Marrón (VVAA)

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Marrón (VVAA). Autsaider Comics, 2012. Rústica en caja. 7,5×9,5 cm. 320 págs (16 cómics de 20 págs. c.u.). B/N. 12 €

La tercera caja cromática de Autsaider Cómics es Marrón, y acaba de salir a la venta hace nada. Estas cajitas me parecen una de las mejores ideas que se han tenido últimamente en el mercado del cómic español: un producto original, diferente a cualquier otro, y que ofrece por poco dinero muchos pequeños tebeos de autores muy diferentes.

La regla de que no repita ningún autor de una caja a otra pudo generar alguna duda respecto a la calidad de los siguientes —porque los buenos autores se terminarán algún día—, pero tras tres entregas, queda demostrado que los responsables de Autsaider se mueven bien para reunir a los dieciséis dibujantes de cada caja. De hecho, puede que no todos los mejores minicómics de la serie estén en Marrón, pero en conjunto sí creo que es la caja de más calidad.

Como siempre, han sabido mantener el equilibrio entre autores más y menos conocidos, pero además esta vez se aprecia una mayor variedad temática, aunque el humor siga siendo el claro dominador, porque el formato breve probablemente se presta más a él que a otros. La primera gran sorpresa es encontrarse nada menos que a Max, que firma uno de los mejores tebeos de la caja con una historia divertida pero con sustancia protagonizada por su urraca, ese personaje que está desarrollando en varias historias breves. Además, usa el color marrón de una forma muy bonita y original.

Quizás mis dos cómics favoritos de Marrón sean los que han hecho José Domingo y Guitián: «Román» y «Ramón» respectivamente. Forman un díptico divertidísimo en el que dos personajes opuestos se cruzan e intercambian vidas… intercambiando por error sus teléfonos móviles. Me parece una pequeña genialidad, y por supuesto la ejecución está a la altura de la misma.

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También dentro del humor, Pedro Vera entrega en «Humor de hombre» una colección de chistes de una página —pero claro, recordemos el tamaño que tienen aquí las páginas— de resultado dispar, pero con un puñado de ésos que de puro malo son buenos. El tebeo de Ezequiel Hurtado «Brown Fox Ladies» es muy tonto, en el buen sentido, un humor ganso sin más pretensiones, pero que consigue hacer reír. También muy absurdo es el de Jokin, aunque me parece mejor: un proyecto de videojuego que consiste en eliminar los restos de caca de una taza del váter con el chorro de pis. Es menos escatológico de lo que parece, en serio, y usa las mecánicas de los videojuegos clásicos con mucha gracia. Otro de los mejores: el incombustible Álvarez Rabo jugando a la obra confesional con dos relatos paralelos, dos historias por el precio de una: «Yo fui medio de la ETA» y «Yo cené en El Bulli». No hace falta decir nada más. Berto Rojo dibuja varias historias absurdas sobre mierda, con resultados irregulares. El de Guille me ha sorprendido mucho porque no lo conocía y, gráficamente, me parece excelente, aunque el gag me haya hecho menos gracia que el desarrollo hasta que llegamos a él. El de Joaquín Aldeguer se podría considerar humor: un partido de fútbol extraño y casi surrealista, muy atractivo gráficamente.

Como decía antes, en esta caja hay más variedad que en las anteriores. Y así, nos encontramos nada menos que con el regreso de Martí, con una historia macabra donde la pesadilla es una suegra loca y sanguinaria. El dibujo de Martí, depurado y adaptado al formato, es tan brutal como siempre, y aunque la historia no pone tan mal cuerpo como otras suyas, da el suficiente mal rollo como para considerarlo otra de las joyas de Marrón. Otro excelente es el de Sequeiros, un cómic casi mudo, de mancha negra asfixiante que emplea viñetas a doble página para darle una vuelta de tuerca al formato y construir una pesadilla muy en su línea. También onírico, pero mucho más amable y bonito, es el tebeo de Olaf, «Alivio».

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Pierre Druilhe ensaya un tebeo autobiográfico en el que cuenta el montaje de una exposición de originales, que destaca por lo diferente que es en el conjunto de Marrón, pero sabe a poco. En su misma línea, aunque con un enfoque muy diferente, Gol dibuja una historia costumbrista de urbanitas hippies que se marchan al campo a vivir de la tierra, «Un verano en las vegas». Y por último, quizás el más desconcertante, el de Javi Prieto, una historia fantástica protagonizada por un puritano cadáver. Prieto dibuja bien —me gustan mucho la portada y contraportada, en especial—, pero quizás el formato no es el mejor para una historia de acción que pretende ser espectacular, con demasiadas viñetas por página.

En conjunto, la caja merece mucho la pena: ya digo que me ha parecido la mejor hasta el momento. Sirve tanto para ver trabajos inéditos de autores consagrados como para descubrir otros que se desconocían, o a jóvenes dibujantes sin mucha obra publicada aún. Creo que precisamente esta mezcla es lo que más me gusta de las cajas de Autsaider, que espero que sigan editándose hasta llegar, como mínimo, al gris marengo.