Josefina (Jim Pluk)

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Josefina (Jim Pluk). Aristas Martínez, 2015. Rústica con sobrecubiertas. 24 x 17 cm. 96 págs. B/N. 15 €

Jim Pluk es un joven dibujante colombiano, uno de los más animados en la emergente escena del cómic de su país, que se va construyendo poco a poco, sin la base de una tradición local, a partir de los esfuerzos autorales y poco más. De Pluk vimos editado en España, recientemente, Canosa y los detestables humanos. Tengo que reconocer que no me interesó más allá del dibujo espontáneo: me costó mucho conectar. Sin embargo la nueva obra de Pluk, publicada por Aristas Martínez, me ha reconciliado con él y me ha hecho ver su verdadero potencial.

El dibujo es intencionadamente espontáneo y tosco hasta lo naif, y no se preocupa por rácords o convenciones. No hay apenas viñetas como tales, ni composiciones de página elaboradas. Josefina tiene más bien el aspecto de un cuaderno o diario donde el autor garabatea con carboncillo apresurados apuntes de su propia vida. Porque Josefina se sumerge, aparentemente, en el terreno de la autobiografía, aunque la falta de referentes externos y la propia naturaleza del dibujo también la sitúa en una posición ambigua, en la que es complicado saber cuánto hay de cierto y cuánto de ficción.

De hecho me cuesta pensar que no hay al menos alguna máscara en esta historia, dado que lo que cuenta es bastante íntimo y no deja en muy buen lugar a su expareja. Si es que todo sucedió así, claro. Pluk narra los últimos días de convivencia con ella y la aparición de otra persona, la Josefina del título, que no sabemos si llega a convertirse en pareja o no. Y por el camino aparece la perrita Paca, que Pluk adopta, y que el Pluk dibujante plasma con una naturalidad y un candor desarmantes: pocas veces se capta tan bien el espíritu perruno como aquí.

La convivencia entre la pareja se va deteriorando rápidamente; ella se muestra como una mujer furibunda, que se enfada por cosas nimias de forma desproporcionada, que echa literalmente fuego por la boca… Tal vez es demasiado, en algunos momentos, porque llega un punto en el que es imposible empatizar con ella o entender sus motivos o su forma de ser. Todo está contado desde el punto de vista de él, lo cual es lógico, pero deja la sensación de que estamos leyendo una historia incompleta, donde falta que la otra persona se explique. Sólo en cierto momento se cuestiona Jim si «tal vez ella es muy histérica o yo muy calmado».

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Imagen tomada del blog del autor.

Pero las relaciones humanas, especialmente las de pareja, no tienen demasiado que ver con lo que es justo. Uno puede intentar serlo, pero si la objetividad es imposible en todos los ámbitos, aquí uno no puede ni acercarse. La manera en la que se experimenta la relación y cómo hace sentir a los miembros de la pareja es, en el fondo, lo definitivo. Por eso Josefina me ha resultado un ejercicio brillante de sinceridad emocional —al margen de que lo que cuente sucediera tal cual—, donde Pluk no nos dice que su ex fuera así, en realidad, sino que así se sentía él. Cuando los problemas de convivencia, motivados por la falta de trabajo de ella y la apatía en la que cae, se hacen insoportables, toma una decisión drástica para enderezar su vida. Es una postura que se inserta en una historia más compleja de lo que el dibujo infantil deja entrever, donde el lector siente alivio por Jim, pero también preocupación por una ex que es obligada a abandonar su casa, que parece deprimida, que es etiquetada como tóxica y, seguramente, necesita ayuda. No sé si fue la intención de Jim Pluk al dibujar este cómic, pero así me he sentido yo.

No puedo dejar de destacar la habilidad de Pluk para retratar las cosas pequeñas, los detalles cotidianos, e integrarlos con total naturalidad con recursos gráficos muy de cómic, como las calaveras o el fuego que sale de las cabezas de los personajes cuando están enfadados. Además, para mí siempre es un aliciente leer un cómic escrito con los giros y modismos propios del español de Colombia, algo que dota de frescura, por la oralidad.

Por último, no quiero terminar sin destacar la excelente edición de Aristas Martínez, que tiene aún pocos cómics en su catálogo pero todos con ediciones impecables. Éste, concretamente, corre a cargo de Martín López Lam y cuenta con un epílogo dibujado de Power Paola, seguramente la dibujante de cómics con más proyección de América Latina en la actualidad.