Mamut, hoy con Pep Brocal

Tras varios intentos y unas vacaciones de verano de por medio conseguimos cuadrar agenda con Pep Brocal. Una terraza al aire libre del centro de Barcelona nos acoge mientras el sol intenta asarnos. Tiene una obra abrumadora en producción y registros, muestra de ello es la exposición que le dedicaron en 2010 por sus 20 años de carrera (catálogo en catalán). Habla de su trabajo con la ilusión del que empieza. En la conversación descubrimos que Pep Brocal siempre está empezando.

Entrecomics: ¿Qué te llevo a colaborar con Mamut?

Pep: Lo que me llevó a Mamut fue conocer los primeros libros de la colección y el contacto cercano con Maxi, con el que ha resultado haber buen feeling y entendimiento profesional. También con Manu y Stéphane, buena gente. Tenemos una manera similar de ver la experiencia editorial. Cuando Maxi y Ed me invitaron a colaborar con un álbum para Mamut, pensé que había llegado el momento de hacer algo nuevo. Normalmente ya me planteo las cosas desde cero, no sé si es un error o no pero veo cada encargo como la oportunidad de inventar algo. Pero, además, justo en ese momento venían de frustrarme un proyecto. Había presentado en Dibbuks un álbum recopilatorio (por aquello de “cerrar etapas”) que no prosperó. Me respondieron que ya no era momento para hacer recopilaciones de historias cortas, que esa fórmula era poco comercial. Ya imagino que las editoriales prefieren algo pensado ex profeso para ellas y, a ser posible, historias largas, muuuy largas. Como decía, dado que había acabado con los proyectos anteriores, vislumbré la ocasión de sacarme del sombrero algo de cero y bien fresco. Eso siempre resulta, como poco, saludable. Maxi y Ed han demostrado tener ideas geniales al crear un sello de comic infantil de esas características. Parten de ofrecer absoluta libertad a los autores que quieran sumarse, y ello es en esencia un inmejorable punto de arranque. Mamut me ofrecía eso a todo nivel, de creación, de método, de enfoque, etc. Eran las condiciones óptimas para disfrutar la experiencia. Y la disfruté. Me planteé, por encima de todo, una aventura en el sentido clásico del término. Una historia que fluyera y se leyera de forma fácil, ágil y sencilla. No era poca aspiración. Ésta era la premisa básica (piensa en silencio) que igual me engaño pero creo haber conseguido. El lector juzgará…

Entrecomics: Más allá de la absoluta libertad, ¿recibiste directrices, ideas?

Pep: La verdad es que conmigo fue un parto fácil (espero que también para ellos fuera así). Les hablé del personaje, un conejo y su periplo, y enseguida les pasé toda la historia guionizada y abocetada a grandes rasgos. Tan obsesionado estaba entonces con que la aventura fluyera fácil de viñeta a viñeta, que bien pronto me dí cuenta de que había dado con una historieta muda. Quizás me animé demasiado, ¡eso puede ser! Mi primer enfoque era dirigirme a la franja menor (+3) pero, como decía, me animé seguramente demasiado y empecé a jugar con elipsis, con un ritmo de lectura más y más veloz, sincopado con soluciones argumentales un tanto agresivas o cafres. Y así fue como salté, de manera natural, de la franja de más pequeños a la de +6. De eso también me fuí dando cuenta de manera gradual, aunque sobre todo quise mantenerme en lo de explicar la historia sin apenas texto. En realidad hay palabras porque el comic está plagado de ellas, con un juego de onomatopeyas constante. Y es que no renuncio a la sonoridad implícita ni al efecto plástico de un puñetazo o de la vibración de un rayo láser. Por último, a pesar de considerarlo un comic mudo, hay algunas palabras integradas en la historia… había que justificar las ediciones en francés y catalán, ¿no? (risas). El hecho de que se tratara de una historia muda me permitía jugar con todos esos otros recursos propios de la historieta. Estaba casi obligado a funcionar con onomatopeyas, recursos gráficos, con una secuenciación más visual y hasta con ideogramas (los personajes se dicen cosas dibujadas, iconos, que podemos leer como bocadillos de texto).

Entrecomics: ¿En ningún momento pensaste que lo de hacer la historia muda te estaba complicando?

Pep: No, no. Tenía ganas de complicarme y pasármelo bien al mismo tiempo. Una cosa va con la otra. Creo que si no me lanzo a un reto nuevo y distinto, no lo disfrutaré completamente. Cuando en la vida buscas una aventura nueva, sales de casa y te vas a Australia o a donde sea del mundo. Buscas ese encanto del descubrimiento de tierra ignota. Bueno, nunca he ido a Australia (risas).


Ejemplo de boceto para Olaf vade Picnic

Entrecomics: Mientras Olaf tenía una aventura tu tenías otra.

Pep: Sí, sí. Y en realidad mi aventura es previa. Me lanzo a este proyecto, primero porque me lo permiten, y luego porque quiero descubrir algo nuevo. A saber: ¿cómo demonios puedo montar una aventura con los parámetros que te comento? No está mal…

Entrecomics: Nos encontramos ante un libro mudo que no se dirige a los más pequeños (los que no saben leer), sino a niños y niñas más mayores, esto rompe algunos códigos.

Pep: Hay un ejemplo que es muy ilustrativo de lo que ha sido para mí la aventura de montar Olaf. Hay un momento de la historia del cine en el que llega el cine sonoro y se dejan de lado recursos de enorme expresividad visual. Como las cosas se pueden explicar con palabras, ya no son «necesarios». Craso error, a mi modo de ver. Continúan siendo necesarios porque enriquecen la narración. Si no te encuentras con la imposibilidad del sonido, no exploras todas esas otras posibilidades expresivas o narrativas. Es absurdo pero es así. Si recuerdas por ejemplo películas de Murnau o de la etapa inglesa de Hitchcock y de muchos otros cineastas de ese momento, están explicando cuestiones de gran profundidad narrativa, sin «texto».

Entrecomics: A veces en cómic hay textos de apoyo que dicen «mientras» o «en otra parte». Como explicando una elipsis.

Pep: Y muchos de ellos no son necesarios. A menudo, si haces la prueba de quitar el texto, la narración sigue funcionando, no pasa nada muy grave. Dentro de lo posible, una historia debería poder funcionar sin texto, creo. Si nos rompemos los cascos y damos con una viñeta que explique esa elipsis necesaria para la historia, ese salto espacial o temporal, echando mano de recursos gráficos, de cambios cromáticos o detalles expresivos, etc, creo que ahí podemos hablar de una pequeña victoria en la gran batalla del dibujante por contar algo en comic.

Entrecomics: En algunas elipsis de Olaf va de Picnic juegas con la luz, noche-día. O en la escena de la pegada de carteles.

Pep: Es que me apetecía poder jugar con todo y a voluntad. Explorar la paleta sin dar nada por sabido. No cerrarme en banda a nada, usar los recursos del dibujante con desparpajo, hacer una historia muda y sin embargo seguir usando palabras.

Entrecomics: En esa misma escena nunca se puede leer el cartel que está pegando Olaf (nota: con el cartel convoca una reunión). Al menos, completamente pero no importa porque se entiende perfectamente qué está pasando. Además ese tipo de reuniones es como de adultos, ¿verdad?

Pep: Exacto, el cartel no se ve. El ritmo de la convocatoria in crescendo parece que te lleve a una viñeta final dónde se vería el cartel completo de “reunion en el bosque”. Pero no quería eso. Dibujé una viñeta diferente para mostrar el desenlace de la secuencia. Mostrar, antes que contar. Ése sería mi lema. Me planteaba una historieta que fluyera, que no tuviera parones y que reclamara la atención a cada página. Tirar de la historia y, llegado el momento, hacer una paradiña para continuar tirando. El ritmo era la piedra de toque. Sin embargo, no todo es gimnasia, en esta aventura. También quería hablar de determinadas cuestiones básicas que me preocupan como de resistir, de arrojo, de tolerancia, de la amistad, la solidaridad, de victoria ante lo adverso, de la alegría de la vida, etc. Encaro una serie de pulsiones humanas y les doy una resolución positiva. Y principalmente hablo de combatir al miedo y anularlo desde dentro. El miedo encarnado en el monstruo. Juego con el aspecto visual del miedo, por eso el monstruo cambia de tamaño hasta lo descomunal. Crece a medida que crece el miedo. Y se vuelve diminuto cuando al fin el miedo es vencido y desterrado del bosque. ¡Vaya, he contado el final!


Olaf convoca una reunión

Entrecomics: El mismo monstruo en el momento que quiere cocinar se pone el gorro de chef y con todo el cariño se aplica a la tarea, hasta parece simpático.

Pep: Sí. Aquí no se salva nadie, todo el mundo tiene su parte traviesa. ¡Olaf y su pandilla son secuestradores de huevos!

Entrecomics: Y otro giro que esquiva la fábula clásica de animales es la aparición de… ¡un extraterrestre!

Pep: El extraterrestre es la nota marciana (risas). Realmente el bosque está lleno de individuos diferenciados, mil personajes y animales sin explicación naturalista, simplemente imaginados. Un marciano verde, con trompetilla y escamas es una broma que permite que Olaf y sus amigos tengan una visión de su problema, con perspectiva. La importancia del extranjero es su visión desde fuera. Tenemos un elemento dominante que es el miedo y necesitamos alejarnos de ese factor para reunir fuerza y valor para finalmente combatirlo. Ésto, dicho con grandes palabras. Cómo alejarnos del problema, cómo reunir fuerzas y vencer a través de la imaginación y la complicidad con los otros. Es una historia optimista, Olaf es un tipo entusiasta. ¡Y acaban yendo de picnic! Por esta vez: un final feliz.

Entrecomics: Con todos estos elementos surge una historia muda para la franja 6+. Rompes así un poco los esquemas dela colección Mamut dónde los cómics mudos suelen ser los de la franja 3+.

Pep: Sí, en realidad las franjas 3+, 6+, 9+ son etiquetas que ayudan a la comercialización. Desde Mamut han sabido hacerse un agujero, y esa claridad ayuda a publicitar el sello. De hecho, incluso diría que no existía algo así, aquí. A pesar de etiquetar las franjas, estan posibilitando hacer historias, en álbumes de comic, que no están atadas por cuestiones de correción política o pedagogías mal entendidas. Lo vemos cada día: para determinadas franjas de edad, se hacen productos a medida. Se le da al niño lo que se supone que espera encontrar y aderezado además con corrección educativa, con lo que sacrificas la creatividad. En Mamut ésto no va así.

Entrecomics: Es que los niños son transgresores. La corrección política se incorpora más tarde.

Pep: Además es innecesario. La escatología está en el origen de nuestra cultura. Críos que no saben ni hablar hacen «cagar el tió», aquí. ¿Somos peores personas por haber esclavizado y tratado a golpes a un tronco de encina? No. A menudo se tapa absurdamente la evidencia. Y esa práctica no se limita a niños, se hace con adolescentes. Existen muchos ejemplos de aventuras de un grupo de amigos con: un niño, una niña y un gordo para que todo esté equilibrado. Y cuando no, que haya una niña asiática y un niño magrebí. O al revés. ¡Y que el malo no gane nunca! Porque en la vida ya se sabe que los malos nunca ganan. Se interviene sin respeto en un campo que tendría que ser de libertad absoluta, el de la creación. Estoy de acuerdo en escoger de qué tema le hablas a los niños pero no hay que hacer un producto a medida. Puedes bajar a su altura y hablarle en su idioma y explicarle una historia puramente imaginativa pero no reduciendo el registro. Si acaso, cambiándolo. Y si hay algo que no entiende, ¡que pregunte!

Entrecomics: Se tiende a fórmulas y homogenización.

Pep: No es buen negocio poner puertas a la imaginación.

Entrecomics: Recuerdo de pequeño dibujos animados de Tex Avery u otros que eran muy locos. Se colocaban un cartucho de dinamita entre los dientes y ¡PUM! En la siguiente escena, tan tranquilos.

Pep: Y los cuentos de toda la vida como Caperucita Roja y el lobo. El lobo se come a la abuela y después lo abren en canal. ¡Y lo rellenaban de piedras! O La Isla del Tesoro que ha acabado dirigida a una franja de más pequeños. Cuando Stevenson la escribía no se cortaba un pelo. Los piratas eran rudos, con sed de sangre y capaces de todo. En el caso de Olaf me centré en una lectura para niños de más de 6 años, pero no la acoté por arriba. Hay distintos niveles de lectura y satisfacción, también para alguien de 20, 40, 60 o ¡90 años! Creo, modestamente, que eso es posible. En realidad lo sabemos, pero no deberíamos perder de vista, que el libro está hecho de papel y que los personajes no son de carne y hueso. ¡No hay que confundir! Existen en la medida que están imaginados, dibujados y luego impresos sobre el papel. No hay peligro de que nadie sufra aunque los abras en canal.


En Olaf sobran las palabras

Entrecomics: Volviendo a temas de tu carrera. Con Olaf va de picnic, ¿podemos hablar de un retorno al cómic, de un eterno retorno?

Pep: Sí. Al principio de todo, mi idea era dedicarme al dibujo profesionalmente y de ahí se derivaba mi interés por el cómic. ¿Porqué no convertirme en un gran autor (risas) y además ganarme la vida? Por las circunstancias de la vida y del momento, en los 90 se produjo un declive en el medio del cómic. Seguramente yo no supe adaptarme, no le hecho toda la culpa a la situación. Tuve que reinventarme. Exploré el ámbito de la ilustración hasta convertirlo en mi modus vivendi, aunque en las editoriales a menudo se quejaban de que mi dibujo era muy de cómic. Tampoco no quiero desmerecer a la ilustración, me interesa muchísmo. Es un ámbito muy interesante para conseguir logros de todo tipo, un campo abierto a la exploración tanto como el cómic. Como me considero dibujante, todo ello es un campo a explorar. Tal como lo veo, la ilustración es también una forma de narrar en imágenes. En principio está al servicio de un texto pero le puedes dar la vuelta a esa relación de dependencia y mostrar, no lo evidente en el texto, sino una lectura en paralelo. Y permitirte así un despliegue narrativo de enorme libertad. Volviendo al eterno retorno al cómic, durante muchos años he seguido trabajando en revistas de ámbito catalán como Cavall Fort o Tretzevents y en revistas de comic variopinto como Cairo, Viñetas, El Manglar, Mister K, etc. También algún álbum que otro, como V-girl con De Ponent, que nada tenía que ver con Olaf. Quizás nunca he dejado del todo el medio del cómic pero aún tengo la sensación de que quedan cosas pendientes ahí, en el tintero. Este algo que me queda no sé qué demonios es, pero Olaf va de picnic ha sido una apuesta sincera en ese sentido. Ví la posibilidad de hacer algo con esos condicionantes que me ofrecía Mamut, de buen rollo y libertad absoluta… ¡y me lancé! Quizás siempre me quede esa sensación de que hay algo por hacer, ese impulso a seguir. Igual sin ese gusanillo no me dedicaría a ésto.

Entrecomics: Otro proyecto que tienes entre manos es Badabum. ¿Qué es Badabum?

Pep: Somos tres personas, Blanca Hernández, Laura Miyashiro y yo mismo. Como los tres tenemos la fijación de la gráfica en sentido muy amplio, nos planteamos, hace poco más de un año, crear este sello para ser editores entre comillas de nuestras propias majaradas. Desde la modestia, queríamos editar aquellos proyectos que con certeza nadie nos compraría nunca. La idea era alimentarnos de nuestro propio dinamismo, tener el control y la satisfacción de estar haciendo cosas ya. Y no esperar al mercado ni a la luna del editor de turno. Empezamos con impresiones en serigrafía, medio que nos permitía tantear las propias posibilidades. E invitamos a imprimir obra gráfica de gente del mundo editorial y del arte, artistas que nos encantan, bien variados, como Gustavo Roldán, Aleksandra Kopff, Tòfol Pons, Pau Masiques, Sonia Pulido, Martín Copertari, Carmen Segovia, Miju Lee, Montse Ginesta, Mariela Marabí, Hye Young Yu, Jordi Avià, Elenio Pico, Marc Brocal, Maxi Luchini, Paloma Valdivia, etc. En un año de existencia y contando con nuestro empuje y con la implicación de otra gente, hemos hecho ya algunas ediciones en serigrafía y pequeños tirajes de otros inventos a caballo del libro artesanal y los objetos ópticos históricos como los taumatropos. Y vamos haciendo. Recientemente hemos sacado pequeños cómics inacabables, llamados Libros Mutantes, que se despliegan sobre sí mismos y explican historias sin fin. Justo ahora exploramos también las posibilidades de una máquina de offset para sacar a la luz una colección de comics llamada Relatos de Acordeón. Hacemos lo que nos permiten los cuatro rudimentos que tenemos: serigrafía, offset, la imprenta gocco o lo que sea que nos echen. Badabum continúa en marcha porque se retroalimenta. La primera edición de serigrafías ha sufragado la segunda, éstas dos la tercera, y así. De hecho no es un negocio (risas), todo lo que genera se convierte en otra cosa y éste es el sentido de la aventura Badabum. Hacemos cosas por el placer de hacerlas. Y nos vamos animando, quién sabe qué pasará.

Entrecomics: La palabra Badabum nos remite a otra obra anterior, ¿Verdad?

Pep: Sí, viene de una serie que publiqué en el suplemento Vang de La Vanguardia. Era un suplemento fresco y moderno, en catalán. Me inventé la serie Badabum Bim Bang jugando con el nombre del suplemento pero también con la sonoridad onomatopéyica de alguien que se pega la gran castaña. De hecho, el personaje era un gafe empedernido al que le ocurrían grandes desastres emocionales y físicos. Me quedé con esa sonoridad y cuando inventamos el nombre para el sello, la rescatamos.

Entrecomics: Volviendo a la autoedición. Hablanos de otra experiencia editorial anterior, Mr. Brain.

Pep: Entre el 93 y el 97, junto a Manel Fontdevila y Padu editamos la revista Mr. Brain. También fue como una apuesta personal, en un momento en el que el declive era patente, para hacer las cosas que nos apetecían. Podíamos explicar nuestras historias y empaquetarlas con la gráfica que decidiéramos. Mr. Brain era un poco deudora de Tiovivo pero también estábamos mirando qué pasaba en Francia, en EEUU. Fue muy gratificante explicar a voluntad aquellas historias que te importaban. Y hablar del medio. Como decía el subtítulo era «una revista tonta para listos». Lo cómico, absurdo y referencial también era la puerta de embarque para hablar de verdad sobre lo que nos interesaba: Ever Meulen, Yves Chaland, Jack Cole o Harvey Kurtzman, etc, como autores de peso e importancia significativa. Era una oportunidad de ejercer la libertad de montarte tu película. La autoedición era entonces una buena solución y lo sigue siendo ahora.

Entrecomics: Hablanos de tu faceta en el terreno de la xilografía.

Pep: Hace tres años ya, me ví arrastrado de modo natural hacia el ámbito del grabado en madera. Se lo debo a Blanca Hernández, grabadora de toda la vida. Lo primero que me sedujo era la imposibilidad de poder dar por bueno tu trazo de dibujante. De pronto, tus rudimentos técnicos se iban a la porra simplemente porque la madera no te los permitía. Estabas obligado a negociar con un medio nuevo, a descubrir soluciones inéditas, a reinventarte. ¡Y eso es la bomba! Sigo en ello, generando virutas, estampando sin prensa pequeñas ediciones, explorando siempre el mundo gráfico desde cualquier nuevo ámbito que se cruce en el camino. Recientemente se ha expuesto una selección de los trabajos realizados con Blanca durante estos tres años, bajo el título de Amores Difíciles (del 7 al 25 de septiembre en la Galeria Miscelanea, Barcelona).