Resaca (Mamen Moreu)

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Resaca (Mamen Moreu). Astiberri, 2014. Rústica con solapas. 16 x 23 cm. 88 págs. Color. 12 €

A Mamen Moreu la conocí en el blog de Caniculadas, y me llamó a atención muy pronto por su humor desinhibido y por su excelente dibujo, sorprendentemente sólido y heredero de lo mejor de la tradición humorística del tebeo español y del indie americano. Como no soy comprador habitual de El Jueves, no estaba familiarizado con lo que está haciendo en sus páginas, y por eso tenía muchas ganas de leer su puesta de largo: Resaca.

Tengo que decir que habría sido interesante que Moreu aprovechara el formato de libro para desarrollar una verdadera historia larga, porque la sensación que deja Resaca es estar ante una recopilación de historias de una página, imitando las entregas para El Jueves e incluso, diría, casi preocupándose por que se puedan leer de forma independiente.

Una vez dicho esto, que no deja de ser una sensación mía, hay que decir que el humor cafre y sin tabúes de Moreu sigue intacto y hasta diría que se ha afilado con el tiempo. Resaca es muy divertido, y resulta refrescante la naturalidad con la que los chistes de caca se mezclan con las escenas de folleteo lúdico y las reflexiones decadentes frente al espejo, donde Marcela, la protagonista, se pregunta angustiada por el rumbo de su vida.

La respuesta es que no lo tiene, o no lo parece, y eso hace que el tebeo alcance una dimensión que va más allá del cachondeo y deje un poso que casi calificaría de amargo. Vivimos una época en la que la adolescencia se alarga hasta los treinta e incluso hasta los cuarenta años. Cada vez tardamos más en asumir lo que normalmente se han entendido que son las responsabilidades adultas: matrimonio, hipoteca, coche y chiquillos. Marcela, la protagonista de Resaca, pasa de todo esto a lo bestia, y su vida es una rueda que no para de girar de jarana nocturna, polvo, resaca, y una nueva jarana. Marcela trabaja lo mínimo —y encima lo hace en un bar de copas donde aprovecha para beber— para seguir la juerga, no hace nada en casa, para desesperación de su compañera de piso, parasita a los que la rodean y sólo cuando habla con sus pequeños ponies, restos de la niña que fue, se permite reconocer que sí, que igual está haciendo algo mal. Es una caricatura extrema de esa eterna adolescencia, de la fiesta que no acaba, de los juernes, del «me tomo la última y me piro, que mañana…».

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Pero es interesante darle la vuelta al asunto. La vida de Marcela es un desastre porque la confrontamos con los cánones sociales, con la vida ideal y normativa que se nos ha dicho que debemos llevar para ser felices. Marcela, sin proponérselo, se rebela contra toda esa presión social para estudiar, encontrar un buen trabajo y sentar la cabeza con un buen partido y se entrega con alegría nihilista al pasarlo bien. Cada día en su vida es igual y lo vive con la misma intensidad y desenfreno. Con su amor a la juerga también se convierte en una resistente, y en ninguna página se ve mejor como en una de mis favoritas, en la que Marcela queda con sus antiguas amigas, de su misma edad, y las encuentra a todas a punto de casarse o tener hijos, lo cual le provoca un shock, una súbita crisis de madurez que al girar la página ha desaparecido por completo: nada hará flaquear el ánimo de Marcela, por lo menos de momento: creo que va a ser muy interesante seguir sus historias y comprobar qué va haciendo Mamen Moreu con ella.

Entonces ¿es esta muchacha un parásito social, una jeta que se aprovecha del trabajo y la pasta de los que tiene cerca? ¿O es el último espíritu libre, la única que no renuncia al hedonismo y el placer para alcanzar unas metas impuestas? Quizá pueda ser las dos cosas al mismo tiempo, quizás Resaca nos está diciendo que una cosa conlleva la otra, y que hacer lo que nos dé la gana hace daño a los que queremos, que crecer es renunciar y que la alternativa implica la exclusión social. Que ser libre tiene un precio.