Cowboy Henk (Herr Seele y Kamagurka)

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Cowboy Henk (Herr Seele y Kamagurka) Autsaider Cómics, 2014. Cartoné. 31 x 24,5 cm. Color y B/N. 28 €

Autsaider Cómics es una de las pequeñas editoriales que casi con tácticas de guerrilla está contribuyendo a que este periodo que vivimos como lectores de tebeos sea memorable. Sus cajas cromáticas de minicómics son la mejor idea desde el corchopán, por ejemplo, pero ahora se lanza, en un salto mortal, a un proyecto mucho más ambicioso: la recuperación, en un tomazo precioso, del Cowboy Henk de Kamagurka y Herr Seele.

En la cubierta de este tomo vemos a su protagonista, Cowboy Henk, intentando salvar a un pez haciéndole la respiración boca a boca. La imagen no podía estar mejor escogida porque es el símbolo perfecto de la clave de este cómic: la inversión de valores. La realidad se da la vuelta como un calcetín. La ética desaparece y sólo queda la estética. Henk es un onanista moral que busca su propio placer por encima de todo, cumplir sus caprichosos deseos incluso deformando la realidad para ello. Pero también puede ser un justiciero. O un peluquero, un periodista o un artista de vanguardia. Porque Henk es una máscara: un dibujo consciente de serlo. Como los personajes de la Warner o incluso como las marionetas de Jim Henson Henk puede ser cualquier cosa y cumplir cualquier papel. Y por eso en sus historias encontramos pocos tabúes, artísticos o morales. La clave está en entender que el mundo de Cowboy Henk no es el nuestro, ni tan siquiera es una alegoría del mismo: es un mundo dibujado en el que los testículos pueden alargarse hasta el infinito y en el que el maltrato —incluso el animal, ay— no hay que verlo como tal: son dibujos haciendo burradas a otros dibujos.

Como las obras verdaderamente grandes, Cowboy Henk une en sus páginas dos cualidades: tiene una personalidad propia abrumadora, totalmente reconocible incluso con los cambios de estilo de Seele y Kama y perdurable en la memoria del lector, pero al mismo tiempo es una compleja amalgama de decenas de corrientes artísticas que vienen a dar en Cowboy Henk algo nuevo. Desde luego, el surrealismo está ahí, de la mano de la influencia de Luis Buñuel pero también varios pintores. El teatro del absurdo es explícitamente reivindicado por los autores, y podemos remontarnos, por supuesto, al slapstick de la animación americana clásica o su cine mudo, pero también al nonsense. Su identidad gráfica parte de una línea clara que extiende su síntesis también a los fondos pero desborda esos márgenes a placer.

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Nada tiene sentido y al mismo tiempo todo lo tiene. El surrealismo y el absurdo nos confrontan con verdades profundas al destrozar el marco de las convenciones sociales y estéticas… no hay nada a lo que agarrarse. Y si uno opone resistencia acabará arrollado por la imaginación sin límite de dos autores que pueden jugar a la literalidad absoluta tanto como a la locura sostenida en un running gag lleno de vueltas de tuerca, como en la serie de páginas de Henk peluquero. En la amplia selección que ha llevado a cabo Autsaider hay páginas en color y en blanco y negro, y una mayoría de historias de una página o dos en las que Henk vive una situación absurda, a veces con chiste rematándola, a veces sin él. Hay siempre una rara poesía en todo lo que sucede, un ritmo casi musical que sólo puedo explicar mediante analogías: pensad en Krazy Kat y aunque no sea ni remotamente parecida a Cowboy Henk tendréis una idea cercana al tipo de sensación que provoca ésta, a la forma en la que la obra de Herriman absorbía al lector y lo integraba en su propia dinámica.

Hay una historia de Cowboy Henk que me fascina. En ella Henk acude a una sex shop. Pero resulta ser una sex shop literal, es decir, un establecimiento donde se puede comprar sexo a granel. En rosa o en siena tostado, con pelo o sin él. Henk compra 250 gramos, se los lleva a casa, abre el paquete sobre una mesa y contempla su contenido con mirada perturbadora y una erección de caballo. Y eso es todo. Ese final que no es un verdadero final me perturba, pero me perturba más esa lógica alterada, la tranquilidad con la que Henk y el vendedor realizan la transacción, y todo lo que hay detrás de esta página aparentemente superficial.

La he sacado a colación como ejemplo del volumen, pero en realidad hay tantas variantes que es complicado señalar una que sea representativa de todas las demás. Sí quiero destacar también la historia más larga: «Cowboy Henk y los regaladores de caballos». No sólo es mi favorita del libro, sino que creo que puedo decir sin miedo a estar exagerando que es una de las mejores historias que he leído en mi vida. El dibujo limpísimo es perfecto si atendemos a su línea: no se puede dibujar mejor. Y la historia es tan loca, tan delirante, tiene tal riqueza de recursos y de giros de guión que uno sólo puede levantarse y aplaudir al final. Kamas y Seele alcanzan en esta historia —bastante temprana— la gloria creativa. A la imaginación incontenible para el absurdo suman la ambición de sostenerlo durante más de cuarenta páginas, con toda la dificultad que entraña esto cuando hablamos de historias así.

Que esta obra maestra esté ubicada al principio del volumen hace inevitable leer las siguientes páginas con cierta sensación de que no están a la misma altura. Y posiblemente sea cierto, aunque pronto esa inquietud desaparece y el lector acepta que lo que sigue es otra cosa, con otra mecánica, y puede disfrutarlo plenamente. Hay páginas brutales, con una contundencia y una concisión narrativa admirables. La obra breve no es más sencilla que la larga, y concentrar tanto en tan poco espacio es una de las pericias que por imposiciones editoriales más han tenido que desarrollar los grandes maestros del cómic de masas. Herr Selee y Kamagurka, a los que no conocía hasta ahora, lo son, y al mismo tiempo son autores con clara conciencia de ello, que han construído una obra sin igual desde un compromiso irrenunciable con el sinsentido, y que extiende su influjo a muchos historietistas contemporáneos, como Joan Cornellá o Bretch Vandenbroucke, belga como ellos. La antología de Autsaider es un acto de justicia y amor: era absolutamente inconcebible que más allá de algunas páginas en El Víbora esta obra estuviera inédita en nuestro mercado. Ojalá este volumen antológico no sea el último y poco a poco vayamos viendo más.

¡Ah! Importante: se ha editado un libro de tiras del personaje, con varias joyas, que se regala a los que compren directamente Cowboy Henk a Autsaider Cómics.