Superman Vs. Muhammad Ali (Denny O’Neil & Neal Adams)


Superman vs. Muhammad Ali (Denny O’Neil & Neal Adams). Planeta, 2011. Cartoné. 96 págs. Color. 15,95 €


Tengo un problema. No sé si me gusta Neal Adams. Y lo peor de todo es que, si no me gusta, es por las razones equivocadas. No es que no me guste por su estilo, sino porque me cae mal. Sé que soy injusto. Me gustaría meterme con él, pero luego pienso: “Qué injusto. ¿Quién fue el primero en arriesgar su culo para conseguir que la DC pagara una pensión a Jerry Siegel y Joe Shuster? Neal Adams, ¿no?”. De no ser por él, tal vez hablar hoy en día de derechos de autor en el cómic de superhéroes seguiría siendo imposible. Sin embargo, no consigo quitarme de encima la arrogancia que supuran algunas de sus palabras. Nunca te fíes de alguien que dice “esta es una de las mejores novelas gráficas de la historia” en el prólogo de una de sus obras. Y mucho menos cuando esa obra es la reedición en formato de lujo de Superman Vs. Muhammad Ali (publicada por primera vez en 1978), con la que quizá hubiera convenido un poco más de humildad o, por lo menos, situar al lector en el contexto que rodeó la producción de este tebeo. Adams dice en el prólogo “para poder hacer el cómic, y debido a la política de entonces, Denny O’Neil y yo tuvimos que pasar la aprobación del honorable Elijah Muhammad”.

Quizá en lugar de “política de entonces” debería haber dicho: “bueno, es que por aquel entonces a la DC le gustaba emparejar a Superman con gente como Kennedy o Jerry Lewis, así que elegimos a otro personaje de moda”. Y completar ese “pasar la aprobación del honorable Elijah Muhammad” con “a cambio de que incluyéramos en el tebeo algunos de sus típicos monólogos”. Ninguna de esas dos cosas me parece mala, ojo, ni emparejar a Superman por política editorial, ni dejar que Ali desvaríe, aunque sean evidentemente, elementos más o menos metidos con calzador. De hecho siempre me han gustado los desvaríos de Ali porque en ellos se hacía el gallito de una forma muy payasa, con mucho sentido del humor, casi auto-paródico. El problema es cuando ambas circunstancias, impuestas por el carácter coyuntural de este tebeo, se escondan bajo las palabras “este es un gran cómic, tal vez el mejor”. Hacer eso es quitarle el sentido del humor a Muhammad Ali, y si haces eso le conviertes en un simple chulito de playa.

Uno de los monólogos de Ali.

En fin, esa es la razón porque la que Neal Adams nunca acaba de convencerme. Su falta de sentido del humor. (Hoy en día, el señor Adams, se ha volcado casi por completo en su carrera científica. Hizo un importante descubrimiento hace algunos años: la tierra no tiene núcleo, al parecer está hueca y se expande constantemente. Y por lo visto cree firmemente en ello y pone todo su empeño en difundir la buena nueva cuando no está escribiendo y dibujando engendros como Batman: Odyssey. No sé, pero a eso en mi pueblo le llamamos “no tener sentido del humor”). Y es una lástima porque el delirante argumento de Superman Vs. Muhammad Ali promete, en principio, exquisitos placeres surrealistas. Sin embargo, ni Adams ni su guionista O’Neil parecen ser conscientes del potencial cómico de su material de partida. Unos alienígenas llegan a la Tierra con intención de destruirla, cómo no, convencidos de que los terrícolas son en esencia violentos y pueden poner en peligro a pacíficos alienígenas como ellos. Pues bien, a los alienígenas no se les ocurre otra cosa que obligar, bien a Superman, bien a Ali, a luchar contra un campeón intergaláctico. Así dirimirán si la humanidad tiene derecho a seguir existiendo o no. Claro que para decidir cuál de ellos peleará, Superman o Ali, antes tendrán que arreglarse la cara a hostias entre los dos.

No tengo nada en contra de las historias simples, hasta maniqueas, acerca del bien y del mal en el tebeo de superhéroes. El género es el género. Pero sí me molesta cuando el autor tiene el suficiente talento para introducir matices y no lo hace, o cuando los personajes se prestan a desviarse de la norma y el autor no lo aprovecha. Me parece muy bien que un cómic hable de lo noble que es la humanidad (más en concreto la humanidad estadounidense) si todos nos ponemos de acuerdo y bla, bla, bla. Pero cuando la persona que sostiene ese discurso es Muhammad Ali, una persona que se atrevió a decir en público “no tengo nada en contra del Viet-Cong… Ninguno de ellos me ha llamado negrata”, una persona que estuvo en la cárcel por negarse a cometer las “noblezas” que su país le quería obligar a cometer, me parece que Adams sí peca por no recoger en el cómic la socarronería y la inteligencia que, faltándole a Superman, Ali tiene a espuertas. 


Roberto Bartual (www.comicsgrid.com)