Cuando sea mayor -¿y hombre?- quiero ser Conan


Conan, en «La espada salvaje de Conan», visto por Buscema



Sí.
Está decidido.
Seré Conan cuando sea (más) mayor.
¿Y quién no querría serlo?
Lleva muchos años en la lucha y no denota ni el menor ápice de cansancio. Sigue fuerte, audaz, joven, melenudo (con o sin flequillo -las modas también pasan por aquí- sin vistas de alopecias ni de hipertricosis) pero sin ser velludo, musculoso, de piel tersa, aunque curtida por la climatología (casi siempre adversa), batallador, implicado en causas que considera justas, tenaz, amante ardiente (de fácil enamorarse y aún más fácil al olvidar), aliado fiel, enemigo implacable, de genio vivo y espada rápida y mortífera. Con él, no hay medias tintas ni escalas de grises. Conan siempre está dispuesto para la batalla, las nuevas aventuras, los nuevos retos … Y siempre guionizado por importantes autores, que de una manera u otra, han sucumbido a los encantos de interpretar su propia visión del cimmerio. Describir al prototipo de héroe bárbaro que encarna Conan. Y, asímismo, dibujado por artistas de primer nivel que no han podido resistirse a la tentación de dibujar al prototipo de héroe bárbaro que encarna Conan. No tenemos más que echar un vistazo a la fantástica serie mensual Conan, la leyenda, de Dark Horse, que está siendo publicada en España por Forum-PlanetaDeAgostini, en la que encontramos a Kurt Busiek al guión y Cary Nord, junto a Thomas Yeates en la parte artística, junto con otros autores de modo esporádico, y Dave Stewart casi siempre, a los colores.

En esta serie nos encontramos a un joven Conan empezando a ser lo que será por siempre, lo que le define como personaje universalmente conocido y que cumple todas y cada una de las espectativas que tenemos sobre él, pero no sólo eso. Las rebasa. Y con creces. Es un trabajo bien hecho que te hace disfrutar de todas y cada una de las aventuras que le van sucendiendo en lo que parece un viaje sin fin hacia, lo que él considera «una tierra prometida», donde encontrará la respuesta a todas y cada una de las preguntas que se hacía, que se hace y todas las nuevas que le van surgiendo a medida que se enfrenta con el camino, que no es otra cosa, seguramente, que la búsqueda de su yo interior, de cómo voy a llegar a convertirse en algo que ni siquiera sabe qué es, que no comprende aún.


El mundo de Conan en el que no pueden faltar ¿dos panteras?


¿Quién no ha hecho en su vida un viaje, o dos o trescientos, parecido? Lo cierto es que en nuestro caso, la mayoría lo hemos hecho sin salir siquiera de la localidad en la que hemos nacido, o tal vez, no hayamos parado la pata en un sitio más de el tiempo que considerábamos necesario. Pero lo cierto es que, aunque no seas del tipo de persona que le gusten las historias épicas, de grandes batallas a sangre y fuego, seguro (bueno, casi seguro o probablemente) disfrutes en algún momento -o en muchos- con este tipo de cuentos.
Estamos en un época histórica sin datar exactamente y en un lugar que bien podría ser este mundo o no, con paisajes desconocidos pero vagamente familiares, en los que nos encontramos mares, ríos, plantas y fauna exóticas, pero entre los que suelen aparecer un tigre, a una pantera (los felinos siempre acompañan muy bien a estos héroes macizos, no digamos ya a las heroínas), caballos, y árboles o frutos más o menos conocidos. Las ciudades o poblados son rudimentarios en su tecnología, pero ayudados por la magia, latente en cada pulso de la narración, facilitan -o dificultan llegado el caso- la vida de sus pobladores. Y entre esto habitantes, siempre va a haber uno de estos dos prototipos de mujer, a los que Conan va como un oso hacia la miel: una pobre mujer en apuros o una hechicera malvada. Lo que está claro es que en cada caso, las féminas le ocultan un gran secreto que será determinante para la supervivencia del nuestro héroe y, por extensión, de su grupo humano. Con todas y cada una de ellas, mujeres espectaculares y de armas tomar, Conan tendrá un apasionado y breve romance: ¿qué puede importar el «amor para siempre» si puede que no lleguemos a ver el alba de un nuevo día? Amémonos y disfrutemos, que la vida es corta.

¿A quién no le apetece un plan así?
Pues parece ser que a las heroínas bárbaras.
Tienen todos los inconvenientes del trabajo masculino y ninguna de sus gratificantes compensaciones.



Ahí tenemos a Red Sonja: Hembra como la que más, que cumple con todas las características atribuídas a Conan (incluso el tupé de quita y pon), pero que no goza ninguna de sus compensaciones (si exceptuamos la inmunidad a las fuerzas de la gravedad): ¡mucho trabajo, poca diversión!
¿Quién quiere ser igual que ella? Las posibilidades de encontrar candidatos/as se desvanecen. Y es que, no nos llamemos a engaños, el tener un paraíso absolutamente terrenal en vida es una circunstancia a la que nadie le amargaría y a la que nos apuntaríamos todos (pongamos casi todos, por si acaso). ¿Por qué se le niega a Red Sonja esta posibilidad? ¿Es más deseable un mito por ser más inalcanzable…o eso sólo sucede con (sigue sucediendo) con las heroínas?
Y para muestra, un botón… o en este caso, un enlace a Newsarama en el que se puede ver el primer capítulo de Red Sonja: Definitive Edition Hardcover, que saldrá a la venta en diciembre en Estados Unidos, y en el que la pelirroja más guerrera del mundo da muestras de lo buena que es en lo suyo, aunque nunca ha tenido ni la mitad de reconocimiento que su primo.

Algo muy parecido le sucede a Sheena, aunque sólo por el gustazo de que Los Ramones te hubiesen dedicado una canción ya merecería la pena haber estado en su lugar.





Sí.
Está decidido.
Yo, cuando sea (más) mayor, y aunque me gustaría seguir siendo mujer en el intento, quiero ser como Conan.

Mar