Arenas movedizas (Kitty Kahane, Alexander Lahl y Max Mönch)  

           arenas1

Arenas movedizas (Kitty Kahane, Alexander Lahl y Max Mönch) Impedimenta, 2015. Rústica con solapas, 16 x 24 cm. 170 págs. Color, 20,95 €

Cuando la información era información los periodistas se tomaban su tiempo para hacernos saber lo que sucedía en el mundo. Leíamos cómo las noticias iban madurando hasta que se llegaba a un clímax marcado por los acontecimientos pero también por la narración que el escritor nos daba sobre el modo en que la historia iba dando sus pasos. Está claro que ya no es así. No sé si es por culpa de los lectores/espectadores, los periodistas e informadores, o la importancia que tienen las noticias en función de los nichos de audiencia que el flujo informacional ha cambiado drásticamente. Nos dan –o queremos– noticias nuevas todos los días, casi a todas horas, y muchas veces sin profundizar mucho más allá del titular. Todo esta reflexión en voz alta no es más que un hecho evidente, pero la cuestión es que hechos actuales podrán ser considerados como históricos gracias a la labor periodística.

Arenas movedizas nos ayuda a profundizar en el trabajo periodístico en un contexto de cambio histórico. El protagonista, Tom Sandman, es un corresponsal estadounidense recién llegado a Nueva York tras ser testigo de la masacre de Tiananmén. Las reflexiones iniciales del periodista sobre este acontecimiento son esenciales para el discurso que se va a desarrollar posteriormente. Desarrolla la idea del hombre que se puso delante del tanque, que los periodistas convirtieron en símbolo de una revolución fallida pero también condenaron a las represalias del régimen. Ergo, Sandman, se autoconstituye no solo como un mero observador, sino como un narrador también responsable de lo que le sucedió a ese héroe anónimo.

arenas2

Tras su vuelta a Nueva York Tom recibe la buena/mala noticia de cubrir lo que su editor presume como fin del comunismo en Berlín. La historia se sitúa a medio camino entre el relato personal y la crónica histórica. El guionista se vale de la situación personal del periodista –rotura con su vida neoyorkina– y de la presunción del plumilla de que todo momento histórico viene precedido por un dolor de muelas, que en este caso precede la caída del muro. El relato de Sandman y la historia sobre él profundiza en la irracionalidad de los estamentos comunistas en la RDA, donde una burocracia restrictiva cohibe la convivencia de los ciudadanos y su propia inoperancia acaba por derruir el muro de Berlín. Para ello Lahl y Mönch se valen de Ingrid, una deportista de élite expatriada que sirve de guía no solo para el periodista sino para que el lector pueda entender el sistema de valores del país comunista.

Arenas movedizas no es un relato sobre la memoria histórica contado de la mano de sus protagonistas, al estilo de Persépolis o El árabe del futuro, sino que los autores que utilizan a Sandman como alter ego del lector para entrar en el sistema de valores del régimen, el momento histórico, y sobre todo las emociones detrás de los momentos históricos, acompañado de un relato sobre los datos macrohistóricos.