Nos amanece a veces hablando de este trabajo



Retomamos Cuando el Cómic es Arte. Fernando Fernández (Toutain, 1980) para transcribir el texto dirigido a Toutain que el propio Fernando Fernández escribía a modo de biografía sentimental más que profesional, aunque leyendo sus palabras resulta difícil establecer la fontera entre profesión y sentimiento.

———-oOo———-


1956, aún hacías alguna página de “Silvia Millones” –quizás las últimas-. Ya había estado en Paseo de Gracia, donde nos conocimos meses antes, pero ese verano, en el estudio de la calle Provenza, durante las vacaciones, hice mi primera historieta –una de “Ray Comet” de 8 páginas-. Dos meses después ya estaba currando como profesional.
Las historietas de Artina ¡Quién las olvida!
López como “Mr. T.V.”, Daniel y su perro lobo, Miralles que empezaba “Guy Pingau”, Cueto, “Robin Hood”, Clavé y sus charlas antológicas, etc.
Y Antonio Romero, Emilio, Bayona, Añaños, etc. Luego Prunés, Pepe, Aldomá, Torrents, Félix Mas, etc.
Concursos de cohetes, fiestas de disfraces, el transporte de barcas imaginarias, arrastre de sardina con cuerda por las Ramblas, etc.
Los sobeos a media luz, las primeras novias y otras aventuras…
París, Londres o Milán estaban tan lejos…
Raymond, Robbins, Caniff, Eisner, eran tan buenos…
Pero con barba, con medallón y camisa dibujada, cuando estas cosas eran “otra cosa”.
Las inacabables tertulias de postfiesta, ginebra en el vaso, disco de Johnny Ray o Frankie Lane, y el tema, la historieta, (un arte imposible) que nos apasionaba, que nos aprisionaba, luego el cine o la literatura, pero siempre alrededor de la historieta, -El cine negro americano, el eterno western, el suspense, la ciencia-ficción, los cuentos de Cornell Woolrich, de Bradbury, de Poe…
O la política, la política imposible en aquellos años.
Y el mercado de San Antonio. Y los kioskos de las Ramblas.
Los pinceles Da Vinci traídos de Parín. ¿O era de Londres? Tú lo sabrás.
Un viaje forzoso a Argentina con la familia.
Y la dolorosa añoranza de aquel paraíso perdido. De amigos. De amores. De buenos profesionales.
Y la vuelta, tan apoteósica como la despedida, pero con alegría en vez de tristeza. Imborrables escenas del recuerdo.
Los encargos para toda Europa. Color. Los años pasan. USA.
Exposiciones de dibujo, pintura, publicidad, colaboración en periódicos, libros juveniles, premios. Veintitrés años. VEINTITRÉS. Y todo sigue “casi” igual.
Como cuando hacía los bocetos en papel aparte para una página de “Valentine” o “Air Ace”. La misma ilusión. Las mismas metas. Quizá un poco más cercanas.
Con más medios, modelos, técnica, experiencia, pero, también más responsabilidad. El reto sigue en pie.
Lo que hay que decir –siguen siendo tantas cosas- y plasmarlo en imágenes y palabras más adecuadas, con el lenguaje de hoy, más directo, más libre, más auténtico.
Aunque cueste, “a pesar de todo”.
Y como siempre, el esfuerzo diario, de horas, de trabajo.
Porque siempre he sido un peleador, tú lo sabes. Insatisfecho. Obstinado. Exigente. Sincero.
Por eso sigo estudiando del natural, para “hacer dedos”. Yo creo que el arte está allí, en la historieta. Y hay que desbrozarla de malas hierbas, y cuidarla, y mostrarla con orgullo.
Y así, veintitrés años después, nos amanece a veces hablando de este trabajo que nos obsesiona, envenenados por él hasta el tuétano.
Comentando la última portada de fulano, la historieta de mengano, un libro extranjero o el proyecto de tu próxima edición. Compartiendo una ilusión que no deja en gran parte de ser ya realidad. Veintitrés años, un maravilloso regalo que nos hemos hecho a nosotros mismos.
Y seguimos siendo Acuario –afortunadamente-, llevando barba y medallón. Cuando todo ha cambiado tanto alrededor, a nosotros no nos ha hecho falta. ¿Estaríamos en el buen camino?