Kim Thompson, palabra de editor

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Ayer fallecía, demasiado pronto, Kim Thompson. Resumir 35 años de su labor editorial en Fantagraphics, una labor que ha sido clave para redefinir el panorama del cómic, sería demasiado complejo, al igual que lo es detallar los nombres de los grandes maestros maestros del momento descubiertos en su día por su editorial. Como homenaje hemos decidido acercarnos más a su persona y a su visión del cómic, la edición y la traducción a través de declaraciones vertidas en distintas entrevistas. Aquí dejamos la traducción de esos pequeños textos, además de un fragmento que en su momento tradujo Óscar Palmer.

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Composición de Jason T. Miles.


Creativamente, los tebeos alternativos han alcanzado nuevas cotas. Sin embargo, y teniendo en cuenta que incluso un título popular y aclamado como Eightball sólo consigue vender 15.000 ejemplares a nivel mundial, comercialmente se encuentran en un punto relativamente bajo. En los setenta, durante la época de esplendor de los cómics underground, los títulos más populares, como Zap o The Freak Brothers, multiplicaban varias veces esta cantidad.


Nuestro propósito inicial era editar buenos cómics que de otro modo no hubieran visto la luz. Eso no ha cambiado. Publicamos lo que nos gusta y lo que creemos que funcionará lo suficientemente bien como para no hacernos perder demasiado dinero. Y publicar buenos tebeos es un logro que no necesita de más justificaciones. Refuerza el medio a un nivel artístico y proporciona ánimos tanto a los autores como a otros editores al ofrecer un buen ejemplo. En última instancia, publicamos los tebeos que nos gusta leer, de modo que estamos ofreciendo un servicio a gente como nosotros.

Fuente: Cultura Impopular.

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Foto: Gilbert W. Arias/Seattle Post-Intelligencer.


[Sobre la dirección bicéfala de Fantagraphics] Somos dos personas diferentes, con gustos diferentes, y somos conscientes de que hay autores que no nos gustan a uno de nosotros pero que, objetivamente, son buenos autores que merece la pena publicar. En cualquier caso, el porcentaje de libros por los cuales alguno de los dos no nos sentimos totalmente entusiasmados es bastante pequeño, así que en la mayoría de las ocasiones coincidimos. Nunca ha habido un proyecto que uno de nosotros odiase tanto que intentase convencer al otro de no publicarlo. Si acaso, algunos casos de, “Joder, ¿en serio? Venga, vale”.

[Sobre el diseño de los libros] Creo que muchos libros son a prueba de diseño en lo que respecta a las ventas, aunque algunos se benefician significativamente de un diseño exquisito, y algunos se salvan totalmente gracias al diseño. Claramente, el diseño de Chris Ware de los libros de Krazy & Ignatz les dio un buen impulso, y el diseño de Jacob Covey para Popeye está claro que sirvió para mover algunos ejemplares adicionales. Dicho esto, el estándar de diseño de novelas gráficas ha alcanzado su cina en la última década, y como mínimo tienes que tener un diseño decente si quieres que te tomen en serio. Ya no podríamos salir con los diseños cutres de Fantagraphics/Eclipse/NBM/Last Gasp de los años 80, eso seguro. Así que diría que un diseño decente es una necesidad, y un gran diseño es un bonus.

[Sobre si la industria del cómic actual responde a sus expectativas de hace 30 años] La industria ha cambiado mucho más radicalmente, y para bien, de lo que yo jamás habría podido imaginar, en términos del respeto asociado al cómic, el nivel de los trabajos que se están produciendo y el lugar del cómic en el mercado. El paquete completo. Tienes que considerar que cuando nosotros empezamos, los dibujantes se preguntaban, literalmente, si alguna vez los americanos querrían leer cómics que sobrepasaran la extensión de un número de Giant-Size Fantastic Four.

Lo curioso es que la idea de las novelas gráficas y los cómics para adultos ha tenido muy poca penetración en la población literaria general. Según mi experiencia, mucha gente normal se siente totalmente estupefacta ante esa idea, a pesar de las reseñas en New York Times Book Review. Hay una desconexión extraña entre el abrazo entusiasta de la prensa y la promoción del medio y su efecto en los auténticos lectores mainstream. Hay millones de suscriptores del New York Times leyendo y presumiblemente disfrutando la serie de Jason pero, ¿cuántos de ellos siquiera piensan, “Eh, debería ir a comprar un libro de este tío”? ¿El 0,001 %?

Sigue siendo una lucha constante, y si hubiera sabido la lucha constante que iba a ser, incluso con todas esas victorias, puede que me hubiera dedicado a la publicidad en 1979.

Fuente: The Comics Reporter

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Thompson editó la revista Amazing Heroes durante 10 años. Este es el editorial del número en que tomó las riendas, en 1981. Clic para ampliar.


[Sobre la necesidad de cómics populares] No lo sé. Creo que estaría bien que hubiese un núcleo sólido de cómics mainstream de género superventas, pero eso no ha sucedido (salvo quizá por el fenómeno manga, y no tengo la impresión de que el suceso del manga se haya extendido al resto de cómics) y los cómics artísticos han alcanzado un éxito tan grande (Persépolis en particular) que puede que nos quedemos aferrados a la imagen de novelas gráficas de la extensión de un libro como trabajos literarios serios… o recopilaciones de material antiguo originalmente mainstream que desde entonces han adquirido la patina de arte. Es curioso ver que en la lista de reediciones de Onion AV Club, tiras de prensa como Peanuts y Popeye aparecen en la sección de “cómics artísticos”, especialmente teniendo en cuenta que esas tiras las leía originalmente una audiencia superior en dos o tres órdenes de magnitud a la que hoy en día lee cómics mainstream. Pero esa es una de las paradojas de la cultura. No creo que los cómics americanos lleguen a tener nunca un Stieg Larsson o un Stephen King. Incluso Art Spiegelman ahora aboga por una oferta más vulgar y populista para sacudir de encima la pomposidad a la novela gráfica (¡de la cual es consciente de que es responsable en gran medida!), pero puede que el futuro no sea ese. Puede que nos quedemos con el cómic como arte.

[Sobre la competencia] Bueno, los últimos diez años han sido interesantes, eso seguro. Casi ha pasado exactamente una década que Pantheon se abalanzó y prácticamente se apropió de todos los grandes autores que se les pasaron por la mente, empezando por el doble revés de Dan Clowes y Chris Ware. Durante un tiempo hubo en la edición independiente cierta sensación derrotista de “Bueno, mierda, si alguien del tamaño de la puta Random House se va a hacer con nuestro territorio, no podemos hacer gran cosa al respecto” (o W.W. Norton, capaz de endilgarle un cuarto de millón de dólares a Robert Crumb por Génesis), pero tengo que admitir que Drawn & Quarterly ha sabido darle la vuelta a la tortilla en cierta medida contratando a Clowes y recordándonos a todos nosotros que el tamaño no lo es todo. Creo que los jóvenes van a ver una vuelta a un terreno más igualitario en ese sentido, a medida que los editores alternativos (incluidos nosotros) redescubran como vencer a los peces gordos en su propio juego siendo más inteligentes y comprometiéndose más, estando dispuestos a afrontar mayores riesgos.

Obviamente, si tuviera una varita mágica me encantaría volver a los felices días en los que los autores firmaban con una editorial y permanecían en ella, pero ahora hay demasiado dinero en juego. Y por mi incómodo que eso pueda resultarnos en casos particulares, creo que en última instancia representa un beneficio neto para los autores, y para el medio, que exista esa competencia. En fin, sería muy ingenuo pensar que el éxito comercial de la novela gráfica no desembocaría en algo así finalmente, y muchos autores que empezaron en otros sitios han acabado en Fantagraphics, de manera que sería un lloriqueo quejarse demasiado ahora que el viento ha cambiado de dirección.

Ahora bien, esto en términos de nuevos trabajos realizados por autores contemporáneos. Las reediciones de tiras de prensa clásicas no han representado un gran problema porque solo estamos nosotros e IDW, prácticamente, y casualmente nuestros gustos son lo suficientemente divergentes como para que raramente nos entrometamos en el territorio del otro. Además, Dean Mullaney (que lleva casi todo el material de tiras de prensa de IDW) y yo somos tan viejos amigos (va para 40 años) que hacemos un esfuerzo para estar en contacto y no pisarnos el uno al otro. En cualquier caso, ya se ha hablado de la mayoría de auténticas tiras monumentalmente grandes, así que no veo una guerra potencial ahí. De hecho, a veces hay tiras que creo que es una especie de obligación reeditar porque son geniales, pero me preocupa que una reedición nos sea económicamente factible, y entonces Dean anuncia, por ejemplo, una colección de Otto Soglow, y me complace tanto porque quiero leerla y poseerla, como porque no tengo que hacerla yo mismo. Y Dean ha estado haciendo un trabajo de primera categoría.

Con los cómics extranjeros pasa lo mismo. Terry Nantier de NBM y yo tenemos gustos bastante diferentes, así que salvo una o dos pequeñas excepciones, nunca ha habido problemas. A ambos nos gusta David B y a ambos nos gusta también Lewis Trondheim, pero Lewis produce más libros de los que pueden absorber tres editoriales. Bueno, yo quería Los pitufos, pero NBM ha hecho un trabajo genuinamente superlativo en ese proyecto, y además encaja en su programa mejor que en el nuestro. Pero mira, hay tantos libros extranjeros geniales para hacer, que si te dijera lista de 20 títulos prioritarios y tú me dijeras que NBM y First Second ya los han copado todos, podría sacarme otros 20 de la manga sin pestañear y aún sería feliz.

Estoy seguro de que ha habido y habrá resentimiento y conflictos como parte de este nuevo panorama, pero en última instancia lo veo como un signo de salud y prosperidad.

Fuente: The Comics Reporter

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La edición en las venas. Kull the Destroyer # 11 (1973).


[Sobre su afición al cómic europeo] Vengo leyendo cómics francobelgas desde que aprendí a leer. Aprendí a leer, entre otras cosas, con Tintín. Los cómics eran algo tan omnipresente en la cultura infantil francesa que preguntarles cómo los “descubrieron” es como preguntan a un niño americano cómo “descubrió” la televisión. Sencillamente estaban allí. Tintín fue mi primer gran favorito. Luego me enamoré de todo el grupo de dibujantes de Spirou (Franquin, Peyo, Tillieux, Morris, etc.), y cuando fui un poco más mayor, del material de la revista Pilote (Asterix, Blueberry, Valerian, Gotlib, Bretécher, Fred). Luego, cuando los cómics europeos alcanzaron su fase adulta/underground, yo tenía la edad perfecta para ellos y continué por ahí. Tengo un grupo de estanterías con más de mil álbumes de cómics francobelgas (y unos cuántos cientos más en el garaje), y probablemente dos tercios de ellos ya los había comprado cuando cumplí 15 años.

[Sobre la introducción del cómic europeo en Estados Unidos] Parece que la resistencia se va erosionando, posiblemente debido a que Fantagraphics, al igual que otros pioneros como NBM (cuya nueva serie de Los pitufos es excelente) y Catalan Communications, hemos estado golpeando incansablemente nuestras cabezas contra el mismo muro durante un cuarto de siglo.

[Sobre “el muro”] “Los lectores de cómic pueden ser muy provincianos” sería una forma cruel de decirlo, pero el hecho es que los cómics son una serie tan compleja de códigos verbales y visuales que es fácil sentirse confundido por las peculiaridades de la aproximación al medio en cada continente, de la misma manera que el manga es un problema para muchos lectores occidentales. Y existe una resistencia al formato del álbum, que creo que a ojos de los americanos recuerda demasiado a un libro para niños. Pero mira, ofrecer cualquier cosa que sea nueva y buena a un público ya establecido, siempre es cuesta arriba.

Fuente: World Without Borders

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Retrato realizado por Félix de la Concha.

[Sobre cómic europeo] Creo que los cómics europeos, en su mayor parte, se han vendido con más éxito cuando se ha hecho hincapié en su contenido más adulto, que en cierto modo es más universal. El trabajo caricaturesco es más… idiosincrático. Es curioso, porque salvo en el caso de Tintín, los americanos parecen bastante reacios al estilo de dibujo europeo. Y siempre hubo mucha resistencia al formato de álbum europeo, que creo que a los americanos les recuerda demasiado a un libro infantil.

[Sobre si esa tendencia ha cambiado] Puede que no haya cambiado. Pero es que soy obstinado. Creo que llegados a este punto, Fantagraphics ya tiene tanta reputación por su trabajo con el cómic europeo, por su trabajo en general, que espero que nuestro nombre por sí solo empuje a los lectores potenciales hacia él. O sea, estoy bastante seguro de que los libros de Tardi tienen el éxito que tienen en parte por el nombre de Fantagraphics, y si otro editor lo hubiera intentado puede que no hubieran funcionado tan bien.

Fuente: Comic Book Resources

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Fotografía de Lynn Emmert, esposa de Thomson. Los premios Eisner entre sus manos fueron concedidos a La guerra de las trincheras.


[Sobre su responsabilidad como editor en los títulos europeos] En la escala “de trabajo a diversión”, definitivamente cae del lado de la diversión. En la escala “de beneficio a indulgencia”, en la indulgencia. Si realmente estuviéramos económicamente tocados y/o tuviera que elegir proyectos en base a su posible contribución a las finanzas de la compañía, la mayor parte del trabajo extranjero tendría que desaparecer. Sibyl-Anne es absolutamente injustificable como gasto sensato de mi tiempo o de los dólares dedicados a la edición de Fantagraphics desde un punto de vista empresarial. Pero Eric y Gary tienen que hacer una serie de juicios similares en sus proyectos, y supongo que cualquier editor los hace. Y, por supuesto, es genial cuando se combinan emoción y beneficio. Es difícil imaginar un proyecto más emocionante que hacer la reedición definitiva de Peanuts o del trabajo de Carl Barks, y son definitivamente rentables.

[Sobre sus ediciones de Tardi] Surgieron porque yo pensaba que era estúpido que uno de los dos o tres mejores autores del mundo no estuviera disponible en inglés, de manera que me lié la manta a la cabeza y lo hice. No es que decidiera hacer algo distinto a trabajar muy duro para que salieran fabulosos. Bueno, quizás el hecho de imponer un formato visual consistente a los libros distintos de Adèle. Pero decidí no apartarme del formato de álbum europeo, que todos pensábamos que era un problema, y en lugar de ello abrazarlo sin excusas.

En términos de la selección de material, tenía un par de planes en marcha. No quería empezar con La guerra de las trincheras porque es un monumento tan grande que tenía que todo lo que hiciéramos después resultara en una pequeña decepción para el lector. Quería hacer Ici Même primero porque es la piedra angular de la carrera de Tardi. Quería evitar dar a Tardi el tratamiento de clásico centrándome en su trabajo de décadas atrás, y por eso empecé con uno de sus libros recientes de Manchette. Y así. Pero siempre lo vi como algo a largo plazo, y dado que ahora estamos a punto de contratar nuestro décimo libro de Tardi, creo que estamos en el buen camino. ¡Haremos todos los buenos!

Honestamente, no espero que la mayoría de libros extranjeros vendan más de 2.000 o 2.500 copias, así que tener que volver a entrar en imprenta con una tirada de 3.000 ejemplares es un éxito para nuestros estándares, aunque sea un éxito minúsculo para muchos otros estándares.

Fuente: The Comics Reporter

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Dibujo de Chris Ware.


[Sobre la traducción] Traduzco prácticamente a todos los autores europeos de habla no inglesa que publicamos, excepto a Matti Hagelberg, que es finés (el finés está muy lejos del área que yo controlo) y un par que hacen sus propias traducciones, como Max Andersson. Una lista más o menos completa de los autores en cuyos cómics he trabajado en el último par de años sería: Nikoline Werdelin (danés); Joost Swarte (holandés); David B., Émile Bravo, Killoffer, Jacques Tardi y Lewis Trondheim (francés); Nicolas Mahler (alemán); Gabriella Giandelli, Igort, Leila Marzocchi y Sergio Ponchione (italiano); Jason (noruego o francés); Max (español); y Martin Kellerman (sueco).

Por si te lo preguntas, en realidad no hablo todos esos idiomas, pero puedo leerlos, en algunos casos más o menos bien. Mi madre es danesa, de manera que el danés es mi lengua materna. El sueco y el noruego son tan cercanos al danés (básicamente, casi son dialectos los unos de los otros… en realidad el noruego y el danés eran el mismo idioma no hace tanto tiempo) que con un poco de esfuerzo cualquier danés puede leerlos bastante bien, como hago yo. Estudié español en el instituto y he seguido haciéndolo después. Viví seis años en Alemania y también estudié alemán en el instituto, así que eso también se me quedó. Viví tres años en Holanda. El italiano es mi idioma más flojo, me defiendo gracias al francés y el español y el uso del diccionario… pero de todas maneras siempre reviso mis traducciones del italiano con los autores.

Sí, a veces me siento casi como un coautor. ¡Lo cual es arrogante y excesivo, pero la sensación se esfuma pronto! Pero también me implico más en esos libros porque trabajo muy duro en ellos. Y en muchos casos, por supuesto, como en el caso de Tardi, literalmente estoy cumpliendo un sueño de la infancia al traducirlos.

Fuente: Omnivoracious

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[Sobre la traducción] El humor es difícil. (…) Puedes salirte ligeramente del registro en una escena dramática o trágica, pero equivócate con una palabra en un chiste y lo arruinas.

En general, ni idea básica es que tienes que traicionar el material de orignen para ser fiel a él. Los italianos tienen esa frase, “traduttori, traditori”, que significa “Traductor, traidor”. Casi todo el mundo la entiende como un insulto, pero para mí es un sólido consejo. Lo más importante es que la traducción no suene como una traducción, de manera que si no se puede hacer que funcione el texto original, abandónalo y escribe algo diferente que transmita la misma información y significado. Veo demasiadas traducciones en las que hay frases extrañas que puedo identificar con la lengua original, especialmente en el diálogo.

Me he dado cuenta de que la dificultad del trabajo no guarda relación con la grandeza del artista. En algunos casos, cuando sé que estoy trabajando con una obra maestra atemporal –el Epiléptico de David B o La guerra de las trincheras de Jacques Tardi–, puedo sentirme un poco intimidado, pero tienes que lanzarte a ello y hacerlo.

La traducción te ofrece oportunidades ilimitadas de quedar como un imbécil.

Fuente: Comic Book Resources

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