Buen perro (Graham Chaffee)

buen perro portada

Buen perro (Graham Chaffee). La Cúpula, 2013. Cartoné. 17 x 24 cm. 104 págs. B/N. 14€

No había leído previamente nada de Graham Chaffee, el autor de Buen perro, pero si un cómic trata sobre perros yo tengo que leerlo tarde o temprano. Editado este mismo mes por La Cúpula, Buen perro cuenta la historia de Iván, un perro que sobrevive como puede en las calles de un pueblo costero, y que se encontrará con una manada de perros libres que lo acogerá, aunque deba someterse a su disciplina.

Dice el texto de la contraportada que «desde Rebelión en la granja y La colina de Watership no encontrábamos animales que reflejasen tan hábilmente las vicisitudes de la experiencia humana». Publicitariamente puede ser un gran reclamo, pero en el fondo creo que le hace flaco favor al cómic de Chaffee. No voy a decir que no sea cierto en parte. Algo de eso hay. Él usa a los perros como metáfora, para reflexionar acerca de la libertad y cómo a cambio de seguridad y alimento se puede renunciar a parte de ella, principalmente. Pero si uno espera encontrarse algo del calado de Rebelión en la granja pensará que Buen perro se queda muy, muy corto, y no creo que sea por falta de talento o capacidad de Chaffee, sino porque en realidad no es su intención llegar tan lejos.

Buen perro tarda en arrancar y entra tarde en el terreno de la alegoría, y cuando lo hace, más que buscarla como motor de la historia parece un simple telón de fondo, un elemento más que añade cierta reflexión pero que carece del tiempo y el reposo que precisan este tipo de obras, y pienso, por poner un ejemplo del cómic, en Grandes preguntas de Anders Nielsen, aunque en realidad las dos novelas mencionadas en la propia contraportada sirven. Chaffee busca más la acción y explota las resonancias míticas que tiene el perro líder de la manada que acepta a Iván, pero, por lo menos en mi opinión, no quiere en ningún momento entrar de lleno en los grandes asuntos de la humanidad.

buen perro interior

Eso no significa, no obstante, que el cómic carezca de interés: simplemente, su recorrido es otro. Es una buena historia de búsqueda personal —bueno, no; perruna—, y los perros de Chaffee son convincentes como tales —llamativo, porque dice no tener perros— y los momentos divertidos, casi humorísticos, se entrelazan con mucho tino con otros muy duros, aunque le falte algo de sangre en algunos puntos, un poco de brío. Y Chaffee es un buen dibujante, que sin llegar a la habilidad de otros para reflejar la naturaleza de los perros —pienso por ejemplo en Blain en Sócrates el semiperro—, los dibuja de manera veraz, sin humanizarlos en sus expresiones, además de hacer un uso muy interesante del blanco y negro en las escenas nocturnas.

Si se acerca uno a Buen perro sin hacer mucho caso a lo que se intenta vender que es, se puede disfrutar en su verdadera dimensión, como lo que es en realidad: una historia divertida, que hace gala de una sensibilidad algo fría, pero que no recurre a atajos sensibleros para emocionar, y que, aunque no deje demasiado poso, se lee de una sentada.