Daño gratuito (Paco Alcázar)


Daño gratuito (Paco Alcázar). Diábolo, 2010. Rústica. 160 págs. B/N. 15,95 €



Con esta recopilación de trabajos realizados entre 1993 y 2000 concluye la labor de recuperación de historietas dispersas de Paco Alcázar (Cádiz, 1970) comenzada con El manual de mi mente. Una recuperación largamente esperada de los cómics que conformaban las series Escarba, escarba, Moho y Porque te gusta, amén de otros restos de producción aparecidos aquí y allá y que redondean esta edición de Diábolo que además cuenta con un prólogo-historieta que pasará a la historia, al menos en el entorno familiar de Alcázar. Si decimos que la recopilación de este trabajo ha sido largamente esperada es porque a estas alturas era ya absolutamente necesaria. Ahora que lo freak y lo outsider son la norma (y, por no alejarnos mucho, el éxito de Silvio José en El Jueves lo atestigua), por fin existe un público preparado para decodificar el sadismo, la sexualidad extrema y el humor negro que trufaba la obra primera del gaditano no como una enfermedad mental, sino como una visión cínica y pesimista de nuestro entorno.




Hoy en día es más fácil entender estas propuestas, sí, y esta normalización tiene también que ver con la ampliación de la brecha llevada a cabo por autores actuales forjados bajo la influencia alcazariana. Si en su momento Alcázar se enconmendó a Stéphane Blanquet, Daniel Clowes o Charles Burns para ir encontrando su propia voz, autores españoles de la última hornada, como David Sánchez o Joan Cornellà, parecen haber mamado y aprovechado la mala leche de su veterano colega. Si algo destaca en Daño gratuito es la sensación constante de encontrarse ante un enorme talento que no acaba de encontrar un traje que le haga justicia. Curiosamente (o tal vez naturalmente), Alcázar alcanza sus momentos más brillantes hacia el final del libro, cuando se despega de referentes historietísticos modernos y retoma la programación genética implantada en su cerebro por Roberto Alcázar (¿casualidad?) y los cómics Bruguera. La combinación a priori tan inmiscible del inquietante absurdo de Alcázar con el humor infantil da lugar a la bomba de relojería que nos haría pedazos en obras posteriores como Mecanismo blanco o Bolsas de basura perfumadas. Aunque, a más de uno, Daño gratuito le puede explotar en las manos.