El arte de cortar



El destino del cuarto número de Big Numbers, el cómic de Alan Moore, Bill Sienkiewicz y, llegado el caso, Al Columbia, es una de esas leyendas de las que los aficionados hablan en voz baja las noches de luna llena. ¿Se llegó a dibujar? ¿Lo destruyó Columbia o simplemente lo hizo desaparecer? Por aquí hemos tocado a menudo el tema. Hace unos cuatro años, Columbia admitía haber completado solo la mitad del número y después haberla destruido. Dos años más tarde, el asunto se reactivaba cuando se encontraban fotocopias del tercer número de la serie completo, que nunca llegó a ser publicado. Y hace tan solo un mes, el propio Sienkiewicz recordaba la locura que supuso trabajar en la serie en su momento y algunas de las razones de su abandono de la misma.

Bueno, pues Columbia ha vuelto a hablar y ha vuelto a subir el pan. Robot 6 apunta hacia una entrevista con el dibujante realizada por Robin McConnell en la que da más detalles sobre el destino de Big Numbers #4. Si esos detalles son ciertos o no, ya es otro tema, pero dejamos aquí la traducción de la parte referida al asunto que nos ocupa.

«Yo era compañero de habitación de todos los tipos de esa banda llamada Sebadoh, que eran particularmente grandes por aquel entonces… Lou Barlow, Eric Gaffney, y Jason Loewenstein, todos andaban por allí. Y Eric Gaffney iba a sacar su single, un pequeño single a medias con alguien, y quería una portada y quería que yo hiciera algo. Él estaba muy metido en el tema de los collages y cosas así, y se nos ocurrió la idea de que yo podia recortar todas las páginas originales de Big Numbers y sacar de ahí un collage para la portada de su disco. No sé cómo se me ocurrió la idea, pero yo odiaba Big Numbers… no quería tener nada que ver con eso, ya lo había dejado o iba a hacerlo, sabía que ya no tendría nada que ver con eso. Así que pusimos cada página en una tabla de cortar, uno de esos grandes cuchillos, y simplemente corté a lo loco durante media hora… lo corté todo con un machete de cocina. Y Marc Arsenault, que es el tío Wow Cool -no sé si alguien lo conoce, es el tipo de los minizines- era buen amigo mío, vino y miró horrorizado. Se quedo parado en la puerta viéndome cortar todos los originales y empezó, «¡Oh, Dios mío!». Creo que debió de decirle a alguien lo que hice, y así es como empezó esa historia. Pero creo que incluso antes de eso, había algo rondando en ese sentido. Puede ser que fuera eso lo que me influyó para hacerlo: «Bueno, dicen que hice esto, pues podría hacerlo!». Pero no me acuerdo. Pero no fue algo así como, «¡Oh, Dios mío, me vuelvo loco, no puedo soportar esto!». No fue ese tipo de ataque de nervios. Solo fue así como, «Oh, esto será una portada de disco molona». Eso es. Eso fue todo.»