Los ignorantes (Étienne Davodeau) La Cúpula, 2014. Rústica, 17 x 24 cm. 276 págs. B/N 19,5€
El proceso de aprendizaje continuo es la base del crecimiento personal, pero mientras algunos deciden que eso de aprender es ir al vacío dándose golpes continuamente, otros deciden que aparte de ser maestros en algún campo en concreto quieren aprender más del mundo que les rodea dejándose de la mano llevar por un cicerone, por un experto en el terreno que los aconseje, los ilustre y los convierta, al menos en primera instancia, si no en expertos si en conocedores del tema en cuestión.
Con Los ignorantes Étienne Davodeau repite la jugada de Rural, pero cambiando el sujeto de su investigación; si en su anterior trabajo era el campo y todo lo que le rodeaba, esta vez el autor pone el foco en uno de los buques insignia de la gastronomía y la cultura francesa: el vino. El vino y todo lo que encierra detrás, pero apartándose de esa vertiente económica industrial y buscando una faceta mística; al menos esa es la impresión que nos da Richard Leroy que más que un maestro vitivinícola parece un druida enamorado de la tierra y de sus viñedos.
La labor de Davodeau no se limita tan solo a la de ir de la mano de Leroy y simplemente ver, trabajar el campo y la viña tal como hace su maestro. Sin embargo, no se trata de una relación de discípulo y maestro, el autor de cómics decide que esto sea un intercambio: el dibujante aprenderá todo sobre el cuidado de la vid y aquellos elementos que participan en la creación del vino, y este le enseñara al viticultor todo sobre el proceso de creación de un cómic. Para ello Davodeau opta por el reportaje en forma de cómic, narrándolo todo en primera persona explicando la historia de Leroy, pero también la suya, sin trampa ni cartón.
El talento de Davodeau es tal que en ese enfrentamiento de conocimientos sale ganando el lector que asiste como testigo a los testimonios de algunos autores francófonos como Gibrat, Trondheim o Mathieu que nos hablan de su relación con el cómic, de su forma de entender el medio y de cómo utilizan un medio de expresión de forma íntima y personal, en el que lo principal es sentirse cómodo a la hora de explicar su percepción del mundo. Por el otro lado Leroy nos muestra el mundo del vino, pero no aquel de los grandes nombres o marcas sino desde el trabajo personal y el conocimiento ganado a la tierra, lo que sería el mundo independiente del vino o el vino de autor.
La historia transcurre con un ritmo de perfecto documental en lo que lo único que impone el tempo es el calendario del proceso del vino desde la poda de la vid hasta el embotellamiento. El cómic surge como un interludio en todo el proceso vitivinícola. Leroy lee cuando tiene un rato tras la larga jornada con la lectura “programada” de algunos títulos recomendados por Étienne. Pero en ocasiones este último lo saca de la viña para llevarlo a editoriales, salones de cómics o imprenta, pero siempre con el vino como mediador.
Los ignorantes está escrito para ser un libro de primeras veces, un primer gran cómic para adentrarse en el noveno arte y un gran relato para empezar a conocer el mundo del vino. No en vano los ignorantes, los desconocedores, a los que hace referencia el título somos todos nosotros, aquellos que nos acercamos al texto con un total desconocimiento de alguno de los dos temas en cuestión. En mi opinión, el intercambio ha sido desigual. Davodeau sale ganando por ser el vino un elemento cohesionador, el conocimiento que adquirimos sobre este mundillo es mucho mayor que el que obtenemos del proceso editorial.
Pero Davodeau consigue otra cosa: unir dos mundos que parecen completamente separado, porque aunque no lo parezca el vino tiene una faceta artística, de creación, que lo vincula íntimamente al relato propuesto por el autor francés. Lo dicho, un gran ejemplo de cómic para todos pero que no va a defraudar a los más entendidos o a los más críticos del medio que busca en otro arte un reflejo y un relato para ser contado como merece.