La teoría del caos

Bill Sienkiewicz explica a través de un largo texto, el porqué abandonó el proyecto conjunto con Alan Moore, Big Numbers, en el tercer número, y qué partes de ese tercer número están dibujadas por él y cuáles por Al Columbia. Traducimos a continuación algunos fragmentos (la sintaxis «atropellada» es suya), no sin antes mencionar un par de antecedentes que pueden resultar de interés: lo que se sabe de la sustitución de Sienkiewicz por Al Columbia, que acabó por rematar la malherida serie, y la publicación online no hace demasiado de ese tercer número que nunca llegó a ver la luz.

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Aunque solo se han visto diez páginas de Big Numbers #3, se dibujó y completó todo el número. Todo. No solo las diez páginas que circulan. Y sobre quién dibujó qué: salvo por unos pocos fondos (y, para ser completamente honestos, no creo que [Al Columbia] dibujase nada de nada en aquel número -pero admito que pude que me equivoque al respecto- simplemente diré que me inclino por una precaución generosa, o una generosidad precavida) que excepto quizá unos pocos posibles fondos, TODO el número 3, repito, TODO el dibujo de Big Numbers #3 fue dibujado por vuestro seguro servidor.

(…) Imagino que a él le gustaría acreditarse -con todo derecho- el trabajo que es completamente suyo: es decir, el del número 4 (personalmente, nunca he visto nada de ese número. He oído que Al lo destruyó completamente, pero no puede decir de primera mano que fuese testigo de la destrucción). Así que libremente admito que, salvo por la portada -había hecho portadas para aproximadamente la mitad de la serie en aquel momento- no dibujé nada en el número 4.

Tal vez las dudas sobre quién hizo qué en el número 3 pudieron surgir debido al cambio en el estilo respecto a los dos primeros números. Los números 1 y 2 se habían hecho en un estilo más fotográfico, con un enfoque atmosférico suave en un estilo de pintura al aerógrafo. Aunque me encantaba el estilo y disfrutaba inmensamente trabajando dentro de esos parámetros, me di cuenta de que eligiendo trabajar así durante doce números, prácticamente estaba cavando mi propia fosa. Esa aproximación consumía una cantidad increíble de tiempo, y finalmente resultó ser saturante e irrealizable. Las cosas cambiaban de número a número y se volvían, por la naturaleza de la historia, más interconectadas y caóticas -la serie iba estar completamente pintada en color para el número 12, con introducción de más variables y aproximaciones en cada número, siendo el color un elemento dominante.

(…) Reconozco que los guiones de Alan [Moore] me resultaban un desafío de increíble dimensión y belleza. (…) Trabajar con Alan era como pasar de la tabla de multiplicar a la tabla periódica de los elementos y de ahí a la física cuántica, todo en el espacio del borde una viñeta.

(…) De manera que yo iba a hacer los bocetos. Después usaría esos bocetos para coreografiar y después fotografiar, de media, a cuarenta y cinco personas distintas como personajes, tanto principales como secundarios. (Debo mencionar que solo uno de esos modelos era un auténtico modelo. El resto de este reparto dickensiano (mooriano) estaba compuesto por gente normal con vidas normales, muchos de los cuales, aunque no todos, tenían poco o ningún interés en el cómic).

(…) coordinar este monstruoso y cada vez más absorbente calendario fotográfico habría sido -por sí solo- más que suficiente locura con la que lidiar para cualquier individuo cuerdo. La palabra clave aquí es «cuerdo». (…) Financieramente, Big Numbers empezó a convertirse en un agujero por el que se iba el dinero. Demasiado tiempo y esfuerzo empleado en conseguir las referencias, dejando muy poco tiempo para crear el dibujo. Tiempo. La herramienta definitiva. El enemigo definitivo.

(…) muchos amigos se ofrecieron como modelos, gratis. Uno, el fenomenal dibujante Stan Drake, que era mi figura paterna, mi querido amigo y mentor artístico, posó como padre de Christine (…) John Prentice también posó.

Las cosas parecía que aumentaban en proporción inversa al nivel de cordura… Es más, en realidad degeneraron: de forma horrible, triste, dos de los modelos murieron. Un buen amigo se ahogó en un espeluznante accidente en una barca. Su muerte fue horrible a muchos niveles. Otro amigo, Ray (…) murió de cáncer de páncreas y dejó mujer y una hija de cuatro años… El arte y la vida se destilaban en una quintaesencia de extremos. Caos, amor, pérdida, la sobrecogedoramente intensa experiencia de pasar por una guerra juntos. Tanta gente, tantas vidas, cruzándose como vidas y bajo la rúbrica y la familia Big Numbers…

El mayor reto para la serie todavía estaba por llegar. El personaje principal, mi amiga que hacía de modelo para Christine, eligió ese momento concreto para casarse. (…) se casó con un militar, y su reciente esposo fue trasladado a Alemania.

Además, el telón de fondo en este período de tiempo estaba plagado de enormes cambios personales en mi vida, como por ejemplo, el bastante conocido distanciamiento entre Al Columbia y yo. (…) Debo decir que Al y yo hace tiempo que hicimos las paces. No le guardo resentimiento.

(…) Oh, acabo de recordarlo: la banda sonara de este período fue el brillante álbum de The Cure, Disintegration. ¿Coincidencia?

En fin… las cosas no podían volverse más raras, pensaba. Qué va.

Hasta que lo hicieron.

(…) en Big Numbers una de las reglas -pre requisitos- que me había impuesto era trabajar casi exclusivamente a partir de los modelos. Pretendía lograr tal grado de verosimilitud fotográfica ilustrativa como me fuera posible. Maldición, me iba a ceñir a la referencia precisa pasase lo que pasase. Mirando hacia atrás, era un vano intento de controlarlo todo (…) Era mi período Stanley Kubrick. Por supuesto, cuanto más intentaba controlarlo todo, más me pateaba el culo la Vida Real.

(…) Me di cuenta, tras leer el número 3, de que parecía apropiada una alteración estilística, como había hecho en Elektra: Asesina. Sería beneficioso para mostrar el escenario cada vez más caótico que habitaban los personajes, Y también aceleraría el proceso de acabar las páginas. (…) El cambio estilístico -o más bien técnico- le pareció incongruente a algunos, pero yo estaba decidido a hacer el cambio estilístico en la Gestalt contextual de la serie. Big Numbers trataba sobre encontrar el Orden en el Caos. Y las cosas no podían haber sido más caóticas de lo que eran en aquel momento y lugar. Y además, mi trabajo siempre ha tenido que ver con intentar encontrar el orden a través del desorden.

(…) y el reloj seguía avanzando (…) nos saltamos las fechas límite (…) no podía dormir (…) el dinero escaseaba más y más. La productividad sufrió severamente. Big Numbers se convirtió en mi vida. No solo la serie que Alan y yo estábamos realizando, sino Big Numbers, la auténtica placa de Petri del caos de la vida real. Perdí un progenitor, una relación, empecé una nueva, pasé por la debacle del asistente artístico (…)

(…) Para decirlo claramente, entre los números 2 y 3, mi así llamada vida se fue al infierno.

(…) Todo esto finalmente conduce al momento en que terminé el número 3 en su totalidad, después de haber accedido a ceder mi puesto en la serie – así que entregué todo el dibujo de Big Numbers #3 a Paul Jenkins y Kevin Eastman y me fui a hacer publicidad y trabajo de ilustración… un cambio que era imperativo… y al hacerlo, pasé la antorcha a Al.

Pensé que era el final del asunto.

En muchos sentidos, solo fue el principio. El lío «entre bambalinas» de Big Numbers se correlacionaba sorprendentemente con el guión de Alan. Se convirtió en Arte imitando al Arte imitando a la vida…

(…). No busco la absolución. (…) Simplemente presento el discurrir de los acontecimientos como mejor lo recuerdo. (…) Asumo toda la responsabilidad por haber perdido el control de las cosas que deberían haber estado bajo mi control. Yo era el adulto en mi estudio. Mi asistente era un chaval, en más de un sentido incapaz de asumir ciertas responsabilidades. Estoy seguro de que él estará de acuerdo en que las cosas se salieron de madre en aquel entonces.

Hasta el día de hoy he lamentado que Alan y yo no terminásemos nunca la serie. En realidad, literalmente no puedo soportar la idea de que siga siendo un agujero en nuestras vidas creativas, ciertamente en la mía. Y honestamente, no pasa una semana sin que piense en completarlo, contactar con Alan y decirle, «Soy adulto. ¿Qué me dices? ¡Vamos a darle caña!». Comprendo su gran decepción, aunque no tengo duda de que ha pasado página. Y se ha vuelto más brillante, si eso es posible. Me he disculpado ante Alan personalmente, y ante otros, por la parte que me toca. Y me disculpo ante vosotros, los lectores. Todos y cada uno de vosotros sois un diamante, una clara razón para luchar, para devolver algo -algo que tenga una pequeña importancia- a través de mis limitadas habilidades y a pesar de mis errores humanos. No soy religioso (porque la espiritualidad y la religiosidad no son sinónimos). Aún así, rezó por ser más maduro, más sabio y tal vez mejor de lo que era años atrás.

Simplemente he tratado de mostrar mi versión, el punto del vista del tipo que estaba en el epicentro del terremoto. (…) Creo que, visto con perspectiva, había muchos, muchos factores que influyeron en la implosión de Big Numbers. Yo solo era uno de ellos. Una gran parte, pero solo una.

Sé lo que haría falta para que completar Big Numbers fuera una realidad. Pero pase lo que pase finalmente, esto sigue siendo mi particular Teoría del Caos.

Gracias por vuestro tiempo.

Bill Sienkiewicz
en algún lugar de Connecticut