Fallece Joe Kubert



Según informan fuentes pertenecientes al mundo del cómic, acaba de fallecer el dibujante estadounidense de origen polaco Joe Kubert a la edad de 85 años. Kubert, que comenzó a trabajar como asistente en la industria del cómic con apenas 12 años y publicó su primer trabajo profesional con 16, ha llegado a ser una de las figuras más relevantes de su generación, tanto por su abundante producción como por sus labores editoriales y por la fundación de una escuela de cómic, la Kubert Comic School, que ha sido el trampolín para muchos autores actuales. Además, el legado de Kubert se perpetúa en dos de sus hijos, Adam y Andy Kubert, también dibujantes.

Sin duda, la carrera de Kubert está fuertemente unida a una editorial, DC, para la que ya realizó con 17 años trabajos de importancia y donde pronto se haría un hueco como autor principal de Hawkman. Sin embargo, durante su primera época como autor, los años 40 y 50, se prodigó en distintas compañías, desde la citada DC hasta Fiction House, Lev Gleason, Marvel, Harvey o St Johns, de la que fue director durante un tiempo. Dentro de esta compañía desarrolló junto a su socio Norman Maurer los primeros cómics en 3D, lo que le llevaría a tener algunos enfrentamientos legales con otras editoriales, como EC. También dentro de St Johns, Kubert creó a uno de sus personajes más reconocdios, Tor, del cual conservaría los derechos para seguir alimentando sus aventuras periódicamente a lo largo de las décadas en distintas editoriales.

Hacia mediados de los años 50, después de la implantación del Comics Code, Kubert firmó en exclusiva con DC, dando paso a la que se puede considerar como etapa más clásica del dibujante, de nuevo apareciendo en las páginas de Hawkman pero también convirtiéndose en una pieza indispensable de la línea bélica de la compañía. Dentro de esta línea, y muy frecuentemente en colaboración con Robert Kanigher en labores de guionista, Kubert dibujó muchas páginas de Sgt Rock, GI Combat y The Haunted Tank. Más adelante, a mediados de los años 60, cocreó con Kanigher otros dos de sus personajes más representativos, Enemy Ace y El Soldado Desconocido, y publicó una tira de prensa, Tales of the Green Berets con guiones de Robin Moore. En 1967, Kubert se convertiría también en el director y supervisor de la línea bélica de DC, siendo destacado el posicionamiento antibélico de la misma precisamente al tiempo que Estados Unidos mantenía una guerra en Vietnam. Desde 1972 a 1975 fue autor de una colección centrada en Tarzán, el personaje creado por Edgar Rice Burroughs. Al terminar su etapa en Tarzan, Kubert fundó su hoy famosa escuela con sede en Dover, New Jersey.

En los primeros años 90, Kubert retornó como autor al mundo de las viñetas, casi siempre en proyectos de carácter relativamente adulto, como es el caso de Abraham Stone (1991), Yossel (2003) y Gánster judío (2005). En estas historias, ambientadas en el Nueva York de su infancia y juventud o en la Polonia de sus padres se evidenciaba un fuerte componente autobiográfico pasado por el filtro de la ficción. En Fax from Sarajevo (1996), Kubert ponía sobre el papel las vivencias de su amigo y antiguo editor Ervin Rustemagić, atrapado durante más de 2 años en el Sarajevo asediado por los serbios. Además de estas obras de carácter más personal, Kubert volvió a dibujar las facciones de su emblemático Sargento Rock en proyectos puntuales en 2003, 2006 y 2009, y recuperó a Tor en una miniserie en 2008. También fue destacable la labor de Kubert desde mediados de los años 2000 en la revista militar gubernamental PS Magazine, una labor de la que se ocupó durante mucho tiempo, décadas atrás, Will Eisner.

A lo largo de su vida, Kubert recibió premios Eisner y Harvey, premios de la National Cartoonists Society, y había entrado a formar parte del Jack Kirby Hall of Fame y el Will Eisner Comic Book Hall of Fame.

Kubert fue durante toda su vida un gran amante del deporte, un hombre de familia y nunca perdió su toque distintivo en el uso del pincel. Sin duda será echado de menos como persona y como representante de una época del cómic americano, aunque puede afirmarse que nunca abandonó el negocio, trató de no estancarse y, prácticamente, murió con las botas puestas.