Entrevista con Gallego y Rey

El guionista Julio Rey y el dibujante José María Gallego, más conocidos como Gallego y Rey, son dos de los humoristas gráficos más populares e importantes del país. Ambos participan en el evento “Havana7 historias que cuentan del humor gráfico”, y de nuevo gracias a Doc Pastor, pudimos entrevistar a los dos viñetistas. En su lugar de trabajo habitual, la redacción de El Mundo, mientras Gallego perfilaba la viñeta del día siguiente, mantuvimos con ellos la conversación que transcribimos a continuación.

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Entrecomics: Empezáis a principios de los ochenta en Diario 16. ¿Qué trabajos habíais hecho antes?

Rey: Yo había trabajado en una agencia de publicidad. Y luego me salió la oportunidad de entrar en el periódico, en Diario 16, y ahí me metí. Y en un periódico ya no te queda tiempo para hacer otra cosa, y menos con Pedro Jota [Ramírez] (risas).

Gallego: Yo lo mismo: empecé dibujando en unas revistas del sector empresarial, caricaturas, y después estuve unos años en la revista Blanco y Negro de caricaturista y haciendo portadas, pósteres, de todo. Y cuando cerró me fui a Diario 16. Me llamó Pedro Jota y seguí haciendo lo mismo. O sea que siempre he vivido de la caricatura. Vamos, del cuento (risas).

E: Vosotros empezáis a dedicaros al humor gráfico al final de la transición, donde la legislación sobre censura se había relajado ya bastante. Ese boom de revistas satíricas que hay en la transición, con Hermano Lobo, Por Favor y demás, ¿qué influencia tuvo en vosotros y en vuestro trabajo?

R: Muchísima, en general no ya sólo los viñetistas: yo creo que son una parte importante de la transición, porque contaban la realidad de otra manera y casi posiblemente de la única. De una forma entreverada, salvando la censura que todavía quedaba, colaboraron a que el proceso siguiera hacia delante. Son importantes, capitales, diría yo. Aparte de que por ejemplo Hermano Lobo es una revista que está pensada y creada por el humorista que a nosotros, y en esto coincidimos mucho, nos parece el número uno, que es Chumy Chúmez. Es una figura capital en la historia de este país y desde luego en la historia del humorismo gráfico de España.

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Un ejemplo del trabajo de Chumy Chúmez

E: ¿Algún otro autor que consideréis que os ha influido?

G: A mí en la caricatura me influyó muchísimo un caricaturista que se llamaba Quesada, que estuvo en varios periódicos en Madrid. Era gallego pero publicaba aquí, y en la revista Tele Radio, donde publicaba caricaturas todas las semanas, y yo las copiaba. Pero también la caricatura extranjera me gustaba mucho. Sobre todo la norteamericana, y después el gran genio de la caricatura y de la ilustración que es Ralph Steadman, un inglés maravilloso que publicaba en New Statesman, un semanario muy progre inglés, que aquí llegaba de vez en cuando, y era una maravilla. Bueno, y sigue siéndolo, tengo muchísimos libros de él. Porque todavía vive, tiene ochenta años. Es buenísimo, el número uno del mundo. Pero también había americanos como Ronald Searle… Ese tipo de dibujo me influyó mucho. Y después las revistas que has comentado, como Por Favor, yo las compraba muchísimo, y me ayudaron muchísimo, sobre todo a reírme. Era buenísimo, un sentido del humor espectacular.

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Una viñeta de Ralph Steadman

R: Era un humor inteligente, del bueno. Un humor político.

G: Y Hermano Lobo era buenísimo. Yo perdí mi colección de Hermano Lobo completa y ahora vale un montón en internet, joder (risas).

E: Yo tengo cinco o seis en casa.

G: Yo los tenía todos, lo que pasa es que, en fin, los desastres… el hundimiento de la casa Usher (risas). Todo se va a la basura.

R: La verdad es que influencias directas, no sé. Porque también nuestro estilo vino impuesto por las necesidades del periódico, teníamos que hacer una viñeta muy horizontal, y eso marcó nuestra forma de hacer: inevitablemente en un espacio tan estrecho y tan horizontal tenías que hacer viñetas.

E: Habéis trabajado en Diario 16, y luego hubo una etapa en El País, y luego pasasteis a El Mundo con Pedro Jota… Viendo vuestro trabajo se ve que vosotros atizáis a todos los lados, no es un humor tendencioso en ese sentido, pero ¿hasta qué punto creéis que influye el medio en el que se trabaja en el tipo de humor que se puede hacer?

R: Podemos hablar por nuestra experiencia; a nosotros en nada, puedo asegurártelo. Somos kamikazes en El Mundo, lo hemos sido en El País, hasta casi sus últimas consecuencias…

G: Y en Diario 16 éramos kamikazes de los kamikazes, porque allí era kamikaze todo el mundo (risas).

R: En Diario 16 más todavía, sí.

G: Yo estoy de acuerdo en que nosotros procuramos darle a todo cristo… al que pasa por allí, estacazo. Pero a mí me parece que es obvio que la cabecera marca un poco tu trabajo, aunque a ti puede ser que no te influya; a nosotros la línea editorial de El Mundo no nos influye.

R: De hecho la contradecimos casi siempre.

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G: Sí, si hace falta. Además en eso Pedro Jota siempre ha sido pluralista, o sea que no hay problema. Pero sí es verdad que el lector está marcado por la influencia de la cabecera: no lee igual un lector de El Mundo una viñeta en El Mundo que un lector de El País una viñeta de El País. Y el lector de El Mundo cuando coge El País la lee de otra manera. La cabecera te marca, en cierto sentido. Tú estás publicando dentro de un medio que te marca, qué le vas a hacer, no tienes escapatoria. Puedes hacer lo que nosotros hacemos, que es seguir una línea muy independiente, y hacer lo que nos da la gana. Eso sí. Aparte de que nunca ven nuestro trabajo hasta el día siguiente, somos libres, elegimos nosotros el tema, Julio [Rey] hace lo que quiere con ese tema…

E: ¿No hay una aprobación?

R: No, no.

G: Ninguna. No tenemos que entregar tres originales para que nos publiquen uno, como alguna gente, en algunos sitios… Somos muy libres en ese sentido. Siempre lo hemos sido y es de agradecer, por supuesto. Eso es para nosotros condición sine qua non para hacer un trabajo bueno.

R: Es verdad eso, pero también nos hemos ganado durante treinta años el diploma de solventes; es decir, que la gente sabe que somos serios, que llegamos al cierre, y que tratamos todos los temas con seriedad, con respeto y con honradez. Yo creo que nos dejan hacer por eso. Y efectivamente, como dice mi socio, Pedro Jota ve la tira al día siguiente. Casi siempre se lleva mosqueo, pero es plural y respeta nuestras ideas.

E: Al hilo de esto, ¿consideráis que el humor gráfico tiene que ser imparcial, como hablábamos antes, criticar a todo el espectro político, o lo consideráis una sección de opinión más del periódico en la que vosotros no tenéis por qué abstraeros de vuestras propias opiniones?

R: Es evidente que es una sección más de opinión, es un espacio donde nosotros tenemos obligación de opinar. Lo que ocurre es que lo hacemos de una forma muy periodística. Nosotros trabajamos con la noticia, no trabajamos con la idea que hay detrás de la noticia. Y lo que contamos es la noticia, pero de otra manera. El análisis de la noticia, lo que ha ocurrido, las actitudes de los políticos y lo que han hecho. Yo creo que nuestra tira no tiene mucha ideología, uno de los elogios mejores que nos han hecho es que es muy difícil colgarnos una etiqueta política a nosotros. Y estamos muy orgullosos de eso. La objetividad es imposible, pero creo que nuestras tiras están limpias en muchas ocasiones de polvo y paja políticos.

E: Siguiendo con este tema, ¿pensáis que el humor tiene más libertad que una columna de un periodista “serio” a la hora de criticar, puede llegar más lejos?

R: Sin duda alguna. Tenemos un margen legal enorme.

G: Tienes muchas armas que te las da el propio lenguaje gráfico. La ambigüedad, la sutileza, la ironía es mucho más fácil de aplicar que con las palabras. También es que la gente muy seria no entiende los chistes gráficos, y eso te da una libertad tremenda para darles el guantazo porque ni se enteran, los pobrecitos no se enteran (risas).

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E: Eso también pasaba en la transición, ¿verdad?

G: Pasaba muchísimo. De todas formas es que las sociedades cuanto más rígidas son, más solemnes. Y cuanto más solemnes son, más tontas para entender el humor, eso está claro. Cuando pasa eso, en esas circunstancias, el humor es un arma, lógicamente. Ahora estamos hablando en una sociedad donde hemos alcanzado un nivel democrático aceptable, donde todos participamos, y esto lo respetamos. Pero cuando no se ha conseguido eso, el humor tiene una obligación, que es conseguirlo. El humor del tardofranquismo no podía estarse, opinando sobre Fraga…

R: Templando gaitas.

G: Exactamente. Hay que usarlo. En ese sentido el humor gráfico es muy bueno, porque te permite cosas que no te permite el lenguaje verbal, con el que es dificilísimo colarla.

R: Y luego además tenemos una ventaja sobre los redactores y los opinantes, y es que el lector siempre es cómplice nuestro. El humorista gráfico está catalogado de otra manera, estamos en otro estatus y el lector siempre está de nuestra parte. Y eso te da un respaldo.

E: Ayuda mucho.

R: Ayuda tanto que antes de meterte mano un político se lo piensa tres veces, porque es muy impopular meterle mano a un viñetista.

G: Pero en los tiempos en que todavía daba el coletazo tardofranquista, a Ramón por ejemplo en el Ya intentaron fumigárselo por el chiste aquel del «tribunal prostitucional». Ahí, ¿ves?, por el uso de la palabra ya le metieron mano, porque el uso de la palabra es evidente.

R: Pedían penas de cárcel. Y hablamos de la transición, como dice Gallego.

G: No hablemos ya de Forges, que se enfrentaba a los tribunales militares, antes del 75, donde la cosa era más grave, claro.

E: ¿Vosotros consideráis que el humor debe tener algún tipo de límite? No tanto el humor, sino el viñetismo en sí. Porque vosotros tampoco sois siempre necesariamente humoristas. ¿Os autoimponéis algún límite en cuanto a los temas que tratáis?

R: Que sea buena la tira. Lo difícil es que tenga la calidad que Gallego y Rey quieren para sus tiras.

G: Evidentemente hay cosas con las que no se puede usar el humor. Hay noticias de las que nos ocupamos que son terroríficas, sobrecogedoras. Son hirientes para las víctimas… Y ahí Julio no utiliza el humor. Utiliza una especie de síntesis gráfica, un lenguaje publicitario, donde expresa por ejemplo la solidaridad de todo el mundo que se ha producido en ese momento, el horror que nos ha producido determinado acontecimiento, el 11 M, por ejemplo. Y eso, cuando la gente lo ve dibujado, se identifica con ello y le conmueve, que es lo que quiere hacer el humor, conmover de una manera o de otra.

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R: Sí, por eso las palabras “humorista gráfico” nosotros siempre intentamos matizarlas, tampoco pretendemos que la gente se ría, primero porque es dificilísimo, ya con conseguir la sonrisa nos damos con un canto en los dientes, pero también muchas veces queremos que la gente reflexione, porque es lo que la noticia está exigiendo, una reflexión por parte de todo el mundo. Y nos metemos ahí a saco.

E: Vuestro estilo es bastante detallado, la caricatura tiene mucha importancia, frente a otros estilos de dibujo como puede ser por ejemplo el de Peridis, que es mucho más sintético, ¿qué diferencia creéis que hay, primero en vosotros a la hora de afrontar el chiste o la viñeta, y en cómo lo recibe el público?

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Unas viñetas de Peridis

G: Bueno, lo de Peridis no es tan diferente de nosotros, porque Peridis también se basa en la caricatura personal. En nuestro trabajo es verdad que la caricatura personal es muy importante; eso se deriva de que yo empecé con ella, y ahí siempre me siento más seguro, con lo cual vamos a utilizar las armas que tenemos. Y a Peridis le ocurre lo mismo. El procede de la arquitectura, pero es un buen dibujante, y aunque hace una caricatura muy sintética, es muy estudiada, no es una caricatura tonta. En cambio se aparta del grueso de los humoristas españoles de toda la tradición de posguerra, que era el dibujo del moñigote clásico, el garabato, como el de Manolo Summers, como el de Chumy, el de Jonás

R: Forges.

G: Todos, no sé. En España se hacía muy poca caricatura personal, desde el franquismo, entre otras cosas porque la caricatura personal es muy evidente, y entonces la gente se reconoce, y si se reconoce Antonio Álvarez Solís, por decir un ministro de Franco del que me acuerde (risas), pues lo llevas muy mal. Entonces la caricatura personal de políticos era desconocida, a veces las hacía en el ABC, aquellas caricaturas sencillitas…

R: También era porque estaba prohibido hacer caricaturas de Franco.

G: Ya, pero de los otros no, y tampoco se hacían, no salía una caricatura de Carrero Blanco. Sí las hacía Dávila en el ABC, pero bueno, eran caricaturas de ilustración, cubistas, que ahora por cierto se han vuelto a poner de moda, la caricatura de los años treinta. Y es curioso que haya vuelto, pero sí es verdad que nosotros nos apartamos de la línea simplista que era muy tradicional y nos fuimos a un dibujo más anglosajón, lleno de detalles, con caricatura personal.

R: También hay un motivo muy importante: nosotros hacemos mucho humor sin palabras. ¿Eso qué significa? Que cuando no hay palabras, el humor lo tiene que decir el gesto del personaje. Es la diferencia con Peridis: sus personajes no están vivos, por eso tiene que usar bocadillos y palabras. Nosotros, por ejemplo en esta tira [señala la tira que estaba ultimando Gallego mientras tenía lugar la entrevista], no hay un solo bocadillo, por lo tanto el retrato del personaje tiene que ser muy efectivo y elocuente, y su sentimiento, lo que siente frente a lo que está ocurriendo. Tiene que estar triste, tiene que estar alegre, tiene que estar acojonado…

G: La mayoría de las veces acojonado (risas).

R: Claro (risas).

G: En los tiempos que corren…

R: Necesitamos que sea una caricatura retrato, expresiva.

G: Pasa una cosa muy graciosa: había un personaje, Zapatero, por ejemplo. Aznar también, pero Zapatero es muy característico. Su mejor caricatura era la sonrisa, su mejor postura. Tenía una sonrisa muy graciosa y muy fácil de caricaturizar. Entonces, claro, empiezas haciendo la sonrisa en la caricatura. Y en las tiras de la primera época siempre salía con esa sonrisa, y poco a poco, en los últimos meses de la primera legislatura fue cambiando el gesto en todas las tiras a preocupación… y acabó con un gesto de horror absoluto (risas). Y después estuvo cuatro años horrorizado completamente, y ya no le volví a dibujar sonriendo en la puta vida (risas).

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E: Os habéis adelantado a la siguiente pregunta que os quería hacer: lo de utilizar en lugar de la palabra las expresiones de los personajes, pero también símbolos…

G: Sí, claro, el lenguaje de símbolos es importantísimo.

E: ¿Cómo afrontáis eso? ¿Os preocupa, cuando utilizáis un elemento que tiene que interpretarse de esa manera, que llegue al lector?

G: Sí, preocupa mucho. El lenguaje simbólico está en continuo cambio, y tú has recibido una cultura, has tenido un lenguaje simbólico común con los de tu generación, y ese lenguaje poco a poco se va modificando, va cambiando y llega un momento en que tú utilizas un símbolo que crees evidente, y sin embargo la gente de dieciocho años ya no sabe lo que es. Y al revés: tú no entiendes algo, no lo puedes usar porque no sabes qué es.

R: La ventaja es que los de dieciocho años no leen periódicos (risas).

G: No, pero muchas metáforas que utilizábamos, por ejemplo las cinematográficas, para nosotros hay toda una generación de cine americano que es la biblia, de cultura general. Y sin embargo hay gente que ya no lo percibe así y tiene otra cultural. Entonces tienes que tener cuidado con eso, y a veces haces cosas por las que te llaman “cultista” y pedante, y piensas “joder, si esto lo sabe todo el mundo”, pues no, ya no.

R: Pero también nos gusta culturizar, y nos gusta incluso que el lector tenga que leer dos veces la tira.

G: Seguimos en nuestra labor de civilizar, como Will McAvoy de The Newsroom (risas).

R: En estos momentos empieza a ser incluso una intifada, porque el nivel ha bajado, y ya no sólo por un problema generacional, sino por un problema de educación, porque la gente se está informando y educando por la tele, y ése es un problema. Ahí nosotros tenemos un handicap, porque sí es verdad que somos un poco culturetas, pero no vamos a renunciar a serlo.

G: Se trata de subir el nivel, no de bajarlo.

R: Claro.

E: De hecho, las revistas de la transición, por ejemplo Hermano Lobo, tenía un humor bastante culto, tanto en los textos como en las viñetas…

R: Sí, era un humor con el que se aprendía.

G: Sí, porque Chumy era muy culto, era muy renacentista, era un hombre de cine, escritor…

R: Summers igual…

G: Sí, claro, Manolo. A Chumy además le gustaba mucho leer, leía muchísimo, y tenía una cultura grande. Eran gente que tenía muchas referencias culturales, literarias, cinematográficas, y continuamente las usaban.

R: Y desgraciadamente El Jueves no tiene nada que ver con Hermano Lobo.

E: Precisamente, vosotros habéis publicado en El Jueves durante mucho tiempo.

R: Quince años.

G: Sí, del 92 al 2007.

E: ¿Y qué diferencia veis en la manera de afrontar el trabajo respecto al de la viñeta diaria?

R: Las publicaciones semanales normalmente a nosotros con tanto tiempo nos aburre mucho. Y luego, claro, acostumbrados a manejar la noticia del día a día, la noticia candente, y más ahora en los tiempos de internet, que estás trabajando siempre con lo último, decir “bueno, qué voy a hacer para dentro de una semana”… en el transcurso entre que tú entregas el trabajo y sale publicado, que haya ocurrido algo importante y no hayas podido hacerlo a nosotros nos pone nerviosos.

G: De todas maneras está quejándose de vicio porque éste tiene poderes. Se cumplen las cosas (risas). Ahora hacemos semanalmente una página de humor, una viñeta vertical en la revista Semana, del corazón, y la entregamos con diez días de antelación. Y a pesar de eso, bueno, hay cosas que ya sabemos, que Fran Rivera se va a casar, estas cosas del corazón. Pero aparte de eso hay cosas por las que apuesta Julio, y se cumplen. Son apuestas arriesgadas, pone en biquini a la duquesa de Alba y de pronto la duquesa de Alba se pone un biquini y sale esa semana en una foto (risas).

R: Puta chorra (risas).

G: Sí, sí, puta chorra pero hay que estar ahí. Lo mismo dicen de los goles de Ronaldo, pero hay que estar ahí (risas).

E: Ya para acabar, hemos hablado antes un poco de ello, pero ¿vosotros sentís que en un momento complicado como el que estamos viviendo, el que tenemos hoy en día, el humor gráfico está cumpliendo o debe cumplir algún tipo de labor pedagógica o de crítica, de denuncia social?

R: Terapéutica, incluso. Sí, yo creo que sí. Incluso creo que lo conseguimos.

G: Dice Punset una perogrullada importante (risas): que la crisis influye en que haya menos felicidad. Hombre, pues sí, va a ser que sí (risas). Cuando uno no tiene dinero para llegar a fin de mes pues le jode bastante. Hoy por ejemplo me han llegado las cartas del IBI. ¿Tú crees que yo me puedo estar riendo después de subirme un 20% estos cabrones, otra vez, cuando dicen que no lo iban a subir? Una bestialidad de impuestos. Y entonces ya te quedan pocas cosas por las que reírte. Pero la risa es importantísima en la vida. Bueno, de lo más importante que hay. No para ser feliz, no, para sobrevivir. Si nosotros, que hacemos una mínima parte de trabajo con el que la gente puede reírse, conseguimos ese instante de felicidad pequeña que has causado en una persona, porque se ha sonreído porque una cosa le ha hecho gracia, eso es un premio. Y realmente es un regalo más de los que contribuyen a que todos vivamos un poquito más cada día.

R: Y además, vuelvo a la complicidad del lector: el hecho de que vea dibujado algo que él está pensando, que hayamos puesto nombres y apellidos a un chorizo, por ejemplo, yo creo que reconforta y la gente lo agradece. La verdad es que el humorista gráfico en estos momentos está cumpliendo su obligación social. Y somos conscientes de ello y estamos orgullosos.

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Imagen destacada: fotografía de Iván Rivas, en Flick de Fundación Francisco de Quevedo.