FIRMADO MR. J (XI) Veinte por ciento de terror agudo

portada un médico novato


Tumbado en su celda de una prisión militar en plena guerra civil, sabedor de que en cualquier momento pueden llevarlo al paredón, dice Pablo Uriel, el protagonista de Un médico novato: “Expresándolo en porcentajes, yo diría que vivimos un veinte por ciento de terror agudo y un ochenta por ciento de esperanza”. Y es que ni las privaciones de bienes y libertad, ni la sinrazón del encierro, ni la injusticia de los fusilamientos, ni la barbarie que se ha apoderado del país pueden borrar la ilusión de los reos, “una especie de convicción íntima y maravillosa de que no nos pasará nada, de que habrá suerte”.

Ganadora del Premio Internacional FNAC-Sins entido de Novela Gráfica 2013, Un médico novato es un retrato espeluznante de la guerra civil, pero no de las batallas que se libraron en el frente, sino de la sangrienta justicia aplicada en los territorios ya conquistados por los rebeldes. En palabras de un coronel del Servicio de Información Militar de Zaragoza al que un tal padre Gómez solicita misericordia en nombre del soldado Leonardo Navarro: “Mis compañeros en el frente consideran su trabajo más digno que el mío. Ellos están para matar enemigos, como yo, pero a la hora de hacerlo, no se andan con distinciones y sus bombas siempre matan a algún inocente. Yo creo que mi aportación al combate es más inteligente, más efectiva. Todo el mundo admite que una matanza en una batalla está justificada si se ganan unos metros. Aquí en la retaguardia, en mis victorias no se derrama sangre inútilmente”.

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Pronto será el propio padre Gómez el que dé con sus huesos en prisión, por ser incapaz de morderse la lengua, por afirmar desde el púlpito “que incurren en el más horrendo de los pecados aquellos que, además de cometer crímenes… ¡Lo hacen en nombre de Dios!”. Varias escenas antes, el hermano de Pablo Uriel, de pie en medio del campo frente al pelotón de fusilamiento, con la manos atadas, grita a otro religioso con sotana que reza por la salvación de su alma: “¿Qué clase de cura es usted, que asiste a estos asesinatos y permite que hombres bautizados vayamos a morar fuera del cementerio?” Luego llegan las balas y el saqueo de los cadáveres.

“La orden de Mola ha sido someter a las zonas dominadas mediante la aplicación sistemática del terror”, recuerda un mando a otro mientras un soldado remata con pistola a los heridos y otro vomita junto al coche de los oficiales. En otro momento, el profesor Minusa, maestro de Uriel, confiesa que se siente víctima de un experimento de psicología colectiva: “El terror actuando sobre una comunidad”. Minuesa celebra con anís que algunos buenos catedráticos han logrado escapar de las garras de los sublevados, pero pronto cae en la melancolía: “El terror es como una gangrena que nos degrada a todos. A los verdugos los hace sádicos, a las víctimas las hace pasivas, a los espectadores nos hace cómplices”. No hay mucho más que agregar.

Con tres décadas de profesión a sus espaldas y cientos de páginas inolvidables, Sento (Valencia, 1953) es uno de los nombres propios de la historieta española, y Un médico novato, duro y tierno homenaje a la gente sencilla aplastada por el odio, es su obra maestra.