Usted 8 (Esteban Hernández, Paco Alcázar y Miguel B. Núñez). Autoedición, 2014. Rústica en grapa. 15 x 21 cm. 56 págs. B/N. 4 €
Acaba de ponerse a la venta el octavo número del fanzine Usted de Esteban Hernández, un proyecto que supongo que ya podríamos considerar veterano en la escena de la autoedición española. Esta entrega ofrece una buena colección de historias de Hernández muy breves y un par de colaboraciones puntuales de Paco Alcázar y Miguel B. Núñez.
Empiezo con las colaboraciones, por llevar algún tipo de orden: la de Alcázar es una ilustración titulada «Nochebuena» fantástica e inquietante; cuando Paco Alcázar se aleja del humor se puede volver aún máas perturbador. Y la historia de Núñez, muy en la línea de su fantástico El fuego (¡Caramba!, 2013), sabe a poco pero es divertida.
Por su parte, Esteban Hernández sigue fiel a su propia búsqueda autoral, que se apoya en un dibujo original y cada vez más pulido, y que explora lo que otros no quieren o no saben explorar: la verdadera introspección, las emociones, los sentimientos, las dudas y los terrores de la vida moderna. Leer a Hernández casi nunca es sencillo, pero pienso que en el compromiso irrenunciable con su objetivo estará la clave que hará de él un autor memorable. Yo tengo que decir que cada vez me gusta más, que lo veo cada vez más entonado y menos preocupado por aspectos que no son centrales en su obra. Y eso lo está consiguiendo sin apartarse de su camino: doble mérito.
Hernández realiza trece historias cortas en este Usted. Van desde el fantástico sui generis de «Homenaje al ciudadano» —una de mis favoritas— o la magnífica «En un lugar de la Mancha» a la exploración de sueños de «La verdad (una de las pocas)» o «Tres lecturas», reales o inventados —¿acaso importa?—. El diálogo consigo mismo es, como siempre, una constante en sus páginas, ya sea explícito o implícito. En «Sí», por ejemplo, ahonda en la abulia indescifrable, en la incertidumbre de las propias emociones. En la historia central, sin título y la más larga del fanzine, encuentro una de sus líneas más interesantes: la que reflexiona sobre su profesión, sobre el reconocimiento, el mercado y los motivos por los que uno hace lo que hace. Por supuesto, sus conclusiones no son obvias ni su línea de pensamiento se ajusta a corrientes de opinión reconocibles.
Pero en el fondo —y en la superficie— eso es lo que diferencia la obra de Esteban Hernández de cualquier otra. Leer un Usted es dialogar activamente con su autor y con nosotros mismos, es ser espoleado con ideas que pueden desconcertar o pueden sugerir una reflexión propia. Es un desafío, en cierta forma, que funciona mejor en historias cortas concretas como éstas. Termino de leer el número ocho de Usted y me doy cuenta de que me ha hecho pensar como ha pensado Hernández en por qué hago lo que hago y qué valor tiene su reconocimiento, o qué me pasa cuando no sé qué me pasa. Esteban no nos engaña. No hace fácil lo difícil. Su obra es, se me ocurre ahora, una herramienta de ayuda verdadera, lo opuesto a esa falsa autoayuda que ofrece respuestas obvias y tranquilizadoras para que alcancemos la felicidad y la paz interior, sin pararnos a pensar siquiera qué coño es eso. O sin darnos cuenta de que mucho más importante que alcanzar ese estado quimérico es conocernos a nosotros mismos: el viaje más complicado de todos, porque, a veces, como el Esteban Hernández dibujado de «Sí», lo único que podemos responder es «un verdadero ‘no lo sé’». Y es esa sinceridad, que denota auténtica integridad como artista, lo que más agradezco de la obra de Esteban Hernández.