Autobiografía. Obra completa (Shigeru Mizuki)

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Autobiografía (Shigeru Mizuki). Astiberri, 2012-2013. Rústica con solapas. 17 x 24 cm. 248 págs. B/N. 18 € c.u.

Hace poco se ha publicado el sexto tomo de la Autobiografía de Shigeru Mizuki, y con este libro queda completa la obra, que nos ha acompañado desde el año pasado de la mano de Astiberri.

En su momento reseñé el primer volumen, y en mi texto lanzaba un órdago: que ésta iba a ser la obra definitiva de Mizuki. No es que semejante afirmación tuviera ninguna validez entonces, claro, pero ahora, con la Autobiografía completa, creo que no fue ningún disparate.

No voy a insistir demasiado en lo que ya escribí en ese primera reseña respecto al estilo de Mizuki. Si acaso, que aquella experimentación que señalaba como rasgo definitorio va a más, especialmente en lo que se refiere al uso de fotografías, ya sea directamente o como base para dibujar sobre ellas. Y por supuesto, si ya en esa primera entrega se veía el peculiar sentido de la vida del autor, conforme se hace mayor se acentúa la mezcla entre drama y comedia, hasta afilarse en un esperpento genial. Mizuki ha pasado lo peor que puede pasar un ser humano: una guerra —y su posguerra miserable correspondiente—, y por eso le ve la gracia al chiste, y es capaz también de disfrutar de la vida al máximo, de amarla incondicionalmente, como incondicional es su rechazo a la guerra.

Cuando alguien es capaz de recordar con humor el momento en el que perdió un brazo, sabes que estás ante alguien especial. La manera en la que Mizuki se retrata a sí mismo y cuenta su vida es totalmente desmitificadora: se burla de su pereza y su apetito voraz, se pinta como un tipo despistado con suerte, y ni siquiera cuando cuenta su carrera como mangaka alardea de su talento inmenso. Aunque eso, claro, ya lo vemos mientras leemos.

De hecho, tampoco es que se centre demasiado en su carrera profesional. Sí cuenta sus inicios, difíciles, trabajando en mangas de alquiler y cobrando una miseria, y aparecen otros autores de su quinta, como Tsuge. Pero ni siquiera cuando Kitaro comienza  tener éxito quiere extenderse en eso demasiado, quién sabe si por pudor o porque realmente no le parece interesante. Prefiere centrarse en sus viajes de vuelta al Pacífico Sur, para visitar a los indígenas que le salvaron la vida durante la guerra y lo aceptaron como uno de ellos.

Algo que me ha llamado la atención de esta Autobiografía es que Mizuki, al contrario de lo que hicieron, por ejemplo, Tatsumi o Taniguchi, no emplea un heterónimo en sus páginas. Se nombra a sí mismo por su verdadero nombre, y aunque ignoro el verdadero motivo, quizás esté eliminando esa pequeña distancia que aquéllos pusieron en sus cómics entre sí mismos y el lector.

En su análisis tragicómico de la naturaleza humana —suena mucho más pedante dicho así que como es en realidad— Mizuki recorre la historia de Japón de forma paralela a su propia vida. Es muy interesante, porque no lo recalca, en parte por el uso de figuras humanas muy caricaturescas, pero la ambientación de cada periodo es perfecta. Vamos viendo el cambio en la mentalidad japonesa, y la recuperación económica de una sociedad hundida tras la guerra hasta transformarse en una potencia mundial.

Autobiografíainterior

Mientras, él se casa, tiene hijas, y se convierte en un maestro del manga. Obtiene reconocimientos, le otorgan premios, y cuando llega a la vejez puede permitirse el lujo de hacer el tipo de historia que le interesan y a un ritmo más reposado.

Pero, además, hay algo en esta fase de su vida que cuenta en el sexto tomo que me ha sorprendido mucho, y que convierte esta obra en algo más que un mero relato de la vida de Mizuki y lo dota de otra dimensión. Su nacimiento e infancia están marcados por la anciana NonNonBa y las historias de yokai. Su infancia, envuelta en el misterio y en la magia, es mítica. Al crecer, Mizuki nunca abandonó su amor por ese mundo, pero la guerra lo enfrentó de lleno a la realidad más cruel y sucia. Años más tarde, ya anciano, Mizuki recorre el camino inverso y regresa a los lugares que visitó durante la guerra, pero además vuelve a sumergirse en el mundo sobrenatural. De una manera que necesariamente tiene que ser consciente, Mizuki convierte su vida en un relato circular, y cuando se acerca a su final, retorna al universo de su infancia. En el sexto volumen, el más libre, el menos ortodoxo como autobiografía, tiene de nuevo encuentros con yokai que cuenta con el convencimiento de que son reales, y mezcla ficción con realidad en el relato de su propia vida.

¿Qué es la realidad, qué es la ficción? En el fondo, toda historia es eso: una historia. Y las historias son fabulaciones. ¿Importa que Mizuki haya mentido, o que todo se ajuste a lo que pasó realmente? ¿Hay alguna forma de presentar los hechos reales sin el sesgo del narrador? Yo creo que no. Y por eso creo que esta Autobiografía alcanza su verdadera dimensión cuando Mizuki vuelve sus pasos al terreno de lo mágico y los sobrenatural, que no es otro que el terreno de los relatos. Cuando hace esto no sólo conecta el nacimiento con la muerte y la infancia con la vejez, sino que, en el fondo, está volviendo a la función primordial de las historias y de la ficción: ayudarnos a trascender. Mizuki está buscando respuestas a través del mito y el folclore, pero no las encuentra. Y por eso sigue buscando, y sigue, con 91 años, dibujando.