Grandes verdades de la humanidad (Carlos de Diego)

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Grandes verdades de la humanidad (Carlos de Diego). ¡Caramba!, 2013. Flexibook. 22 x 29 cm. 56 págs. B/N. 15 €

Carlos de Diego es un señor al que conocí en El Estafador hace unos años —no a él en persona, se entiende, sino a sus historietas—, aunque había publicado previamente en revistas como El Víbora o El Manglar. Ahora, publicado por ¡Caramba!, llega el que creo que es su trabajo más largo hasta el momento: Grandes verdades de la humanidad.

Hablar de De Diego es, necesariamente, hablar de su sistema de trabajo, un tanto peculiar. Yo supongo que a algunos puristas se les revolverán las tripas, pero a mí me no sólo me encanta, sino que creo que el método nunca importa tanto como los resultados. La cosa es que de Diego se dedica a rebuscar en mercadillos y librerías tebeos viejos con el fin de recortar cabezas de personajes que luego pega sobre los cuerpecillos que dibuja. Un collage que recuerda a los personajes reales que aparecen en South Park —fotos de cabezas sobre cuerpos de palotes— y que genera mucho desconcierto en el lector, para empezar una especie de efecto máscara japonés centrado en los personajes únicamente, pero también sucede que esa mezcla entre rostros del cómic clásico americano y cuerpos y escenarios de la escuela Bruguera —a la que también remite la manera de presentar cada página como entregas independientes con su logo incluido— descoloca por completo y nos situa en un terreno que no sabemos delimitar. ¿Esto es una historia de risa, una tebeo de aventuras, o qué es lo que es?

Pues ambas cosas, aunque la verdad es que el humor de De Diego no es de carcajada, sino más bien de acumulación de desconciertos: no hay nadie con la misma capacidad de hacernos estallar la cabeza con giros inesperados. Todo empieza con un bocadillo de jamón y queso —manjar de dioses—, pero la trama se complica y acaba implicando al destino del mundo y al del mismo Dios. Experimentos mentales, relaciones familiares ocultas, viajes a otras dimensiones… Podría decir que todo tiene sentido, pero obviamente la gracia está en que no lo tiene. Los cliffhangers de cada página son la herramienta perfecta para darle un giro radical a la historia en cada una de ellas, con una revelación tremebunda que hace algún personaje, normalmente entre exclamaciones y negritas, de un modo que recuerda, precisamente, a lo que hace el maestro Cliff Hanger en Toby Continued, la tira recuperada por El Hematocrítico y Pablo Ríos. También hay que destacar los resúmenes en cada episodio, que nadie debería dejar de leer, porque se van despendolando conforme avanza la historia e incluyen información vital sobre las duras condiciones en las que se dibujó el tebeo.

grandes verdades interior

«Tengo órdenes de no decirle nada, pero… ¡qué demonios! ¡Voy a explicárselo TODO!». Creo que esto que dice en un momento dado un personaje en Grandes verdades de la humanidad define a la perfección la ilógica loca con la que se maneja de Diego, en un retorcimiento constante de las normas clásicas del relato, sacando conejos de la chistera sin cesar y sepultando una expectativa con una nueva revelación que, en realidad, nunca llega a resolverse, en una odisea absurda que se lee del tirón.

Lo divertido y lo interesante de esto es que si nos paramos a pensarlo, Grandes verdades de la humanidad se parece mucho más a la vida de lo que podría creerse: una búsqueda de respuestas constante que nunca se resuelve. Y cabezones.