Yes we camp! Trazos para una (r)evolución (VVAA)


Yes we camp! Trazos para una (r)evolución (VVAA). Dibbuks, 2011. Rústica con solapas. 128 págs. Color y B/N. 9,50 €

El movimiento 15M es aún demasiado reciente como para calibrar desde un punto de vista histórico su trascendencia, aunque de momento parece que se ha consolidado como algo estable, que estará presente ya siempre en la vida política española. Lo que sí es seguro es que ha hecho que mucha gente se replantee cuestiones hasta ahora aceptadas sin debate, ha generado una respuesta por parte de la sociedad. Y la está generando, como no puede ser de otra forma, por los creativos. En esto siempre he pensado que el cómic tiene una ventaja fundamental sobre el cine, la literatura o la televisión: la inmediatez. Por supuesto, ésta aún es más importante en las publicaciones periódicas —ahí están todas las revistas satíricas que durante la transición española realizaron una imprescindible otra crónica de la política—, pero hoy internet solventa la prácticamente total ausencia de las mismas.

Aquí nos encontramos con Yes we camp! Trazos para una (r)evolución, el primer cómic generado por el 15M, editado sin ánimo de lucro por Dibbuks, tan sólo unos tres meses después de empezar todo. No obstante, si tenemos en cuenta los plazos lógicos en la realización de un tebeo —impresión, distribución, etc.—, resulta fácil suponer que en realidad todo el material es bastante inmediato, que se ha dibujado entre mayo y junio. De hecho, algunas páginas aparecieron previamente en internet, en los días de las primeras manifestaciones y acampadas, como es el caso de Spanish Revolution de Santiago García y Pepo Pérez. Se trata de una antología muy heterogénea, que reune material variado de autores muy diferentes, como no podía ser de otra forma. Son visiones personales del fenómeno, sin más ambición que la de mostrar la opinión propia, en la mayor parte de los casos. Predomina la simpatía por el movimiento, aunque algunos autores elijan mostrar de forma más global diferentes visiones —caso de Josep Busquets— o manifestar ciertas dudas razonables —Pere Joan—. Algunas son más viscerales, dibujadas desde el corazón de las acampadas, con las tripas; otras son reflexiones más frías, más analíticas. Pero todas tienen valor en el contexto de la obra. Quizás precisamente por no ser fruto directo de la reflexión o experiencia sobre el 15M, me descoloca un poco la aparición de dos viejas historias de Carlos Giménez aparecidas hace décadas en El Papus, aunque, eso es escalofriantemente cierto, sirven para demostrar qué poco ha cambiado el cuento. Todos los autores entienden, en todo caso, que el artista debe comprometerse, que debe transformar el mundo en el que vive. Por supuesto, no es la única visión posible: el cómic, como todas las artes, puede ser eso o cualquier otra cosa, debe serlo, de hecho. Pero quizás sí es cierto que en los últimos tiempos esa faceta estaba un tanto adormecida.



El valor artístico, creo, queda en un cómic así en un segundo plano, aunque por supuesto haya algunas páginas que destaquen. Para mí, lo mejor de Yes we camp! son las páginas ya mencionadas de García y Pérez de Spanish Revolution, la historia de Alberto Muriel y Vanesa Baños, el metacómic que monta Sergio Bleda comentando las viñetas que dibujó durante aquellos días, y la excelente aportación de Pere Joan con Tengo mis dudas, pero…, una lección magistral de cómo el lenguaje del cómic puede servir como vehículo perfecto para explicar unas ideas. Sin embargo, ya digo que creo de verdad que el principal valor de este tebeo es el documental. Dentro de uno años, cuando un historiador investigue el 15M, Yes we camp! —y cuantos cómics surjan en torno al movimiento en los próximos meses— será una parada inevitable, por aportar no sólo las ideas de unos artistas determinados, sino por ser una visión alternativa a las verdades oficiales vertidas en unos medios de comunicación cada más más mediatizados y menos comunicativos. Todos estos autores reunidos en torno a la iniciativa de Dibbuks han generado con sus cómics y sus textos —hay un puñado de artículos al margen de las páginas de historieta— un documento historiográfico. Aunque, ¿acaso no lo son todos?