En mis ojos (Bastien Vivès)

Portada
En mis ojos (Bastien Vivès). Ediciones Diábolo, 2010. Cartoné. 136 págs.Color. 17,95 €


Exorcismo.

Ésa fue la primera palabra que se me vino a la mente nada más acabar esta nueva obra de Bastien Vivès titulada En mis ojos, editada con gran calidad por Diábolo. Tanto si es una obra autobiográfica, como pura ficción o una mezcla de ambas, está más que claro (o al menos lo es para esta lectora) que se trataba de sacar algo del interior, de empezar a ver, a entender el mundo desde una nueva mirada y no con ésa que arrastra durante toda la narración: todo lo que los ojos del narrador alcanzan a ver es a ELLA, protagonista absoluta de la historia. No hay una sola viñeta en la que esta especie de voyeur se nos muestre. Todo su mundo gira alrededor de ella, y es, por tanto, ella quien con sus respuestas, habladas o puramente físicas, nos hace partícipes de todos y cada uno de los pensamientos de su misterioso y hechizado enamorado, de sus sentimientos, deseos, alegrías y preocupaciones. Él queda consciente y absolutamente relegado al sentido de la vista, a través del cual, recibe todas las sensaciones del mundo externo a su propia existencia, que queda anulada de modo explícito de la narración, sin medias tintas: él no es nadie si no es a través del vínculo que le liga a ella.

Interior
La edición, muy cuidada, a cargo de Diábolo, que ha apostado fuerte por este joven y prometedor autor.


Nos sorprende y nos reta Bastien Vivès con En mis ojos. Ya desde la portada, escandalosa, atrevida, saturada de color, nos viene a decir que no esperemos la serenidad acuosa de El gusto del cloro, pues aquí nos vamos a encontrar a un autor que llena sus viñetas de colores que recorren todo el arco cromático, pero centrándose sobre todo, en los rojos y naranjas, como si el color del pelo de su amada fuese el referente de su mundo, dato que se refuerza con el uso de viñetas «sin marco»: todo empieza y acaba en el espacio que ella ocupa, que delimita su cuerpo, como si nada más fuese posible más allá de su radio de acción.

Un exorcismo, sí, nos repetimos y reiteramos. Una obra para sacudirse de encima la abrumadora, roja y omnipresencia constante de ella, en la que seguimos con ávido interés todo lo que ocurre: todo es nuevo y atrayente porque todo es conocido y típico de la mayoría de las relaciones íntimas. Es esta visión personal lo que hace tan atractiva, interesante y única esta obra de Bastien Vivès, que vuelve a sorprendernos y encantarnos con una pequeña historia de gran altura. Y que siga así por mucho tiempo.