Entrevista con Chris Ware

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En España apenas es conocido por Jimmy Corrigan y varias historias cortas aparecidas en la excelente revista Nosotros Somos Los Muertos, pero sin duda es uno de los autores norteamericanos más interesantes e influyentes de la última década. Sus historias están escritas y dibujadas con la precisión de un cirujano y con la sensibilidad de un poeta, su capacidad de síntesis a la hora de representar la realidad que le rodea contrasta con lo barroco e intrincado de sus diseños, y lo aparentemente serio y depresivo de sus narraciones se da de bofetadas con el humor cínico de sus falsos anuncios. Interesado en sacar el mayor partido al medio en el que ha decidido desarrollarse como artista, no deja de buscar nuevas soluciones narrativas en cada obra que emprende: recortables, intrincados diseños de página, constantes cambios de formato… Hace un par de días concedía una pequeña pero jugosa entrevista a David Medaris en The Daily Page, que traducimos a continuación. Señoras, señores, con todos ustedes… Chris Ware.

En términos de gratificación personal, ¿cómo se compara la publicación de tu trabajo en The New York Times Magazine con ser denominado por una reconocida poeta “el Emily Dickinson de los cómics” y con ser incluido en la exposición Masters of American Comics junto a George Herriman, E.C. Segar, Charles M. Shulz and Art Spiegelman?

Es todo lo mismo, supongo, aunque estoy bastante seguro que el comentario de “Emily Dickinson” vino de Sandy McClatchy, cuyo novio es mi buen amigo Chip Kidd, así que eso es más como un miembro de la familia diciendo que está orgulloso de ti. En mayor medida, supongo que las recientes exposiciones indican un cambio en la percepción general sobre los autores de cómic como artistas potencialmente reflexivos, inteligentes, más que como asalariados ilustrando las ideas de algún otro.
Ni que decir tiene que ser incluido en una exposición con Schulz y Herriman y Spiegelman me desorienta bastante, porque he crecido reverenciando e imitando flagrantemente a esos artistas, y ser considerado como un “par” entre ellos me parece en cierta medida absurdo. Sin embargo creo que el objetivo último de la exposición Masters of Comics es mostrar que los cómics no son arte, pero los autores de cómic pueden, si así lo deciden, ser artistas.

¿Qué ideas preconcebidas tienes de Madison y de tu audiencia para el Wisconsin Book Festival?

Umm…, bien, muy pocas, salvo que un día hace muchos años conducía por Madison y era algo así como el “Día En Que Todo El Mundo Fuma Hierba” y había kioscos y casetas con todo tipo de parafernalia desteñida en venta, así que parecía un escenario bastante amistoso y atractivo. Sin embargo presumo que las autoridades no fomentarán el que estos dos festivales se solapen.

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Portada de Cris Ware para el 7» de 5ive Style editado por Subpop en 1994


¿Cómo se relaciona tu interés en el ragtime con tu tendencia gráfica hacia la precisión y la claridad en la línea?

Mi interés en el ragtime tiene algo que ver con mi admiración con la cultura del siglo XIX tardío, así como con el hecho de que el ragtime es un arte centrado en la composición y no en la interpretación; por ejemplo, las emociones y los sentimientos en el ragtime están codificados en los ritmos y las melodías de las propias composiciones, no dependen necesariamente de una interpretación expresiva para ser percibidos. Supongo que es una característica de la música barroca, también, en la que incluso bajo una técnica de interpretación altamente mecánica, todavía comunica un profundo sentimiento. (A mi buen amigo Ivan Brunetti se le ocurrió un día una metáfora «Stones versus Beatles» cuando estábamos discutiendo esto, que de alguna manera aclara la relación en términos más vernáculos; es esencialmente la vieja cuestión de interpretación contra composición).
En lo que respecta a los cómics, trato de “componerlos” con el mismo cuidado y claridad que tienen el mejor ragtime y la música barroca, y generalmente asumo que el lector los lee con el mismo tipo de ritmo regular con el que yo los leo, lo cual no puedo controlar, ciertamente.
Todo esto suena extremadamente pretencioso, aunque no es mi intención. Finalmente, dado que has mencionado el ragtime, supongo que podría añadir que creo que Scott Joplin es uno de los mejores compositores de América, y uno de sus más grandes artistas.

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Viñetas extraídas de Jimmy Corrigan: El chico más listo del mundo. (Planeta, 2004)


¿Cuál consideras como la mejor viñeta aislada que has dibujado hasta la fecha y cómo servía a tu narrativa?

Realmente no pienso en mis cómics en términos de viñetas aisladas, una viñeta es como una frase o incluso como una sola palabra, y al sacarla de contexto pierde interés; es lo que está antes y lo que viene después lo que hace que funcione y tenga algúna fuerza emocional, con suerte. Tampoco quiero hacer que ninguna imagen aislada tenga un peso estético especial salvo que sea por una razón muy específica; encuentro que tratar de dar por mi parte demasiada elocuencia expresiva visual, no sólo distrae de la lectura de la historia, sino que puede animar al lector a “demorarse” en una imagen y estudiar mi técnica de dibujo (lo que también, por supuesto, es una ventaja, aunque ya no lo empleo tanto).
Es la diferencia entre leer una historia potente en su forma manuscrita original (con todas sus correcciones y tachones y escritura frenética) y leer una versión cuidadosamente mecanografiada; la historia por sí misma puede que comunique algo con gran violencia y confusión, pero esa confusión se transmite a través del significado de las palabras, no del desorden de la escritura a mano. (Supongo que eso se relaciona con tu anterior pregunta, si puedo decirlo sin caer en la pedantería.)
Dicho todo esto, la expresividad de la línea es el aspecto del cómic que potencialmente puede separarlo de los otros medios, y muchos otros artistas la usan consiguiendo un gran efecto. Sin embargo, de momento, yo todavía estoy tratando de aprender cómo contar una historia.
Por último, he hecho historias en las que creo que de algún modo he tenido más éxito que con otras, ciertamente, pero soy supersticioso a la hora de mencionarlas; además, está un poco feo señalar algo como los “favoritos personales”; de cualquier modo, los autores de cómic son un poco crédulos respecto a su propia importancia, y no hay necesidad de alimentar eso.

¿Hasta qué punto personajes como Quimby, Jimmy y Rusty son representaciones de ti mismo?

En gran medida, aunque también son aspectos de otra gente que he conocido o me gustaría conocer. Más recientemente he intentado no elegir un personaje específico a través del cual “sentir” la narrativa aunque, si me doy cuenta de que me gusta o disgusta mucho un personaje u otro, trato de iluminar aspectos de su personalidad para invertir el flujo. Creo que es un objetivo más o menos común como escritor tratar de empatizar o al menos entender a cada persona en las historias imaginarias que se repiten a sí mismas en la cabeza de uno durante todo el día, una y otra vez.

el tio berni