Hail Satan! (Simon Hanselmann)

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Hail Satan! (Simon Hanselmann). Fulgencio Pimentel, 2016. Cartoné. 21 x 26 cm. 66 págs. Color. 16 €

Recientemente Fulgencio Pimentel ha publicado el tercer libro de Simon Hanselmann en castellano: Hail Satan! Está, por supuesto, ambientado en el mismo universo que ya conocemos, habitado por Megg, Mogg, Búho y Werewolf Jones. Hay una novedad: se trata de una historia larga, que abarca todo el libro, contada de un modo sencillo, en páginas de doce viñetas regulares y en tinta azul sobre papel rosa. El color se echa en falta, porque es un elemento narrativo importante para Hanselmann, pero el contraste entre el azul y el rosa sorprende y funciona muy bien.

En Hail Satan! encontramos la crónica de la noche del cumpleaños de Búho, que invita a sus amigos a cenar en un caro restaurante francés. Los hechos se encuentran, según reza un texto del cómic, situados entre lo que se cuenta en los dos libros anteriores, de modo que las cosas todavía no están tan jodidas como en el segundo, pero ya se va viendo que Megg no está bien, y que Búho mantiene una relación enfermiza con sus colegas. Y que WW Jones está como unas maracas, claro. Una noche de estas piezas da para mucho, y del restaurante se marchan —sin pagar— a un parque, luego aparece en escena la policía… En fin, lo normal. Todo regado con alcohol y drogas en abundancia, por supuesto. Entre lo grotesco y lo patético, como sucede siempre con él, Hanselmann consigue que en determinados momentos se filtre un extraña poesía decadente, o un rayo de amistad y amor genuino, enterrados bajo una tonelada de mugre. El sustrato autobiográfico, siempre presente, es lo que nos permite aceptar como verosímiles todos los desfases que leemos. Eso y que Hanselmann se está convirtiendo en un maestro de lo suyo. Con herramientas muy sencillas logra que todo funcione, que cada cosa esté en su sitio. Los escenarios ya los conocemos: el salón de la casa de Megg y Mogg, que siempre se muestra desde el mismo ángulo, como si una cámara de sitcom estuviera grabando, y las calles y parques de Tasmania. La sensación de angustia, de abulia permanente, el no future tan perezoso que ni siquiera es nihilista… todo está ahí. Personalmente, he disfrutado el volumen porque siempre empatizo mucho con Búho y aquí sus amigos lo tratan como un trapo. Lo pasa verdaderamente mal, y yo, por algún motivo, valoro mucho en Hanselmann que me genere este tipo de emociones. Me da una pena infinita Búho.

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El resto también se hace querer, claro. Son unos cabrones, pero es que están muy jodidos. Y en el fondo se quieren entre sí. A Búho también lo quieren, aunque lo puteen: están haciendo lo que creen mejor para él. En este sentido, Hail Satan! es esencial para entender lo que luego va a pasar en Bahía de San Búho, el libro más oscuro de los tres, en el que las relaciones entre los cuatro personajes principales se vuelven aún más complicadas y Megg ha entrado en una fase autodestructiva muy peligrosa. Como en aquel cómic, en esta nueva entrega no vamos a encontrar ni un ápice de moralismo. Antes bien, prosigue esta especie de crónica de una generación sin expectativas, contada con una engañosa sencillez formal, con diálogos vivos y gags patéticos pero muy divertidos. Hanselmann anda cada vez más fino, dibuja cada vez mejor —con más sencillez, finura para las figuras y los rostros y claridad expositiva— y no da signos de agotamiento. Produce a un ritmo endiablado, porque, parece tiene anécdotas de su grupo de amigos para aburrir. Sí cabe preguntarse cuánto tiempo puede uno estar contando las andanzas de una gente que no hace nada especialmente elaborado más allá de dormir, comer y beber, sin perder frescura y convertirse en fórmula. Vamos a confiar de momento en Hanselmann, que al fin y al cabo nos ha dado motivos sobrados para ello.