La enciclopedia de la tierra temprana (Isabel Greenberg)

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La enciclopedia de la tierra temprana (Isabel Greenberg). Impedimenta, 2014. Cartoné. 21 x 30 cm. 176 págs. Color. 24 €

La enciclopedia de la tierra temprana de Isabel Greenberg llega avalada por varios premios de prestigio y publicada por Impedimenta, una de las varias editoriales literarias que se ha lanzado en los últimos tiempos a publicar cómic. La edición es impecable y apuntala su sello específico, El chico amarillo, que había albergado, por ejemplo, la biografía de Virginia Woolf de Gazier y Ciccolini. Pero la novela gráfica de Greenberg, lejos de seguir esa línea, se sumerge en terrenos totalmente diferentes: los del mito y el folclore.

La enciclopedia de la tierra temprana, de entrada, engaña bastante con su aspecto gráfico. Greenberg parece tosca, incluso limitada, pero pronto uno se da cuenta de que independientemente del virtuosismo que sea capaz de alcanzar, cada decisión estilística es deliberada, y más que beber de los autores de cómic a los que recuerda —Marjane Satrapi y David B., por ejemplo— lo que sucede es que remite a fuentes en común: el arte primitivo e indígena. Hay orientalismo, como en la obra de David B., y se aprecia sobre todo en la parte del relato que sucede en la ciudad, pero también hay mucho del arte inuit, cuya cultura inspira el pueblo de la Tierra del norte. La sencillez en la composición, la falta de perspectiva naturalista o profundidad en los planos, vienen de ahí, aunque también toma a veces el aspecto de los grabados. Es curioso que todo esto no le impida a Greenberg introducir recursos más sofisticados, casi siempre relacionados con la inclusión de un color, que resultan perfectamente integrados y suelen denotar magia o relaciones con el mundo sobrenatural.

Es el tono perfecto para lo que pretende contar, una clásica historia de historias, protagonizada, precisamente, por un narrador que marcha de viaje en busca de un trozo perdido de su alma. Es muy interesante lo que quiere hacer la autora aquí: es un relato inventado, moderno, pero con un sabor auténtico a relato tradicional. No es la primera vez que se hace —se me ocurre, sin pensarlo mucho, que en buena parte de La historia interminable de Michael Ende aparece esto—, pero Greenberg lo hace maravillosamente bien, incluso a pesar de que lo estudiado de la estructura parece restarle algo de emoción en algunos tramos. Porque todo está perfectamente medido y la construcción de este edificio de historias dentro de historias dentro de historias, si bien no es irónica, si que podemos considerarla posmoderna aunque sólo sea por su autoconsciencia, que la convierte en una reflexión sobre muchas cuestiones relacionadas con el hombre y el mito.

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El joven narrador hijo de tres madres —que lo separaron en tres individuos por mediación del hombre medicina para volverlo a unir años más tarde— se marcha acompañado solo de su perro y recorre el mundo hasta el reflejo exacto de la Tierra del norte, en la otra punta del globo, y por el camino, plagado de motivos de diferentes folclores y tradiciones, visita diferentes pueblos que son, simbólicamente, diferentes estadios de la humanidad: de los cazadores de inspiración inuit pasamos a un pueblo guerrero, y de éste a una civilización urbana. Las historias y mitos que se van contando —hay un constante intercambio cultural entre el joven protagonista y diferentes contadores de historias de los lugares que visita— están siempre ajustados a la fase de la sociedad que los cuenta, aunque siempre sobrevuela la sombra del Dios Hombre-Pájaro y sus dos hijos, las deidades que crean el mundo y a la humanidad y que, según qué pueblo los piense, ofrecen diferentes facetas: pueden ser bondadosos o vengativos, demiurgos que ordenan el caos o liberadores que luchan guerras contra gigantes. Hay citas a la Odisea, obvio cuando el protagonista viaja en barca por los mares del mundo, y también muchas reinterpretaciones de historias de la Biblia: el diluvio, la torre de Babel, la aventura de Jonás y la ballena. Hay en la manera en la que los dioses interfieren directamente con la historia humana y en su forma de hablar totalmente contemporánea algo que me recuerda a otro autor también inglés: Jesse Moynihan, el autor de Forming, una saga épica protagonizada por dioses que creo, ahonda más.

La estructura en partes y capítulos es, por otra parte, muy inteligente. Ayuda a acotar los diferentes niveles de civilización y a variar el tono de la narración, que adquiere así una cualidad casi natural, aunque ya decía que todo está muy medido, de manera muy cerebral. Greenberg necesita introducir textos extensos, y en esto también tiene sumo cuidado, y consigue no romper nunca el equilibrio entre lo textual y lo gráfico, aunque ésta sea una novela gráfica muy literaria y funcione perfectamente así. De hecho, el calado mítico de la obra no podría conseguirse sin esos textos, ni los diferentes niveles del relato. Todo ello consigue que La enciclopedia de la tierra temprana sea un cómic apasionante y absorbente, porque en su reinterpretación de nuestro pasado mítico y los relatos de la creación del mundo dice mucho sobre nosotros, y porque el tono de Greenberg, no exento de cierto sentido del humor, es perfecto para dotarlo de una dimensión actual y adulta. Me deja, no obstante, la sensación de que en algunas fases es demasiado fría, demasiado agarrada a su tesis, pero es por el bien del conjunto. Cuando uno termina la lectura y reflexiona sobre lo leído es cuando alcanza su verdadera altura esta novela gráfica personal y universal a la vez.