La industria de los sueños (Paco Alcázar)

La industria de los sueños (Paco Alcázar). ¡Caramba!, 2012. Cartoné. 15×15 cm. Color. 160 págs. 18 €

Desde 2007, Paco Alcázar viene realizando para la revista Cinemanía una serie de viñetas centradas en el mundo del cine —claro; publicándose en Cinemanía lo raro sería que se centraran en la gastronomía— que ahora podemos disfrutar gracias a la excelente edición de ¡Caramba!, que lleva el título de La industria de los sueños.

            A través de las ciento cincuenta viñetas que incluye la recopilación, Alcázar habla de películas, de sus directores y actores, del público… Lo hace a través de series recurrentes que le permiten mantener mucha variedad y a la vez dotar de unos hilos conductores a sus viñetas a través de cada entrega —en Cinemanía se publicaban tres por revista—. Las ideas que impulsan esas miniseries son tan imaginativas que casi valen la pena por sí solas. “Sólo es una sugerencia” parte de un hecho real y establece una analogía loca para plantear una pregunta que la propia viñeta responde. “¡Misterio!” plantea fenómenos más o menos inexplicables. “Acongojante” presenta noticias reales absurdas o sorprendentes, como por ejemplo que Stallone quiera hacer una adaptación de la vida de Edgar Allan Poe. Sin duda, las dos más originales, en las que se nota más el tono típico de los cómics de Alcázar, son “Dime qué comes y te diré cómo diriges”, donde diferentes directores piden de comer en un restaurante en función de su forma de dirigir, y sobre todo “¿Cómo hubiera sido…?”, la más abundante, y que plantea delirantes combinaciones entre películas y directores para dibujar cuál habría sido el resultado, y así, podemos ver las enormes posibilidades comerciales que habría tenido Cars si la hubiese dirigido Isabel Coixet o mi viñeta favorita de todo el tebeo, cómo sería South Park dirigida por Frank Miller.

            El humor de La industria de los sueños es, cosa lógica dada la publicación en la que aparecieron las viñetas originalmente, bastante menos bruto y retorcido que el de otras obras de Paco Alcázar como Silvio José o las incluidas en El manual de mi mente. Pero la diferencia sirve para demostrar que el autor puede y sabe cambiar de registro y al mismo tiempo seguir siendo él: en las viñetas su mano es perfectamente reconocible, y no sólo por el dibujo, obvio, si no también por las situaciones que se plantean, donde se asoma esa mala leche y esa óptica deformada de la realidad tan propias de Alcázar.

            Pero también sirve La industria de los sueños para que Alcázar demuestre que puede adaptarse al formato de viñeta única, quizás lo más complicado para un dibujante humorístico. Dar en el clavo en un espacio tan reducido, plantear una situación completa, una historia, en una sola viñeta, es más difícil de lo que parece. Alcázar se ha centrado normalmente en historietas de una página o más, donde el ritmo es totalmente distinto, pero entiende que los mecanismos aquí deben ser otros. Quizás por eso la reacción del lector va a ser diferente: yo, que normalmente no me río a carcajadas leyendo otras obras suyas —me provocan más bien una sensación cercana a la alucinación—, con La industria de los sueños me he partido por la mitad de la risa. Y en público, como debe ser.

            Un tebeo para releer una y otra vez, al derecho, al revés, a saltos o como se quiera. La inclusión de un completo índice de directores, actores, películas, personajes y conceptos en general es todo un acierto, porque permite recuperar rápidamente una viñeta cualquiera sin hojear el cómic, como si se tratara de una nube de tags en un blog. La única pega que puede ponérsele a La industria de los sueños es que requiere del lector que tenga ciertos conocimientos generales de cine para pillar la gracia de los chistes, pero por supuesto no hace falta ser un experto, simplemente un espectador medio. Aunque yo disto bastante de ser ni siquiera un espectador medio y ya digo, me he partido. Otro triunfo para apuntar en la lista, cada vez más jugosa, de ¡Caramba!