
Teniendo en cuenta tu historia familiar, ¿alguna vez te has planteado ser otra cosa que no fuera dibujante de tebeos?
No, yo siempre me he movido en este ambiente y hubiera sido difícil que me dedicara a otra cosa. Toda la vida he estado metido entre páginas de tebeos y tinta china. De niño ya jugaba debajo de la mesa de dibujo de mi padre, y me pasaba muchos ratos mirando por encima de su hombro cómo dibujaba. Era un crack, recuerdo que muchas veces dibujaba directamente a tinta, sin abocetar antes. Era una cosa maravillosa. Así que, para bien o para mal, siempre he tenido claro que quería dedicarme a esto.
Cuando se habla de tu dibujo siempre se menciona a los más clásicos: Milton Caniff, Frank Robbins, Noel Sickles, Alex Toth… Pero supongo que habrá dibujantes menos conocidos que tú también consideras padres espirituales.
Se trata de aprender de los mejores, y los mejores han sido estos. Otras influencias que puedo tener, aparte de la mi padre, que es más fuerte de lo que se podría pensar, es la de un dibujante catalán llamado Junceda en el que me he fijado mucho. Y muchos otros, porque también he sido un ávido coleccionista, investigador de todo lo que se ha hecho en cómic, en ilustración y en pintura. Quieras o no, siempre te vas impregnando de lo que ves.
Centrándonos en obras concretas, quería preguntarte sobre Torpedo 1936. Los dos primeros capítulos los dibujó Alex Toth y la abandonó por incompatibilidad moral, debido a lo violento y amoral del personaje. Desde que tú tomaste la serie, ¿alguna vez recibiste quejas del público?
La verdad es que no, no se quejó nadie, y eso que en aquella época era algo muy impactante, de una brutalidad alejada de lo que se llevaba entonces.

Torpedo.
De todos modos, quizás ahora habría sido incluso más controvertida, considerando los niveles de corrección política a los que hemos llegado.
Es curioso, porque si te fijas en la historia del cómic, hay historietas completamente inocentes que actualmente tendrían problemas. Si nos remontamos al TBO, que era algo completamente ingenuo, recuerdo una historia de un explorador con un negro que si la hiciéramos ahora tendríamos problemas. Es curioso, porque ha habido una involución en este aspecto.
Tanto Torpedo como Rascal, su secuaz, tienen una fisionomía muy peculiar. ¿Cómo llegaste a estos diseños?
Para la serie de Torpedo estudié muy bien a los personajes, porque eran unos argumentos especiales. Yo, de hecho, no lo continué, sino que hacía un año que estaba abandonado en un cajón, perdido. Alex Toth lo había abandonado y no se habían preocupado de continuar la historia con otro. Llegó a mis manos casi por casualidad, y al leerlo me di cuenta de que lo importante allí estaba en potenciar que era un asesino que no intentaba justificarse ni se arrepentía. Que era el típico hijo de puta al que no pillaban nunca porque no tenía ninguna relación con sus víctimas. Lo que sí recuerdo que introduje, y se lo contagié al guionista, fue el equilibrio entre la violencia y el humor. Si miras las dos de Toth, que están estupendamente bien dibujadas, son como más realistas y más serias. Y creo que en nuestro Torpedo es muy importante que hay una violencia extrema pero que siempre está contrarrestada con el humor. Y claro, los personajes tenían que adaptarse a todo esto. La cara de Rascal, que había aparecido muy poco en las dos historias de Toth, la fui cambiando. Estudié a fondo la época y vi muchas fotografías de la Mafia. Había un asesino a sueldo que se llamaba Abe Reles, un criminal tremendo, pero con unos rasgos humorísticos que daban muy bien para Rascal. Y Torpedo… Quizás tenía algo de Josep Toutain. Yo tenía largas conversaciones con él y lo miraba mucho, y el tío tenía su gracia y su cara especial. Siempre me he basado mucho también en actores del cine negro, sin tratar de clavarlos. Por ejemplo, puedo hacer un gánster basado en Richard Widmark, pero sin que sea idéntico a Richard Widmark. Hay unos tipos muy característicos en esa época. Otro truco que he empleado siempre es el que usaba Chester Gould en Dick Tracy, donde un criminal muy rastrero tenía cara de rata. Con Torpedo disfruté mucho en la creación gráfica de los personajes. Incluso te diré que me reventaba que a algunos los matasen en la página tres, porque eran estupendos y habrían dado para mucho.
Imagino que el cine también te sirvió mucho para resolver la ambientación norteamericana de la serie.
Totalmente, el cine siempre ha sido mi alimento espiritual en este aspecto. Entonces no existía la posibilidad que hay ahora de acceder a todo tipo de películas y todas las veces que quieras, pero coincidió también con que en televisión pasaron varios ciclos de películas de serie negra, la época de Humphrey Bogart y Edward G. Robinson y toda aquella gente tan buena. Así que yo tenía la cabeza llena de luces, arrugas y toda la iconografía de la época. Utilicé muchos las luces de foco. Otra técnica que usé mucho fue la del pincel seco… Esto son ya pijadas de purista, pero en los pulps de entonces se hacían las ilustraciones con lápiz litográfico y se imprimían muy mal, de manera que quedaban unos grises muy peculiares. Yo quise emular aquello con el pincel seco. No sé hasta qué punto lo pudo apreciar el público, pero yo me quedaba contento y disfruté como una vaca con todos aquellos ambientes.

Torpedo.
De hecho, para mí, Torpedo es en blanco y negro, nunca lo concebí de otra manera. Me pregunto cómo afrontaste el cambio cuando la serie pasó a ser en color.
Torpedo se publicaba en Francia y allí, como son muy franceses, me daban la vara desde hacía años con que fuera en color. No concebían que una serie de éxito fuera en blanco y negro, tenía que ser en color, que en aquel entonces era el súmmum. Y a Torpedo el color le iba como una patada en los cojones. Yo me resistí durante años ante Glénat y Fershid Bharucha, que era por aquel entonces el editor de los especiales USA de L’Écho des Savanes donde se publicaba Torpedo. Insistieron tanto que al final accedí, aunque dije que yo no quería dar el color. Me escogieron a la colorista de Moebius, que era muy buena, pero yo miraba el resultado y veía el color fuera de lugar. No apoyaba en nada. Además, yo le daba un dramatismo a una serie de viñetas y después ponían a Torpedo con un traje azul y una corbata roja y se cargaban todo el ambiente que yo había creado. Ahora la gente ya se ha vuelto a acostumbrar al blanco y negro, pero aquella era la época en que las revistas llevaban una separata en color como distintivo de calidad.
Así que, a pesar de todo, tú no dibujabas con el color en mente.
No, yo seguí dibujando igual. La prueba es que en muchos países se ha publicado en blanco y negro y funciona perfectamente. Era absurdo eliminar toda una serie de cosas que yo pongo en blanco y negro pensando en un colorista que a saber lo que haría.
¿Qué es lo que tiene Torpedo para que se haya estado publicando y reeditando durante más de 30 años, haya tenido su propia revista y se haya publicado en tantos países?
No lo sé, ¡pero algo debe de tener! El éxito es algo que no se puede augurar, si fuera así, los cómics los harían los banqueros. Pero algo especial tiene, porque ha gustado a todo tipo de público, que es una cosa curiosísima. Quizá el equilibrio entre el humor y la extrema violencia tenga algo que ver, pero es una fórmula que se ha usado en otras ocasiones y no ha funcionado tan bien. Supongo que hubo una conjunción en la que tanto el guionista como el dibujante estuvimos muy finos y acertamos. En realidad, hemos hecho obras buenas aparte de Torpedo y no han tenido el mismo gancho. Uno lo estudia y no lo llega a entender del todo. Torpedo pegó, y además pegó enseguida.

Torpedo.
Se empezó a publicar en la revista Creepy, ¿no?
Sí, porque entonces Creepy estaba en una etapa de decaimiento y el editor pensó que publicando Torpedo –que le iba como una patada en los huevos, porque aquello estaba lleno de monstruos–, levantaría Creepy. Torpedo se había vendido muy rápidamente a toda una serie de países y se veía que iba a funcionar muy bien. Y realmente la revista remontó, y había mucha gente que compraba Creepy por Torpedo. De Creepy pasó a Comix Internacional e incluso se pasó a publicar en una revista que Toutain había comprado a otro editor, Totem. No creo que haya muchos otros personajes de cómic de la época que se hayan reeditado tantas veces.
Con Torpedo siempre ha habido rumores de adaptaciones cinematográficas que finalmente no han llegado a buen puerto. ¿Quién te habría gustado que dirigiese una película de Torpedo?
A mí siempre me ha dado mucho miedo, porque lo que nosotros conseguíamos en el cómic, tanto a nivel de guion como de dibujo, podía convertirse en el cine en una ensalada de sangre y violencia gratuita. El cine se te va de las manos, no tienes ningún tipo de control. En los últimos tiempos he hecho una serie para Estados Unidos, Jonah Hex. Es una serie con mucha violencia. La han llevado al cine, porque DC es propiedad de Warner, la productora, y lo que han hecho ha sido vergonzoso. No preguntaron nada ni al guionista ni al dibujante. Nosotros hemos tenido ofertas de televisión, de cine, de teatro… y siguen llegando. La que parecía más fuerte, una oferta de Warner, que ya tenía el casting hecho, resulta que para hacer la película nos pedía la cesión de todos los derechos, y nosotros nos negamos. Ese también fue el motivo de nuestra ruptura con Glénat, aunque más tarde nos reconciliamos.
La figura de Toutain siempre ha sido muy polémica, y dado que tú tuviste bastante relación con él, me gustaría preguntarte cuál crees que ha sido su aportación al cómic en España.
Toutain ha sido muy criticado, e incluso yo me he peleado a muerte muchas veces con él. Pero viéndolo en perspectiva, ojalá hubiera ahora tres o cuatro Toutains. Porque era un tío que, buenas o malas, pero tenía ideas constantemente. Recuerdo una cosa muy divertida, creo que incluso hice una caricatura que publicó en algún sitio… Yo lo miraba fijamente y él me miraba a mí y decía, “Yo siempre tengo un ojo en Europa y otro en Estados Unidos”. Y claro, Toutain llevaba unas gafas de ojo de pez que agrandan los ojos, y tenía uno de los ojos un poco desviado. Total, que me miraba fijamente y me decía eso y yo pensaba, “¡Pues sí que tiene un ojo en Europa y otro en Estados Unidos!”. Yo, entonces, tenía contacto con muchos editores, y cuando salía de una reunión con Toutain salía animado para hacer cosas. Y con otra gente a veces no. Si pongo en una balanza los pros y los contras, ya te digo: si hubiera dos o tres Toutains ahora, alguna cosa más se haría, porque lo que ha habido después de Toutain ha sido un desastre.
Hace no demasiado ilustraste 1280 almas, de Jim Thomson. Supongo que, como amante del género negro, lo considerarían un encargo bastante dulce.
El editor de Libros del Zorro Rojo me buscó a mí porque me conocía de Torpedo y otras obras… Y además, en su día también ilustré las portadas de una serie de novelas negras relevantes en Plaza y Janés. La colección tuvo éxito en el público limitado aficionado a la novela negra. El público de lo negro, tanto en cine como en literatura, es muy afín pero es limitado. Recuerdo que uno de los grandes aficionados era El Perich, que me solía llamar nerviosísimo, porque la colección tenía una cadencia muy irregular y él quería saber qué títulos estaba dibujando yo para enterarse de lo que iba a salir. A mí siempre me ha gustado mucho el blanco y negro, las luces, el dramatismo del género negro. Yo ya conocía los Libros del Zorro Rojo, porque están muy bien ilustrados prácticamente todos, así que cuando el editor me propuso una novela de Jim Thompson me pareció genial. Me lo pasé bomba… Fíjate lo bien que me lo pasé, que habíamos quedado en hacer dieciséis ilustraciones e hice treinta y tantas. De hecho, creo que estaría muy bien una novela gráfica con 1280 almas. Lo he pensado varias veces, y si encuentro un editor que esté animado, esto podría salir adelante. Y podría quedar muy bien, porque prácticamente es un cómic.

1280 almas.
¿Algún otro clásico del género negro que te gustaría ilustrar o incluso adaptar al cómic?
Esto mismo que te digo sería una buena idea, un libro de cómic con 1280 almas. A posteriori vi la película francesa… Es una cosa un poco rara, porque se sitúa en África y todo era diferente. La película redonda es La huida, de Sam Peckimpah, basada en otra novela de Thomson. Cualquier cosa de este género a mí me motiva mucho. Pero ahora mismo los editores no están lanzando cohetes. Yo ahora estoy más en Estados Unidos, pero allí están todos metidos en personajes con capa y que vuelan, y a mí me fastidia un poco el tema ese. Yo estaba dibujando Jonah Hex porque era un western pero también era negro, era una cosa un poco especial.
Bueno, pero tú si que has dibujado a Batman…
Sí, he hecho un par de historia de Batman, y también he hecho algo de The Spirit. Pero Batman, por muy superhéroe que sea, es un tío negro. Y The Spirit un poco también. Porque uno tiene que ser un poco fiel a las cosas que le motivan.

¿Cómo surgió la posibilidad de dibujar The Spirit? Supongo que dará cierto respeto tomar al personaje de Eisner.
Yo fui amigo de Will Eisner, lo conocí mucho y viajé con él. Siempre admiré mucho su trabajo, era mayor que yo pero era un auténtico crack. Y The Spirit también tenía eso, gancho, esa cosa especial. Bueno, también tengo que decirte que la recuperación que hubo en España de The Spirit fue gracias a Toutain. Toutain redescubrió una serie de cosas que ni Dios sabía lo que eran. Toutain encendió la mecha de The Spirit y lo publicó primero, y luego ya hubo un contrato de Eisner con Norma y la cosa se fue dispersando. Pero el primero que movió el tema de Will Eisner fue Toutain. Y yo, mis páginas de The Spirit las afronté con mucho respeto pero disfrutando. Y en el caso de Batman, como todo ocurre por la noche, con la capa, está todo negro… De todos los superhéroes, es el que mejor aguanto.
Y hablando de personajes con mucha trayectoria previa, también hiciste una historia de Tex, El hombre de Atlanta, que yo creo que es la historia más larga que has dibujado nunca.
¡Sí, debe de ser la más larga que ha dibujado nadie! Los “texones” tienen doscientas cuarenta páginas, es tremendo. Yo era íntimo amigo de Sergio Bonelli, el editor de Tex, y el hombre insistía en que hiciera un “texone”. Yo estaba un poco acojonado, porque entonces dibujaba Clara de noche y Torpedo, y meterme en una cosa de doscientas cuarenta páginas podía ser matador para mí. Yo de niño había sido lector de Tex y había disfrutado de él como un vikingo. Aquí salió en los años cincuenta, y yo esperaba los miércoles para continuar leyéndolo, aunque salió de una manera muy anárquica y luego desapareció. Lo que pasa es que el Tex actual tiene poco que ver con el que yo leía de niño. Acepté el “texone”, que es como una serie de libros de homenaje que hacen distintos autores por invitación, pero le dije a Bonelli que tardaría bastante. Y estuve como cuatro años con esto. Yo dibujaba Clara de noche, lo dejaba, dibujaba Tex, lo dejaba, tenía que dibujar una historia de Torpedo… era matador, acabé turulato. Vivía con el Tex debajo de la mesa, y cuando tenía un rato hacía un poco de Tex. Esto también le pasó a Joe Kubert, que hizo otro y tardó lo que no está escrito.
Ya que estamos en el Oeste… ¿Cómo te llegó el encargo de Jonah Hex? ¿Conocías ya al personaje?
Lo conocía poco. Cuando me lo encargaron recordé lo de Tony de Zuñiga y todos los filipinos que lo habían hecho. Fue cuando yo estaba dibujando un monográfico para DC que se llamó Solo, una colección de comic books donde había un dibujante con guionistas diferentes. Me lo pasé muy bien dibujando aquello, aunque al final también me impusieron una historia de Batman, era condición sine qua non. Fue cuando acabé aquello que me propusieron lo de Jonah Hex y conocí a Jimmy Palmiotti y Justin Gray, que son muy buenos guionistas. Y Jonah Hex es un poco Torpedo pero sin humor. Pero luego cambió el formato y querían hacer que las historias fueran continuadas, con veintipico páginas al mes. Y tuve que dejarlo porque no puedo hacer tantas páginas al mes. Y era un poco desanimante, porque aparte de otro español que se llama Rafa Garrés y que le daba dramatismo a la cosa, había gente muy poco preparada. Era un poco destrempante. Yo seguía mi camino y me lo pasaba bomba con las exageraciones. Otra cosa que toqué fue aquello de Stephen King, American Vampire. Me invitaron a hacer un pasaje del Oeste y estuvo la mar de bien. Siempre busco seleccionar este tipo de personajes, pero hay pocos y es difícil.

Jonah Hex.
Cambiando de tema, he estado mirando fechas y me parece que Clara de noche es la serie más larga que has hecho, tiene ya veintidós años.
¡Es que estas cosas a veces se alargan! Todo empezó con el director de El Jueves, que era Gin, el dibujante, un tipo genial. Era amigo de mis padres y yo lo conocía desde niño. Siempre que nos encontrábamos en el Saló del Còmic de Barcelona me decía que tenía que hacer algo para El Jueves. A mí el dibujo humorístico siempre me ha gustado, ya empecé con el personaje de mi padre, y nunca he estado desvinculado del todo de esto. Y me ha venido muy bien, por ejemplo, en el caso de Torpedo, porque los malos son muy característicos porque yo siempre empleaba un poco la caricatura para darles más personalidad y expresividad. Total, que en una ocasión El Jueves amplió las páginas y Gin me volvió a insistir y acepté. Vi lo que había en El Jueves y había personajes muy buenos, pero no tenían una puta. Se lo comenté, y me dijo, “¡Haz lo que quieras, pero que sea de puta madre!”. Y entonces es cuando busqué a Carlos Trillo y le conté el asunto. A él le gustó e hicimos un personaje que era una puta y una madre, cuadraba perfecto. Al principio pensábamos que tendríamos tema como para unas cincuenta historias, y creo que va por la mil quinientos. ¡Las semanas pasan volando!
Creo que ya me has contestado en parte, pero te quería preguntar si sientes una especie de liberación cuando haces el dibujo de Clara de noche, más suelto y caricaturesco.
Sí, es más suelto, pero tiene lo suyo también. Yo siempre he oscilado, he hecho cosas humorísticas y cosas realistas, incluso en la época en la que trabajaba solo para el extranjero. Por ejemplo, para Alemania hice un personaje que se llamaba Wat 69, que era un poco como Clara pero en terror/humor. Siempre he tocado los dos temas. Generalmente, los dibujantes, cuando son realistas son realistas, y cuando son de humor son de humor, porque es bastante duro pasar de una cosa a otra, te rompe los esquemas, tienes que concentrarte bastante, pero también te obliga a hacer ciertas cosas, y eso es bueno. Yo siempre he tenido cierta facilidad para compaginar ambas cosas.


Clara de noche.
¿Algún proyecto para el presente o para el futuro? ¿O es todo alto secreto?
¡Hombre, hay varias cosas que son alto secreto! Pero ahora mismo estoy con Clara, con ilustraciones por encargo que me hacen coleccionistas particulares… Y me encantaría hacer una novela gráfica con la historia de Jim Thompson. Esto aún hay que cocinarlo un poco, pero creo que sería algo de calidad, porque el material es bueno.
