Los cuatro de Baker Street Vol. 01 (Olivier Legran, Jean- Blaise Djian y David Etien)

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Los cuatro de Baker Street Vol. 01 (Olivier Legran, Jean- Blaise Djian y David Etien). Yermo Ediciones, 2015. Cartoné, 22,5 x 31,5 cm. 120 págs. Color, 27 €

Podemos considerar Sherlock Holmes como el primer texto de culto de la modernidad. Este empieza a ser un fenómeno literario partir de 1890, justo cuando la popularidad del personaje supera a la del autor. Parte de ese éxito y de esa constitución narrativa viene dada por ser un relato construido sobre la base de la verosimilitud. Arthur Conan Doyle apunta hacia unos personajes que se mueven en el ámbito de lo real, de hecho el Londres que habitan Holmes y Watson esta superpuesto al Londres real. Ese juego entre realidad y ficción consiste en desarrollar un universo a través de apuntes metaliterarios, descripciones de las relaciones internas entre personajes y de estos hacia el autor. Eso crea dos tipos de lectores: los ingenuos y los irónicos. Los primeros creen que tanto Holmes como Watson son personas reales y les escriben cartas, los segundos juegan a creer que son reales.

En la última década del s. XIX  la popularidad de este personaje es tal que hace que muchos lectores que empiecen a descubrir el placer de rellenar los huecos dejados por la narrativa primaria, a realizar pastiches y collages y estudios teóricos y académicos. Y como no también empieza el asociacionismo, uno de los primeros colectivos fueron los Baker Street Irregulars, que toman el nombre de los niños que ejercían de servicio de inteligencia para Holmes. A principios de los cuarenta los hijos de Doyle asisten a una comida de este grupo de aficionados pero en ninguna de las charlas se habla del padre de estos. Cuando los descendientes preguntan por qué estos responden que consideran al escritor como un mero agente literario de Watson.

Pues bien, esas son las coordenadas en las que se mueven los relatos guionizados por Olivier Legran y Jean- Blaise Djian: una construcción narrativa escrita desde la absoluta verosimilitud, como si fuese verdad, que se desarrolla en una ciudad existente por la que los personajes ficticios pasean a sus anchas. Tanto La cinta azul como El asunto Raboukin, los dos álbumes que componen este volumen, son historias pegadas a las narrativas canónicas del investigador londinense, que hace un par de apariciones estelares, en forma de paracuela, por lo que los hechos narrados en este álbum se desarrollan de manera paralela a lo narrado en las novelas. Aunque en esta obra se le añade un poco más de verdad por hilvanar hechos acontecidos en la sociedad londinense en ese periodo. A eso ayuda en parte el apéndice “Bienvenidos a Londres”.

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Antes que nada hay que advertir que Los cuatro de Baker Street es un relato de aventuras para todos los públicos, dicho en el mejor sentido de la palabra. Es entretenido, está bien escrito y el diseño de personajes y espacios es exquisito. En cuanto a los espacios son lo que conocemos como mundos amueblados en los que el lector reconoce a la perfección las estructuras sociales y como estas se ubican en el contexto urbano de este Londres solapado. La cinta azul es el típico relato de presentación en el que se dan a conocer a los personajes y sus rasgos a través de un relato iniciático. Tom, Charlie y Billy son los últimos integrantes de los Irregulares de Baker Street, el mencionado anteriormente grupo de niños que ayudan en labores de inteligencia a Holmes, y en esta primera aventura tratan de rescatar a Betty, una amiga/novia, de Tom, que es secuestrada por parte de unos proxenetas de la parte alta de la ciudad. Un recorrido narrativo ideal que ayuda al lector a reubicarse en una ciudad mil veces revisitada en la ficción. El final del capítulo se descubre que uno de los miembros del grupo es una chica y conocer al cuarto miembro al grupo: Watson, el gato.

No obstante, una vez superada esa presentación de personajes la segunda aventura, El asunto Raboukin, resulta bastante más interesante en esta se imbrican personajes históricos reales, como Jack el destripador, y situaciones verosímiles, como la que se está viviendo en todo el continente en ese momento a través de la presencia en Londres de unos revolucionarios rusos que preparan su asalto al poder. Los niños se ven involucrados en una trama política que trata de vincular los nuevos asesinatos de Jack con los inmigrantes rusos que a su vez son perseguidos por el servicio secreto de su país en un intento de desactivar a dichos activistas.

Los cuatro de Baker Street me recuerdan a esos cómics de aventuras de antaño pero con un aspecto visual remozado y más acorde con nuestros tiempos de la mano de David Etien. Aventuras divertidas con un punto de crítica a ciertos aspectos sociales y un dibujo global de la humanidad que apunta a la esperanza, que de eso nos hace falta un poco.