Miedo Issue: Trabajo de clase / Nuevos románticos (Ana Galvañ / Marc Torices)

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Miedo Issue: Trabajo de clase / Nuevos románticos (Ana Galvañ / Marc Torices) Apa-Apa, 2014. Cuadernillo grapado con solapas. 16 x 22 cm. 48 págs. Color. 10 €

Apa-Apa publica un nuevo número de su colección de cómics grapados reversibles, en este caso, en principio, centrado en el miedo, y digo en principio porque ahora veremos que las cosas van más allá de eso. Pero no adelantemos acontecimientos: primero los autores. Ana Galvañ y Marc Torices forman parte de la última generación de autores españoles, que se ha movido —y mucho— en el mundo del fanzine, con una perspectiva casi diría que militante, y que parecen libres de las ideas del paradigma industrial que se finiquitó casi antes de que ellos nacieran, o al menos de que tuvieran conciencia de qué era el mercado, como es el caso de Galvañ, nacida en 1980. Esa libertad se traslada a lo artístico: no hay una idea preconcebida de cómo debe ser un cómic, y como resultado de ello dibujan tebeos maravillosamente extraños, frescos y nuevos. La regla es que no hay reglas, ni narrativas, ni estilísticas, ni de formato. Lo cual no significa que haya dibujantes en esta generación que estén, técnicamente, a un nivel altísimo, y de hecho creo que Galvañ y Torices estarían muy arriba en este apartado.

En sus historias, Trabajo de clase y Nuevos románticos, la sombra de Charles Burns sobrevuela a ambos de maneras diferentes, en tanto que se acercan a la adolescencia a través de personajes marginales y metáforas físicas del cambio, pero no les impide desarrollar historias con mucha personalidad. Por eso decía antes que establecer que el tema es el «miedo» se queda corto, en mi opinión, para definir lo que hacen aquí Torices y Galvañ: es, quizás, el miedo a los demás, a la exclusión social, y al monstruo que somos.

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Trabajo de clase es fruto de una autora que está ya suficientemente hecha como para hablar de cierta madurez, pero al mismo tiempo también tiene sabor a medio camino. Por eso es normal que esta historia me haya parecido de lo mejor que he leído de Galvañ, que rara vez me ha decepcionado. En ella a Dios María, una chica poco agraciada, la paria de su clase, el azar la empareja con el guaperas de turno para hacer un trabajo. A la típica situación en la que ella acude a casa de él para hacer el trabajo escolar le sigue una situación irreal, contada con un pulso admirable, con el que Galvañ mide perfectamente el ritmo de la secuencia clave. La mezcla entre el poema de Machado (local) y la mutación repugnante (universal) apuntala un tebeo bello y extraño, de significado abierto e interpretable, y dibujo sólido y cerrado, basado en líneas limpias y bien delimitadas que se apoyan en una puesta en escena más clásica de lo que parece, al menos en cuanto a cuestiones tales como la perspectiva o el uso de planos, que sin embargo se desmelena en la composición de página, siempre sorprendente.

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Trabajo de clase me ha parecido excelente, pero Nuevos románticos no se queda atrás. De hecho, y sin que decir esto desmerezca el extraordinario trabajo de Galvañ, es de lo mejor que he leído últimamente. Torices, de tan sólo 24 o 25 años, hace tiempo que me parece uno de los talentos más prometedores del cómic español —esto lo comparte con Galvañ, en realidad—, al que sólo le echaba en falta algo de concreción en su trabajo. Pues bien, Nuevos románticos no podría ser más concreto. Creo que es su mejor trabajo, al menos el mejor que yo he leído, y el que da su verdadera talla como dibujante. Desde el entintado meticuloso al interesante tratamiento del color —especialmente en lo que respecta a la iluminación de las escenas en la naturaleza—, desde su forma de dibujar animales a su cambio de registro para las secuencias del pasado, Torices no para de inventar algo nuevo en cada página hasta el final, e intercala diferentes composiciones de página, con viñetas redondas y cuadradas, para conseguir un aspecto sofisticado pero que no renuncia a la legibilidad en absoluto. Todo ello construye una atmósfera irreal, poco anclada a ningún lugar conocido, en la que la naturaleza exuberante y sexual es el marco para una historia tan llena de interrogantes o más que Trabajo de clase. Hay unos asesinatos sin resolver, un instituto con apariencia de catedral gótica, una enfermedad extraña e inédita —Burns de nuevo— y un crimen que no sabemos quién ha cometido. Pero parece claro que Iván, el protagonista, ha hecho algo. La resolución parece desvelar la solución a todos los enigmas, pero a mí me da la sensación de que, en realidad, no podemos fiarnos de ella, no sólo por las imágenes que acompañan a ese texto de la última página, sin aparente relación, sino porque el narrador no es fiable: aparece sólo entonces y no sabemos quién le da voz. Lo que sí que consigue esa última página es dejar un poso poético infrecuente.

Las páginas centrales, donde se cruzan los dos dibujantes, se han convertido en uno de los mayores atractivos de esta colección de Apa-Apa. Formalmente siempre sorprenden y son interesantes, y aquí no son una excepción. Sin embargo, lo que ofrecen sólo puede verse como epílogos que no añaden nada significativo a las dos historias, pese a que visualmente sean muy potentes.

Creo que esta línea de Apa-Apa se ha convertido ya en un referente del nuevo cómic español, el que hace esa generación de la que hablaba al principio de este texto que se adentra en nuevos territorios y multiplicar las posibilidades del lenguaje del cómic. Miedo Issue es un tebeo impresionante, y Ana Galvañ y Marc Torices son ya una realidad, por supuesto, pero creo que lo mejor está por llegar.