Abulio (Joan Cornellà)

Reseña publicada originalmente en la revista Dolmen, ligeramente ampliada para su publicación en Entrecomics.


Abulio (Joan Cornellà). Glénat, 2010. Cartoné. 64 págs. B/N. 12 €


Empecemos con el recurso fácil de la definición de la RAE. “Abulia: 1. f. Falta de voluntad, o disminución notable de su energía.” Y efectivamente, esa es la característica principal que encontramos en el protagonista de esta obra, que no en su autor. Con sus incursiones en Amaníaco primero y El Jueves después, Joan Cornellà ha ido cimentando una carrera sólida como historietista, carrera que ha recibido el espaldarazo de un Premi Josep Coll concedido por la APIC precisamente por Abulio, editado tanto en castellano como en catalán. Como decía, Cornellá es de todo menos abúlico. Para plasmar en sus páginas ese detallismo enfermizo en el tramado es necesaria una poderosa voluntad. Y aunque no son suficientes la voluntad y el esfuerzo para dar el visto bueno a un trabajo de este tipo, precisamente uno de los dos elementos que finalmente diferencian a Cornellà de otros trabajadores de la viñeta es su fuerte personalidad gráfica, amiga de lo grotesco e inquietante. En su dibujo, Cornellà recoge esa extraña cualidad combinada de lo deforme y lo demasiado real, ese cóctel que hace que nos removamos incómodos en el sillón. Así, Cornellà acaba emparentado, si no por sangre (y ya es ilustre la que corre por sus venas) sí por tinta, con Basil Wolverton o Drew Friedman, o lo que es lo mismo, una especie de pre o post underground .



Pero decíamos que eran dos los aspectos que hacían de Cornellà un autor a seguir y el segundo de ellos entraría de lleno en el propio desarrolo del relato. Un relato que resulta mordaz e iconoclasta (la sombra de Miguel Brieva sobrevuela algunas de las ideas presentadas en este libro), pero sobre todo es lúdico y absurdo, como pueden serlo las páginas de ese otro gigante que es Paco Alcázar.

No todo es rosa en el mundo sospechosamente parecido al nuestro que describe Cornellà, dominado por la lógica del pensionista, donde todo puede suceder y además sucede, para desgracia de un Abulio carcomido por la desidia. Tanto todo es rosa en términos de la redondez de Abulio, el tebeo. En ocasiones la obra parece perder el rumbo o insertar digresiones que cuecen más que enriquecen y acaba convirtida en un collage poco armónico, como si se hubiera intentado aprovechar material antiguo utilizando alguna excusa un poco endeble para engarzarlo. Una pequeña falta sobre la que sin duda podemos hacer la vista gorda por esta vez, porque al cerrar el tomo de Abulio queda una clara sensación: las páginas que se acaban de leer son buenas, pero las que están por venir son incluso mucho mejores.