TNY: Ana Juan



El semanario The New Yorker es, prácticamente desde su primer número (21 de febrero de 1925), el epítome de la sotifisticación periodística. Y desde siempre, ese elevado nivel literario ha venido acompañado de una alta calidad en lo que a ilustración y humor gráfico se refiere. Tanto es así que estos han llegado a convertirse en seña de identidad de la revista, lo cual no es de extrañar si tenemos en cuenta la calidad de sus colaboradores gráficos: Peter Arno, Charles Addams, Otto Soglow, Saul Steinberg, James Thurber… por mencionar solo a algunos de los más clásicos. Dentro de la revista, o tal vez deberíamos decir fuera, una de las secciones más importantes y características es, obviamente, la portada. The New Yorker ha sabido hacer de sus portadas otra seña de identidad mediante la perpetuación de algunas tradiciones. Por ejemplo, anualmente, a finales de febrero, se reimprime o bien se homenajea la portada de Rea Irvin para el primer número de la revista. Igualmente, es habitual que todos los años se publiquen varias portadas alusivas bien a las estaciones -y en las de invierno a menudo se repite el motivo del patinaje sobre hielo-, bien a festividades nacionales. Y, como no, para mantener cierta coherencia estética se ha mantenido la tipografía y diseño original y se intenta que, dentro de una sana variedad, exista una coherencia gráfica en cubierta. Para ello se recurrió en principio a los propios ilustradores de las páginas interiores de la revista, que solían dar a sus ilustraciones un aire muy cartoon, y más adelante se fueron incorporando nuevos nombres. Los cambios en la dirección artística traerían otras innovaciones a The New Yorker, pero eso lo trataremos en una futura entrada.

Habida cuenta de todo lo mencionado, la cubierta de The New Yorker se convierte en un preciado escaparate para cualquier ilustrador que se precie. Los 45 números anuales son otras tantas oportunidades para mostrar al mundo su habilidad. Y si es cierto que el publicar en Thew Yorker sin duda da caché al ilustrador, no es menos cierto que el trabajo de estos ilustradores eleva el nivel de la revista -como mínimo en el aspecto gráfico- sobre otras.

¿Y a qué viene todo este rollo? Desde hace tiempo, cada vez que The New Yorker publica una portada ilustrada por un autor de cómic -e ilustrador, claro-, lo publicamos por aquí. Y hemos pensado que ha llegado el momento de recopilar y esas portadas, de ver quienes han sido esos autores, cuántas portadas han conseguido «colocar» en la revista, en qué período de tiempo lo han hecho, etc. Y para empezar, lo mejor es no irse muy lejos. Todos recordamos que recientemente Ana Juan recibió el Premio Nacional de Ilustración, y muchos también recordamos que, en la mayoría de medios, entre sus méritos se mencionaba siempre su calidad de ilustradora para The New Yorker. Por algo sería. Según nuestro repaso -que esperamos que fuera exhaustivo pero que puede haberse saltado alguna portada-, Ana Juan ha publicado hasta el momento la friolera de 17 cubiertas en el semanario neoyorquino, un número muy superior al de otros muy reconocidos ilustradores internacionales. ¿Quiere decir eso que Ana Juan es mejor que aquellos? Suponemos que no necesariamente. Seguramente influyen factores económicos, de disponibilidad, de consonancia con la línea de la revista, etc. Pero ella tiene 17 portadas en The New Yorker. La primera la publicó en 1995, y tardó casi tres años en volver a poner su firma en la cubierta de la revista. 2004 y 2008 han sido sus años «estrella», con tres portadas en cada año, y la última vez que la ilustradora española se ha colado en el semanario ha sido en marzo de este año. Pero no nos enrollamos más con las fechas -cada ilustración lleva por nombre la fecha de su edición- y dejamos aquí sus 17 lustrosas ilustraciones, no sin antes comentar otras dos curiosidades: Ana Juan ha tenido «la desfachatez» de homenajear la portada de aniversario fuera de fecha, en verano de 2005, y en febrero de 2008 publicó dos portadas consecutivas, algo que no sucede a menudo ni mucho menos. Y ahora, sí, sus ilustraciones.