Traducciones (Inés Estrada) y Caballos muertos permanecen a un lado de la carretera (Pedro Franz)

Traducciones caballos portadas

Traducciones (Inés Estrada). Ediciones Valientes, 2014. Rústica con sobrecubierta. 14,8 x 21 cm. 48 págs. B/N. 6 €.
Caballos muertos permanecen a un lado de la carretera (Pedro Franz). Ediciones Valientes, 2014. Rústica. 13 x 18 cm. 16 págs. B/N. 3 €

La incesante actividad de Ediciones Valientes en los últimos meses es una de las mejores cosas que están pasando en el mercado español, porque nos está permitiendo acceder a autores y obras fuera de lo común. La última ráfaga consta de dos tebeos que han visto la luz al mismo tiempo y que aquellos que los compramos en la web de la editorial recibimos en el mismo paquete.

Traducciones, de la mexicana Inés Estrada, es un relato costumbrista muy en la línea de las tendencias más recientes del cómic independiente, desde Jeffrey Brown a Power Paola. Estrada encuentra la poesía de lo mínimo, pero sin edulcorarlo o adornarlo lírica y artificialmente: nada más empezar, la protagonista, Lucía, orina en un cubo. Las páginas de Traducciones están más estudiadas de lo que parece, y aunque la espontaneidad del dibujo de Estrada la haga caer a veces en soluciones que están ya demasiado estereotipadas —la página de su borrachera, por ejemplo— es más lo que se gana gracias a esa cualidad. Encuentra su propia voz para contar la vida corriente de una joven del DF de México, pero el retrato que hace de esa fase vital es universal y preciso: el piso desordenado y lleno de mierda, los cables cruzándose por el suelo, el trabajo de traductora desde casa, la comunicación 2.0, la relación amorosa a distancia… La pereza y la abulia que provocan la desmotivación casi puede palparse, por esa espontaneidad que mencionaba antes, que transmite una frescura y una sinceridad desarmantes. El lenguaje, intensamente local, también genera al lector español una sensación de extrañamiento, al no terminar de entender siempre unos diálogos que, pese a eso, se intuyen naturales. Ediciones Valientes ha tomado la mejor de las decisiones con respecto a esto y ha incluido una tarjetita con un glosario de términos.

Por si fuera poco, Inés Estrada se mueve de maravilla cuando se la juega con un cambio de tono que introduce un sueño, magníficamente contado y ejecutado. Quizás es la prueba más obvia, pero no la única, de que en Traducciones hay más de lo que parece: «una historia encerrada en símbolos, un exorcismo de interpretaciones…», dice el texto de la solapa, dejando intuir que, tal vez, haya en este tebeo más autobiografía de la que pudiera pensarse. O no: qué más dará en el fondo al lector.

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Caballos muertos permanecen a un lado de la carretera también tiene mucho que ver con los sueños y los símbolos. Con un lápiz que recuerda lejanamente a Berliac, el brasileño Pedro Franz ha sido para mí una sorpresa no mucho menor de lo que supuso aquél en su día. Usa páginas de dos viñetas sin ninguna variación, y deja que el dibujo puro cargue todo el peso; el texto es una nota al pie de éste, y las diferentes viñetas parecen más instantáneas unidas entre sí por el significado simbólico más que por una narración convencional. Me gusta mucho como las primeras páginas juegan con la abstracción pura y, de repente, el cambio de registro a uno realista nos descoloca al situarnos en un pasado que, reforzado por el dibujo académico, se nos inocula sin que cuestionemos su veracidad. Por supuesto, todo es un ardid, y lo que se cuenta podría ser verdad o ser una invención… sin dejar por ello de ser verdad. Ahora que lo pienso, Caballos… tiene también en esa relación particular entre ficción y realidad un punto en común interesante con Traducciones.

Con sus citas a películas y canciones, Franz se sitúa en plena encrucijada de medios, el espacio que incluso desde la marginalidad reivindica el cómic contemporáneo, más aún en estos autores jóvenes que no cargan con el peso de la victoria. Para ellos el cómic es de manera natural un espacio de expresión libre y personal, en el que hacer lo que a uno le dé la gana. Tanto Franz como Estrada huyen de convenciones artísticas y, libres de los prejuicios de la narración clásica y el buen acabado, hacen algo nuevo, que es de lo debería tratar el cómic marginal, adjetivo que haríamos bien en emplear con connotaciones positivas.

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Y no quiero terminar este texto sin destacar la labor que está haciendo Martín López Lam con Ediciones Valientes, especialmente en lo que respecta a publicar jóvenes autores latinoamericanos en España, porque ahora mismo es prácticamente es la única ventana que tenemos acá para conocer la cada vez más potente escena de novela gráfica y cómic de autor de un continente entero en el que, como sucedió en España, las industrias autóctonas se derrumbaron casi por completo. Estos nuevos autores, que tienen una conciencia diferente y se esfuerzan no sólo en desarrollar una voz propia, sino también en crear redes colaborativas globales, que se manifiestan en fanzines colectivos como el mismo Kovra que coordina Ediciones Valientes, me interesan cada vez más. Pedro Franz, por cierto, es brasileño —¿alguien recuerda la última vez que se publicó un tebeo de Brasil en España?—, Inés Estrada ya dije que mexicana, pero hay que sumar al argentino Berliac —cuyo Playground fue el primer número de la colección RA, que alberga también a Traducciones— o a la colombiana Power Paola, quizás la más conocida por haberse publicado su Virus tropical en el seno de Random House. En el futuro, algunos recordaremos que a todos esos autores, los consagrados del mañana, los conocimos por primera vez gracias a las excelentes ediciones de Valientes.