los autores aumenta hasta los 500 dólares por historia en el comic book. Me parece, por si todavía no te has dado cuenta, que tu éxito y el de Joe está limitado por cada error que cometéis, en particular respecto a la tira de periódico, escribe Liebowitz a Siegel en una carta de abril de 1939. Con la publicación de esa tira llegáis a una audiencia más amplia y más crítica, no sólo de lectores adultos, sino de los editores que parecen ver grandes posibilidades para esta tira, pero predicen un fracaso total si no realiza un cambio rápidamente. Para mí, dejando aparte cualquier comentario sobre vuestra calidad, tenéis el germen de una gran idea en Superman, pero necesitáis supervisión editorial constante y un alter-ego que pueda criticar y señalar pequeños detalles que no son apreciables por alguien de fuera y que pueden hacer que la tira tenga éxito o se hunda.


El círculo se cierra: de la tira de prensa al comic book para volver a la tira de prensa.


Con fecha de portada de verano de 1939, Superman obtiene su propia cabecera, aunque también sigue publicándose en Action Comics y en los periódicos. Al principio, Siegel y Shuster trabajan codo con codo. Trabajábamos muy unidos. Al principio, él [Siegel] se sentaba junto a mí en la mesa de dibujo, cuenta Shuster. Él tenía su guión y me describía la escena. Primero me leía la escena, y yo la absorbía y visualizaba. Y él decía: “Esto es justo lo que tengo en mente” o “hagamos algunos cambios aquí”. Incluso me describía las posiciones de Superman que quería y cómo debía actuar el personaje; era casi como un escenario de película. Él hacía prácticamente todo salvo dibujarlo –realmente lo visualizaba todo para mí, y yo lo absorbía.


La portada del primer número de Superman, basada en la splash de Action Comics #10.


Pero la presión de dibujar tantas páginas es demasiada para Shuster, que debe dejar parte del trabajo en manos de asistentes. Shuster sigue realizando todos los lápices de las figuras, aunque sea de forma esquemática, y dibujando a tinta la cara de Superman prácticamente hasta que abandona DC. No es la primera vez que Shuster utiliza asistentes. Ya lo hizo en Slam Bradley y Dr. Occult, y para la tira de periódico de Superman decide recurrir a uno de aquellos asistentes, Wayne Boring. Años después, Boring se convertiría en el dibujante “oficial” de Superman y uno de los responsables de su look clásico a lo largo de los años 50.

Whitney “Whit” Ellsworth, editor por aquel entonces de los títulos de Superman y más tarde productor y guionista en las series animada y de acción real de televisión basadas en el personaje, no está contento con las páginas de Siegel y Shuster, especialmente con el dibujo. En Enero de 1940, escribe a Siegel: (…) el dibujo ni se acerca a ser lo bueno que debería ser si queremos que Superman continúe siendo un éxito. (…) Entre tú y Joe tenéis que ser capaces de diferenciar lo que es bueno y lo que no, y debéis insistir en conseguir sólo buen material. Si un tipo en particular no es capaz de entregar [buen material], es cuestión de encontrar a alguien que sea capaz de hacerlo. Vuestro presente y futuro, como probablemente sabéis, está íntimamente ligado al éxito de Superman. Por “tipo en particular”, Ellsworth está refiriéndose a Boring. En otra carta de enero del mismo año, Liebowitz apostilla: Veo que eres bastante entusiasta acerca del trabajo de Mr. Boring. Recibimos las pruebas de la tira diaria que hizo y ciertamente nos impresionaron sus muchos defectos. Whit ya te ha transmitido estas críticas.


Boring en la tira de prensa a finales de 1939.


Superman ya es todo un fenómeno de masas. Comienza la producción de merchandising y se habla de un serial radiofónico. Los autores son entrevistados por el Plain Dealer, periódico de Cleveland, lo que no hace ninguna gracia a Liebowitz, que quiere mantener un control estricto sobre su personaje: También planeamos emprender varias licencias. En este sentido, tenemos que organizar un departamento de publicidad que maneje toda la información relacionada con Superman. Por tanto es importante que no concedáis más entrevistas. Podíais haber mencionado en vuestra entrevista que los primeros que vieron algo en la serie de Superman fueron Detective Comics, Inc., que compraron todos los derechos de la misma. También podíais haber dicho que tenéis un acuerdo muy satisfactorio con Detective Comics, Inc. como compensación por la transferencia de todos vuestros derechos, así que de ahora en adelante os prohibimos conceder ninguna entrevista relacionada con Superman y su desarrollo.


Siegel y Shuster en el Plain Dealer de Cleveland.


En Febrero de 1940, el serial radiofónico ya es una realidad. Sus emisiones popularizan buena parte de las frases, personajes y elementos que hoy en día asociamos al personaje. “It’s a giant bird! It’s a plane! It’s SUPERMAN!”, Perry White, Jimmy Olsen y la kryptonita son creaciones radiofónicas que llegarían más tarde a los cómics. La popularidad de la serie es enorme, alcanzando los mayores índices de audiencia de un serial de este tipo. Superman extiende su capa sobre el país, como se pone de manifiesto en esta otra carta de Liebowitz a Siegel en Mayo de 1940: Aunque estamos en negociaciones acerca de distintas licencias, ninguna de ellas se ha materializado todavía. Creo que ya te dije que los derechos para las películas se han vendido a Republic para ser desarrolladas como un serial de 13 capítulos. El precio que obtuvimos fue 8.000$, y aunque esta suma puede parecer insignificante hemos seguido adelante porque estamos seguros de que la publicidad que recibiremos como resultado de esta aventura nos ayudará materialmente a elaborar el proyecto para radio y para promocionar las ventas del material licenciado. Por cierto, Macy’s está construyendo para su desfile del Día de Acción de Gracias una figura de Superman de 4 pisos y medio de altura que costará aproximadamente 15.000$. Liebowitz también hace referencia al caso anteriormente citado contra la editorial de Victor Fox: Esta mañana hemos recibido la decisión de la Corte de Apelación sobre el caso que Fox llevó a una instancia superior. El veredicto ha sido en nuestro favor y la decisión tomada en la corte inferior se ha mantenido. Ahora estamos en proceso de examinar revistas de la competencia sobre si infringen los derechos de Superman, tanto en su traje como en sus hazañas. Al año siguiente, DC demandaría a Fawcett Publications al considerar que su Capitán Marvel es una copia de Superman, litigio que no sería resuelto hasta más de 10 años después, terminando prácticamente en tablas. Por desgracia para el Capitán Marvel, después tendría problemas con Marvel por su nombre y tendría que llevar en portada el título Shazam!… pero esa, es otra historia.


La figura de Superman de cuatro pisos y medio realizada por Macy’s para su desfile anual en 1940.


Por mucho que Superman se esté revelando como una mina de oro, desde la editorial no pueden permitir que sus estándares de calidad no se cumplan, y las críticas al trabajo de Siegel y Shuster son constantes. Por una parte, les enoja la tardanza en el envío de las historias, que les obliga a trabajar contrarreloj en su corrección e impresión, y por otra, el dibujo de Shuster y sus asistentes parece no agradar ni siquiera un poco a Ellsworth. El trabajo tanto en las tiras diarias como en las páginas dominicales era de nuevo bastante malo, escribe a Siegel en noviembre de 1940. Tuve que emplear todo el día, con mi mediocre talento, en intentar acortar algunos brazos simiescos y en eliminar algunos mechones extremadamente rizados en la frente de Superman, y en hacer a Lois más asexual. Las historias de la revista son incluso peores que cualquier cosa que tenga que decir sobre el trabajo sindicado. Incluso la historia de 26 páginas que te llevaste para corregir sigue pareciendo bastante mala. Devolvemos las dos portadas para Action Comics ya que no son para nada adecuadas desde el punto de vista de la idea ni de la ejecución. En el futuro, como hemos pedido en el pasado, por favor déjanos ver bocetos antes de hacer las portadas.

Lo cierto es que Ellsworth es un crítico despiadado. Ya en el pasado había mencionado “en esta viñeta Superman parece un poco gay”, o “este no es Superman”, pero en una carta a Siegel de febrero de 1941, se despacha a gusto en torno al aspecto de Lois Lane. Por qué es necesario sombrear los pechos de Lois y la parte inferior de su tripa con líneas verticales es algo que no podemos entender. Parece embarazada, dice Ellsworth. Murray sugiere que te las arregles para que tenga un aborto de modo que su figura vuelva a ser más parecida al plato delicioso que se supone que es. Es demasiado compacta y demasiado, demasiado desagradablemente sexy. Por favor, llama la atención de Joe y sus amigos sobre el hecho de que los mejores artistas en este campo dibujan a sus heroínas más o menos siguiendo una determinada fórmula que las hace parecer deseables y monas. Lo consiguen dibujando el pelo de forma bonita en lugar de hacer que parezca un nido de ratas. Además, hacen la cara bonita –y tratan de dibujarla igual cada vez. Además, dibujando los hombros más anchos que las caderas dan a la chica una calidad grácil que se pierde cuando el acento se pone en las caderas. También, la línea de la cadera se dibuja más alta de lo que sería en la vida real, y las piernas son más largas y delgadas. Generalmente no se intenta demostrar pictóricamente que la tripa femenina tiene cierta redondez, a no ser que esté confinada en un cinturón, y tampoco los pechos arrojan tremendas sombras en virtud a su calidad sobresaliente. Aunque las damas en Smilin’ Jack pueden ser muy apetitosas y excitantes, ciertamente no las apruebo para publicaciones como las nuestras. Sabes tan bien como yo contra que tipo de censura nos enfrentamos siempre, y lo cuidadosos que debemos ser. (…)Desde que he escrito la primera página, Mr. Jack Liebowitz ha visto los dibujos en cuestión y está muy insatisfecho con Lois. Dice que además de hacer que Lois parezca una bruja, parece que la habéis vestido usando el catálogo de Montgomery Ward. Sugiere Vogue, Vanity Fair y Harper’s Bazaar como mejores lugares donde documentarse sobre vestidos.


La «versión Whitman» de Lois.


De los aproximadamente 4.500 dólares recibidos por Siegel y Shuster en 1938, los autores pasar a cobrar unos 75.000 cada uno en 1941. También durante ese año Superman coprotagoniza una nueva serie junto al otro buque insignia de la compañía, Batman, en World’s Finest Comics, y los Estudios Fleischer producen los primeros capítulos de la serie animada, un éxito a todos los niveles.

El fin del sueño, el principio de la pesadilla

En 1943, Siegel es reclutado en el Ejército debido a la intervención de Estados Unidos en la II Guerra Mundial. En 1938, Siegel había ideado otro personaje, Superboy, una versión infantil-adolescente de Superman, que trató de vender en 1938 y 1940 a DC sin éxito. Sin embargo, en More Fun Comics #101, publicado a finales de 1944, la compañía introduce el personaje en su universo sin notificárselo a Siegel, que continúa en el Ejército. El personaje pasaría en 1946 a protagonizar la historia principal en Adventure Comics y, finalmente, en 1949 obtendría una cabecera propia. Evidentemente, cuando Siegel vuelve del Ejército en 1946, la situación es extremadamente tensa. Trata de crear un nuevo personaje para DC, Funnyman, que es rechazado y será finalmente publicado a finales de 1947 por otra editorial. Este hecho y la consideración de que el personaje de Superboy le ha sido robado, hace que Siegel escriba airado a Liebowitz repetidas veces. El 3 de Febrero de 1947, Liebowitz responde con una carta en un tono absolutamente belicoso y en la que se ponen de manifiesto algunas de las tiranteces entre el autor y la editorial. Por lo revelador de su contenido y su interés histórico, se reproduce aquí casi completa.

Me gustaría dejar constancia ahora de lo molesto del tono y el contenido de sus recientes cartas. He intentado ser razonable ante su irracionalidad, sólo para ser bombardeado con sarcasmo e insultos. Cuando volvió del Ejército, consideré que podría llevarle algo de tiempo reajustarse, y fui considerado con la situación. Mantuve varias conversaciones con usted, le di sinceramente la bienvenida y hablamos sobre la renovación de su contrato a punto de expirar. Expresé el deseo de que mantuviésemos una asociación duradera. Parecimos estar completamente de acuerdo y en armonía, pero tras regresar a su casa, sus cartas comenzaron a indicar un cambio de actitud.

Se quejó sobre la supervisión editorial, y sobre Weisinger y Schiff. Con el deseo de ser lo más cooperativo posible y deseando contentarle, designamos a Boltinoff para trabajar con usted. Pero, tan pronto como Boltinoff tuvo ocasión de criticar una de sus sinopsis, a usted ya no le gustó. Usted antes ya había abandonado la política de sentarse con el equipo editorial para discutir las historias –una política que reporta aceptaciones y una producción equilibrada. Usted declara en una carta que nuestros editores “pueden ayudar enormemente concediendo que sé más que ellos sobre Superman, y dejando de rechazar toda mi producción”. Parece olvidar que esos hombres son editores capaces, que su interés es producir revistas bien equilibradas que vendan, y que han sido capaces de hacerlo con una larga lista de revistas –incluyendo incluso muchas revistas de Superman y Action Comics con las que usted no tiene nada que ver. En conexión con esto, podría también señalarse que se le pagó por un material que no escribió mientras estuvo en el Ejército (una situación, por cierto, que se mantiene hoy en día) y se le envió sin que lo hubiera solicitado un cheque por la cantidad de 6.000$ al final de 1945 –un cheque del que parece no tener conocimiento, a pesar de que lo cobrase.

Las ventas de las revistas se han incrementado. El hecho de que los ingresos debidos a Superman a través del sindicato hayan caído mientras usted no estaba escribiéndolo, puede no deberse totalmente o siquiera en parte a pobres guiones, sino a cualquiera de muchos otros factores: (1) El volumen de negocio del sindicato durante la guerra se paralizó. (2) La falta de papel de periódico y consecuente falta de espacio causó la cancelación de muchas secciones, incluyendo cómics. (3) El sindicato McClure no realizó ventas durante la guerra. En realidad, debido a condiciones internas en el sindicato, ha habido poco esfuerzo en vender durante varios años.

En su carta del 27 de Enero declara que se siente preocupado por que se nos relacione con su serie Funnyman y cita nuestros precedentes en lo que llama “fracasos”. El hecho de que Batman y Wonder Woman no prosperasen como series en el periódico no disminuye su valor para nosotros. En lo que a mí concierne, son tan valiosas en cualquier momento como Superman, y mucho menos problemáticas. También se le debe recordar que en este momento National Comics no recibe ningún ingreso de la tira sindicada de Superman, ya que todos los ingresos van a usted y Shuster; de hecho, nosotros absorbemos los gastos editoriales de mantenimiento de derechos y pagamos por la rotulación y el coloreado de la serie.


No es fácil tomarse en serio a Funnyman.


Nunca indiqué que aceptaríamos su serie Funnyman, pero dado que su ego le indica que cualquier cosa que haga está predestinada al éxito, estaría interesado, sólo para que conste, en tener su nombre en una serie –distinta de Superman– de las muchas que ha desarrollado que haya gozado al menos de un moderado éxito.

Mi modo de decidir la aceptación o rechazo de Funnyman estuvo dictado por su insistencia en una carta formal enviada por usted y Shuster. En realidad, no me sorprendió descubrir que Shuster no estaba conectado con el proyecto de ninguna forma, dado que usted me había dicho en una conversación previa que él no tenía nada que ver con esto. Me parece que habría sido mucho mejor haber manejado el asunto de una manera abierta y sin secretos –aunque eso supusiese decirme, si ese era su deseo, que preferiría llevar la serie a otro sitio. Pudiera ser que no quisiera continuar su relación con nosotros más allá de los términos de su presente contrato; su carta del 25 de enero fácilmente podría haberse interpretado de ese modo. En cualquier caso, agradecería una declaración por su parte en sencillo inglés sobre lo que quería decir esa carta. No tengo ni el tiempo ni el deseo de permitirme banales juegos de adivinación.

Una posdata en su carta del 25 de enero dice: “¿Por qué quiere considerar legalmente Funnyman? ¿Por qué no TOMARLA descaradamente, como hizo con Superboy?” Es una actitud muy seria por su parte, por no decir insultante y posiblemente difamatoria. Superboy es meramente una extensión del tema básico de Superman, y tiene que ver con el mismo personaje a una edad más temprana, un período entre el momento en que el infante de Krypton llegó a la Tierra y el momento en el que ha crecido para convertirse en un hombre. Los poderes, el traje y los atributos físicos son idénticos a los de Superman porque Superboy es Superman, quien, según los términos de nuestro contrato con usted y Shuster, es propiedad de National Comics Publications, Inc. Al igual que cualquier otro personaje, principal o secundario, que aparece en Superman, es propiedad de National Comics.


Primera aparición de Superboy en la portada de Adventure Comics (1946), en un remedo caricaturesco de la portada de Action Comics #1.


Su ardiente deseo de aceptar más tareas como guionista parece de algún modo incompatible con el hecho de que usted nos ha proporcionado sólo aproximadamente un tercio del número de guiones de Superman necesarios para nuestros requerimientos de publicación regular. ¿Se debe esto tal vez a que, a pesar de hayamos tenido que comprar dos tercios de nuestros requerimientos a otros guionistas, se le pagó una considerable suma por guiones que usted no escribió?

Adjunto un cheque por la cantidad de 1.534,78$ junto con un recibo, que representa su mitad del porcentaje debido a usted y a Shuster por los beneficios radiofónicos y de licencia de Superman. Este cheque hace que sus ganancias en 1946 sumen un total de 25.465,07$.

Sobre el tema de un bonus, su actitud no me compele enormemente a hacer de tales regalos una política. Por tanto dejo la cuestión abierta hasta que Mr. Donenfeld vuelva a New York, lo que debería suceder hacia finales de febrero. Entonces discutiré con él esta y otras cuestiones referentes a usted.

Mientras tanto, agradecería que me escribiese sólo por motivos de trabajo, y de una manera profesional.

Ciertamente, en 1946 Siegel y Shuster están obteniendo aproximadamente 100.000 dólares anuales cada uno, pero consideran que no son más que migajas comparados con los millones de dólares que se embolsa la compañía. Así, en 1946, contratan a un abogado y al año siguiente interponen una demanda contra DC reclamando los derechos de Superman y Superboy. Para 1948, prácticamente han consumido todos sus ahorros debido a los costes que genera la demanda contra el gigante editorial, y casi huelga comentar que durante este periodo no reciben trabajo de DC. Como resultado del juicio, solo obtienen los derechos sobre Superboy pero, habida cuenta de su maltrecha economía, inmediatamente llegan a un acuerdo para venderlos a la editorial a cambio de 94.000 dólares para cada uno. Son despedidos de DC y, como parte del trato para cerrar el tema de Superboy, han de aceptar no volver a realizar una reclamación sobre Superman y que su nombre aparezca en películas y series de televisión como creadores del personaje pero no en los cómics.


Una portada aleatoria de Action Comics en 1948. Por supuesto, ni Siegel ni Shuster participan ya en la elaboración de estos cómics.


Como ya se ha comentado, Siegel y Shuster crean un nuevo luchador contra el crimen, Funnyman, que publica en 1947 Magazine Enterprises. La empresa ha sido fundada por Vin Sullivan, el antiguo editor de National que en los años ’30 apostase por Superman y convenciese a Donenfeld de su publicación. Sin embargo, las ventas no acompañan y la serie, que también se publica en forma de tira de prensa, cierra en 1948 tras poner seis números en el mercado. Tras esta pequeña aventura editorial sin éxito, Shuster prácticamente se desvanece del panorama, aunque algunos historiadores afirman que se dedica a realizar cómics de horror y trabajar como freelance, además de intentar abrirse camino como pintor de pop art. Recientemente Craig Yoe publicaba el libro Secret Identity, en el que recogía trabajos de Shuster de los años ’50 en el campo de la ilustración de relatos sádicos y eróticos. En cualquier caso, los problemas de vista que padecía desde siempre y que le obligaban a dibujar con la cara a pocos centímetros del papel, se van agravando con el tiempo. Hacia 1973 ya se ha quedado casi completamente ciego y en 1976 vive recluido en un centro de acogida.


Tras una larga búsqueda, encuentramos la que podría ser una de las pinturas de Shuster.


Siegel continúa trabajando para distintas editoriales durante algún tiempo, y llega a ser director artístico de Ziff-Davis en los años ’50. Pero su situación económica no es nada buena y en 1958 Joanne Siegel visita a Jack Liebowitz para pedirle que le ofrezca un trabajo a su marido: ¿De verdad que quieres ver en el periódico: El creador de Superman muere de inanición? Liebowitz entiende que no le conviene la publicidad negativa para DC y contrata de nuevo a Siegel, que escribe nuevas historias para Superman a partir de 1959. La editorial ha contratado a Siegel pero no tiene con él ninguna otra deferencia. Además de no ser acreditado, se le dispensa el mismo trato económico que a cualquier otro guionista empleado. Cuando Siegel reclama ciertos privilegios, DC le despide en 1966.


La muerte de Superman (1961), una de las memorables historias de la segunda etapa de Siegel en Superman donde tal vez el guionista esté expresando un deseo profundo y secreto


Durante ese período, Siegel también es acogido en Marvel, donde realiza algunos trabajos bajo su propio nombre y otros bajo el seudónimo Joe Carter. En 1965, es contratado por Archie Comics para lanzar una nueva línea superheroica, en un intento de la editorial de aprovechar el éxito de los cómics Marvel. También trabaja para el Reino Unido en la editorial Fleetway, para la que realiza guiones en The Spider entre 1966 y 1969. En 1968 encuentra trabajo en Western Publishing, donde realiza historias para Huey, Dewey and Louie Junior Woodchucks (es decir, los sobrinos del Pato Donald). Su relación con lo patos continúa más tarde en la revista italiana Topolino, donde publica historias entre 1972 y 1979.


Página original de The Spider, con guión de Siegel y dibujo de Reg Bunn.


El contrato inicial firmado por Siegel y Shuster con National concedía la editorial el copyright sobre Superman durante un período de 28 años. En 1966 se renuevan los derechos sobre Superman, y Siegel y Shuster deciden presentar otra demanda contra DC en 1967 para recuperar sus derechos. Tras varios años en los tribunales, en 1974 se resuelve que Superman fue un trabajo de encargo y DC vuelve a salirse con la suya. En 1973, la situación financiera de Siegel es tan precaria que ya ha tenido que vender su propia colección de cómics y trabaja como cartero, con un sueldo de 7.000 dólares al año.

1975 se convierte en un año crucial para los creadores de Superman. A principios de año, Siegel y Shuster pierden una nueva demanda contra DC por los derechos de su personaje. Sin embargo, la editorial insinúa que podría llegar aun acuerdo económico con los autores, por lo que éstos deciden no apelar. En octubre, ese acuerdo económico todavía no se ha materializado, y ante el anuncio de una superproducción cinematográfica basada en el primer superhéroe, Siegel explota y escribe una nota pública donde expone de forma desgarradora toda su frustración y maldice la película.

Se ha anunciado en revistas del espectáculo que está a punto de comenzar la producción multimillonaria de una película basada en el cómic SUPERMAN. Se ha declarado que se han pagado millones de dólares a los propietarios de SUPERMAN, National Periodical Publications Inc., por los derechos para usar al famoso superhéroe del cómic en la nueva película. El guión es de Mario Puzo, escritor de “El Padrino” y “Terremoto”. La película tendrá un reparto estelar.


Christopher Reeve, Superman.


¡Yo, Jerry Siegel, el co-creador de SUPERMAN, maldigo la película de SUPERMAN! Espero que súper-explote. Espero que los leales aficionados a SUPERMAN permanezcan alejados de ella en masa. Espero que todo el mundo, dándose cuenta del hedor que rodea a SUPERMAN, evite la película como a una plaga.

¿Por qué maldigo una película basada en mi creación, SUPERMAN?

Porque el dibujante Joe Shuster y yo, que co-creamos juntos SUPERMAN, no recibiremos un centavo del acuerdo por la película de SUPERMAN.

SUPERMAN ha sido una enorme fuente de ingresos durante 37 años. Durante la mayor parte de esos años, Joe Shuster y yo, que creamos el personaje SUPERMAN, no hemos obtenido nada de nuestra creación, y a lo largo de esos muchos años, nosotros hemos pasado necesidades, mientras que los editores de SUPERMAN se hacían multimillonarios.

(…) Los editores de los cómics de SUPERMAN, National Periodical Publications Inc., mataron mis días, asesinaron mis noches, apagaron mi felicidad, estrangularon mi carrera. Considero a los ejecutivos de National asesinos, monstruos locos por el dinero. Si ellos, y los ejecutivos de Warner Communications, que posee National, tuvieran conciencia, remediarían las injusticias infligidas a Joe Shuster y a mí.

(…) Jack Liebowitz, miembro del Consejo de Dirección de Warner Communications, nos apuñaló a Joe Shuster y a mí, Jerry Siegel, por la espalda.

Arruinó nuestras vidas, deliberadamente, a pesar de que Joe y yo creamos SUPERMAN, que ha enriquecido a Liebowitz y sus socios.

Liebowitz es extremadamente rico gracias a SUPERMAN. Pero Joe Shuster (el dibujante) y yo (el guionista) no hemos recibido nada del extraordinario éxito de SUPERMAN durante la mayor parte de los 37 años en los que nuestra creación SUPERMAN ha sido una gran fuente de beneficios para National Periodical Publications Inc., que es propiedad de Warner Communications.

Joe está parcialmente ciego. Mi salud no es buena. Ambos tenemos 61 años. La mayor parte de nuestra vida, mientras Superman tenía un enorme éxito, ha transcurrido en la necesidad.

¿Cómo nos empujó el traidor Liebowitz a esta trágica situación? J. S. Liebowitz se me presentó en una carta fechada el 1 de diciembre de 1937, en la que escribía que nos daba su “completa seguridad” de que trataría conmigo “sin ningún problema como los que has experimentado en el pasado”. Previamente, yo había tenido tratos con un editor asociado suyo, «Major» Malcolm Wheeler-Nicholson.

(…) En el primer año de publicación de SUPERMAN, mientras SUPERMAN ganaba una fortuna para sus editores y se convertía en un éxito absoluto, Joe y yo ganamos menos de 15 dólares a la semana por cada historia de SUPERMAN.

Se nos pagaban 10 dólares por página de comic book. Eso era 5 dólares por página para Joe y para mí. Cuando me enteré de que SUPERMAN era un éxito, como Oliver Twist pidiendo más puré, solicité a Liebowitz que nos pagasen a Joe y a mí más que migajas por nuestra creación, SUPERMAN.


Dibujo satírico de Wayne Boring realizado en 1973. De izquierda a derecha, Jack Schiff, Jack Liebowitz con Jerry Siegel y Joe Shuster, Herbie Siegel y Mort Weisinger. Clic para ampliar.


Llegado a este punto, Siegel cita la primera carta de Liebowitz que ya hemos trascrito, comentando todas las falsedades contenidas en ella y lo que después serían promesas incumplidas por parte del editor. Sigue así: Creímos en las promesas de Liebowitz y que no tendríamos que preocuparnos por los derechos, sino confiar en su integridad personal.

Liebowitz violó nuestra buena fe, que había estimulado con solemnes declaraciones y promesas de integridad por su parte, escritas y verbales; trató con nosotros injustamente, violando sus promesas de proteger nuestros intereses.

Siegel continúa citando cartas de Liebowitz y declarando que hasta la demanda de 1947, DC nunca les informó de los beneficios generados por las licencias de Superman, como la radiofónica. Después cita el caso de Superboy, que DC publicó sin su consentimiento mientras servía en el Ejército, y cómo los tribunales le devolvieron sus derechos sobre el personaje. La nota continúa: Tres de las creaciones literarias más famosas en la historia editorial son Tarzan (creado por Edgar Rice Burroughs), Sherlock Holmes (creado por A. Conan Doyle) y Superman (creado por Jerry Siegel y Joe Shuster).

Edgar Rice Burroughs y sus herederos se han beneficiado enormemente de Tarzan. A. Conan Doyle y sus herederos se han beneficiado enormemente de Sherlock Holmes. Joe y yo no sólo hemos sidos engañados y arruinados por National, sino que por más de 37 años de publicación de SUPERMAN, no hemos recibido NADA por nuestra creación.

(…) Joe y yo sufrimos… pensamos en poco más, y nos hace desgraciados ver cómo nuestras familias también sufren.

(…) Cito una carta escrita por Joe Shuster: “Yo asumí, al igual que Jerry Siegel, que cuando firmamos con Detective, se nos trataría con justicia, que el “trato justo” estaba implícito en nuestros varios acuerdos con Detective. No previmos que se nos arrebataría nuestra creación, que eliminarían nuestros créditos en el título, y que un grupo de nuevos guionistas y dibujantes serían incorporados, primero para competir con nosotros y después para reemplazarnos. Todavía me resulta difícil entender cómo es posible que nosotros, los creadores de lo que se ha llamado “una de las historias con el éxito más fenomenal del siglo veinte”, hayamos sido total y completamente privados y sustraídos de nuestro trabajo por una red de tecnicismos legales y después abandonados.”

(…) La creación de SUPERMAN, más que cualquier otro hecho, fue responsable de la industria del comic book tal y como es hoy en día, creando empleo para dibujantes, guionistas, editores, ejecutivos y otros relacionados con la edición de comic books.

Desde su primera aparición, hace más de 37 años, nuestro personaje SUPERMAN es conocido como un símbolo de la JUSTICIA, el campeón de los indefensos y oprimidos, la maravilla física que habíamos prometido que dedicaría su existencia a ayudar a los necesitados.

(…) Oís hablar mucho del Sueño Americano.

Pero SUPERMAN, mientras en los cómics y películas lucha por la “verdad, justicia y el Sueño Americano”, se ha convertido para Joe y para mí en la Pesadilla Americana.

(…) Los editores de Superman nos han exprimido sin piedad a Joe y a mí para su enriquecimiento egoísta, robando nuestros ingresos y carreras derivados de Superman, por su codicioso deseo de monopolizar los frutos de la creación de Superman. Yo no puedo flexionar músculos super-humanos y destrozar los enormes edificios en los que esta gente codiciosa cuenta sus inmensos beneficios obtenidos a costa de la miseria que nos han infligido a Joe, a mí y a nuestras familias. Me gustaría poder. Pero puedo escribir esta nota de prensa y pedir a mis compatriotas que por favor nos ayuden negándose a comprar cómics de SUPERMAN, negándose a acudir a ninguna nueva película de SUPERMAN, o ver SUPERMAN en televisión hasta que esta gran injusticia contra Joe y contra mí sea remediada por los crueles hombres que se embolsan los beneficios de NUESTRA creación.

(…) QUÉ INFERNAL, NAUSEABUNDO SÚPER-HEDOR EMANA DE NATIONAL PERIODICAL PUBLICATIONS, INC. Esperamos que el público nunca olvide esto cuando vea al personaje de SUPERMAN, o los comic-books de National Periodical.

¿Sirve de algo la carta de Siegel? Si nos ponemos en plan supersticioso, el tema de la maldición sobre la película funciona demasiado bien, aunque tendríamos que aceptar también su retroactividad: Christopher Reeve (Clark Kent/Superman) paralítico y muerto a los 52 años, Margot Kidder (Lois Lane) con trastorno bipolar, Lee Quigley (bebé Kal-El) muerto a los 14 años… hay más, pero lo dejamos aquí para examinar algunas repercusiones más tangibles de las declaraciones de Siegel. Su carta despierta el interés de algunos colegas de la industria del cómic como Carmine Infantino, Neal Adams o Jerry Robinson. Robinson, por aquel entonces presidente de la Academy of Comic Book Arts recuerda: Inmediatamente llevé [el tema] a la National Cartoonist Society. Escribimos una resolución. Organizamos una conferencia de prensa. Lo llevé a la revista Guild y elaboré una resolución respaldada por ellos. Escribí a organizaciones de todo el mundo. Realmente orquestamos una campaña nacional –una campaña internacional, en realidad. Creo que sin eso tal vez ni siquiera hubiéramos logrado el acuerdo que logramos. Los creadores estaban en la indigencia y habían creado docenas y docenas de millonarios. [Warner] podría haber asignado [para Siegel y Shuster] una cantidad de dinero que les habría dado un futuro seguro por el resto de sus vidas sin ningún problema. Pero [Warner] estaba peleando hasta a muerte porque pensaban que si cedían una pulgada, estarían sujetos a otras demandas o litigios para devolver los derechos [a Sielgel y Shuster].


De izquierda a derecha, Joe Shuster, Neal Adams, Jerry Siegel y Jerry Robinson.


Warner Communications no puede permitirse la publicidad negativa generada en la opinión pública, y aunque declara que no tiene ninguna deuda legal con los autores, admite la deuda moral y además de volver a incluir la línea “creado por Jerome Siegel y Joseph Shuster” en los cómics de Superman (y en cualquier otro medio), decide conceder una pensión vitalicia a ambos de 20.000 dólares anuales, además de correr con los gastos de sus seguros médicos. Con el tiempo, la cantidad destinada a los autores va aumentando. Cuando Shuster muere en 1992, recibe de DC 85.000 dólares anuales, y Siegel recibe en 1996, fecha de su muerte, una cifra “de seis dígitos”.

Neal Adams, famoso por su lucha en favor de los derechos de autor, también tuvo mucho que ver en la campaña a favor de los creadores de Superman: Otros hacían millones mientras los creadores de Superman vivían cerca de la pobreza. Jerry trabajaba de empleado y Joe era un hombre legalmente ciego que vivía en el apartamento de su hermano durmiendo en un catre. Les conocí y luché por una pequeña parte de sus derechos cuando ambos habían alcanzado los 60 años de edad. La batalla duró meses y el acuerdo fue exiguo, pero les permitió vivir los años de vida que les quedaban de una forma digna. ¿Sabes qué era lo que más les preocupaba? ¡Que sus nombres estuvieran asociados de nuevo a su personaje, Superman! ¿Por qué? Porque eso es lo que eran como personas. Eran su trabajo.

Según Adams, DC también se benefició del acuerdo: Permitió que DC Comics y Warner tuvieran mejor opinión de sí mismos. A pesar del hecho de que hubiera tanta reluctancia en ocuparse de estos chicos y devolver sus nombres a su propiedad, me parece que todo el mundo salió beneficiado.


Adams rinde homenaje a Siegel y Shuster, a hombros de su genial creación.


En 1976, Jerry Siegel envía a su hija una carta que comienza así: Eres una persona maravillosa y una hija querida, y me has dado mucha felicidad. Me gustaría poder hacer mucho más por ti. Pero hay algo que puedo y quiero hacer de una vez. Ese algo al que hace referencia es un regalo, ni más ni menos que fotocopias de las primeras tiras de periódico de Superman realizadas por él mismo y Joe Shuster en 1934 y que terminarían siendo parte del material que apareció en Action Comics #1. También le envía como regalo los guiones originales mecanografiados para las que habrían sido segunda, tercera y cuarta semanas de tiras de prensa. Siegel se despide de su hija de esta guisa: La mayoría de creadores de propiedades literarias de éxito dejan legados valiosos a sus herederos. Lamento que debido a mi inexperiencia esto no sea cierto en tu caso. Pero me siento contento de que este material original en el que Superman se creó inicialmente haya sobrevivido a lo largo de los años, y te lo entrego, mi querida hija Laura, con la esperanza de que algún día seas capaz de comerciar con él por todo su valor y lograr algún beneficio material de ser la hija del creador de Superman.

En 1986, Julius Schwartz, en aquel entonces editor de DC, ofrece a Siegel guionizar un número especial de Superman. Se trataría de “la última historia de Superman”, una historia que serviría de bisagra entre el Superman hasta entonces conocido y el nuevo Superman tras las Crisis en Tierras Infinitas y el lanzamiento de la miniserie de John Byrne El Hombre de Acero. Siegel declina la oferta, y la historia, con el título ¿Qué le sucedió al hombre del mañana? la llevan finalmente a cabo Alan Moore y el veterano Curt Swan.


El hombre del mañana.


Tiempos modernos

Tras su muerte, los herederos de Siegel (su viuda Joanne y su hija Laura) han continuado luchando en los tribunales para recuperar sus derechos. Acabado el segundo período de vigencia del copyright sobre Superman en 1994, presentan una nueva demanda en 1997 para obtener los derechos sobre el personaje, que se hace efectiva en 1999 (hay una ventana legal de cinco años para este tipo de reclamaciones).
Por otra parte, Shuster no dejó descendencia, con lo que la posibilidad de reclamar derechos tras su muerte desaparecería. Sin embargo, nuevas leyes permiten que sus herederos realicen la reclamación del copyright tras 75 años de la creación y Mark Peary, sobrino de Joe Shuster, comienza en 2003 los trámites legales para reclamar los derechos que le corresponden en 2013.

En referencia a Superman, los Siegel ya han ganado la primera batalla, cuando en 2008 un juez fallaba a su favor concediéndoles el 50% de los derechos de copyright dentro del territorio de Estados Unidos del material contenido en Action Comics #1 de forma retroactiva desde 1999. La clave ha sido la demostración por parte de los demandantes de que Superman (y en concreto la historia presentada en Action Comics #1) no fue un trabajo de encargo, sino que ya existía antes del acuerdo de publicación con DC. Los herederos de Siegel continúan su litigio, tratando de demostrar que existen otras historias creadas con anterioridad al acuerdo con National publicadas por ésta y, en última instancia, obtener el copyright de todas las historias guionizadas por Siegel. En teoría, ahora mismo los herederos de Siegel podrían realizar su propia edición de Action Comics #1 en Estados Unidos (entregando la mitad de los beneficios a DC)… ¿o no?


Superman rompe sus cadenas, portada de Fred Ray de 1941.


El tema es, evidentemente, más complicado, ya que además de las leyes sobre el copyright hay que tener en cuenta aquellas respecto a las marcas registradas, que se renuevan cada 10 años pero que no tienen fecha de caducidad mientras continúe su comercialización. Y DC tiene registrados varios conceptos derivados de Action Comics #1 (por no decir todos), como la S del pecho de Superman, su logo, el planeta Krypton o Lois Lane. En estas condiciones, los herederos de Siegel tendrían problemas para poner en el mercado cualquier cosa parecida a Superman. Los herederos de Siegel reclaman tener también derechos sobre la marca registrada, pero ese aspecto todavía no ha sido resuelto por los tribunales. De hecho, independientemente de los derechos que los herederos de Siegel y Shuster logren recuperar en los juzgados, tras 95 años de su creación, el material artístico pasará al dominio público, aunque seguirá siendo vigente la marca registrada, lo que casi de seguro permitirá que DC y, llegado el caso, los herederos de los creadores, continúen ejerciendo un control total sobre el personaje.

Los jueces tampoco han determinado cuánto del universo actual de Superman se puede considerar como una nueva creación alejada de los conceptos de Siegel y Shuster, lo que introduce otro elemento de incertidumbre sobre cómo puede llegar a beneficiar la reversión de derechos a los herederos de los creadores o sobre si podrían, por ejemplo, vender Superman a Marvel. Por no mencionar el baile de Supermanes en el Universo DC con sus múltiples universos…

Todo el asunto referente a Superman es tremendamente complicado legalmente hablando y, aunque se puede especular, serán las resoluciones judiciales las que determinen el futuro del personaje. El lío legal no acaba aquí, ya que también hay una demanda en marcha interpuesta por los herederos de Siegel referente a los derechos de Superboy. En 2006, un juez declaró pertinente la petición de copyright sobre Superboy realizada por los Siegel en 2004, pero en 2007, el mismo juez que se encarga del caso Superman, dictó una sentencia contraria a la anterior. Actualmente, el juez ha propuesto que ambas partes negocien para llegar a un acuerdo referente a Superman y Superboy, y en caso de no hacerlo, el asunto de Superboy se resolverá tras resolver el concerniente a Superman.

DC no siempre se portó bien con los creadores de Superman. Sin embargo, nos gustaría terminar con dos notas positivas, aunque tuvieron que llegar con la muerte de los autores. En 1992, en los cómics DC pudo verse una esquela a página completa con la leyenda:

Joe Shuster: 1914-1992
El mundo del comic-book ha perdido a un gran artista y a un auténtico pionero. Será profundamente recordado. – Jerry Siegel

Cuatro años después era la esquela de Siegel la que ocupaba las páginas de DC:

Jerry Siegel: 1914-1996
Miró al cielo.
Se atrevió a soñar.
Nos dio un icono.
Y nos enseñó a volar.