El XII Salón del Manga, el salón de las masas

Este es un post especial para Entrecomics. Contamos son un invitado de excepción que tuvo a bien de ser nuestro «corresponsal puntual» para el Saló del Manga. Se trata de Francesc Martínez, compañero de la MLComics. Vaya por delante nuestro agradecimiento. Gracias Francesc, te debemos una 😉

Como ya empieza a ser costumbre anual, de nuevo asistí al Salón del Manga de L’Hospitalet. Pese a no disfrutar tanto como en el Saló Internacional del Cómic de Barcelona, el del Manga siempre me ha encandilado por el ambiente que se genera gracias a la pasión que sienten los otakus por sus personajes favoritos. Esa pasión que los lleva a pasarse horas confeccionando disfraces, esa pasión que los lleva a hacer horas de cola para conseguir una firma de su autor preferido o, simplemente, para conseguir entrar a este tipo de eventos. Porque eso es lo que ocurre cada año, interminables colas para entrar en el recinto, pero nada parecido a lo de este año…

Sabiendo la cola con que nos habíamos encontrado los años anteriores, Iván (alias Yota) y yo, quedamos a las 10.45 de la mañana en el andén del metro de Clot. Nuestra máximo objetivo era conseguir una firma de Masakazu Katsura (Video Girl Ai, DNA2, I’’S, Zetman), quien tenía una firma en el Stand de Glénat de 15.30 a 16.30. Puede que sea un autor que ya no lea, pero en mis tiempos adolescentes me hizo disfrutar de lo lindo (sobre todo con la primera etapa de Video Girl Ai, la que considero más brillante de toda su obra).

Como iba diciendo, quedamos en el andén de la estación. Esperar en él ya me hacía presagiar que aquello no iba a ser como los años anteriores… si no increíblemente peor… Bandadas de jóvenes (en gran número disfrazada), subían a cada tren que pasaba. Una vez de camino (me comí 21 paradas y un trasbordo señoras y señores, y es que vivo a “tomal pol saco” de L’Hospitalet) comentábamos con Iván lo que habían cambiado los disfraces con los años. Antes podías adivinar de que iba disfrazado casi todo el mundo. Hoy en día adivinas una cuarta parte (y con suerte). Esto es debido a la gran proliferación de series que, por suerte para los lectores y espectadores, existe hoy en día (tema que daría para un post mucho más extenso que este).

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Uno de los disfraces más curiosos: Amigo, uno de los protagonistas de 20th Century Boys


Una vez bajamos en la parada de Rambla Just Oliveres, bajamos la calle dirección a la Farga (recinto donde se desarrolla el evento) y lo vimos… 2 colas… que daban la vuelta entera al local y se cruzaban entre sí…. Con la experiencia de otros años éramos conscientes que eso eran, por lo menos, 3 horas de cola (después nos dijeron que eran más de 4 y en algún lugar llegué a leer 7). Sabíamos que, si queríamos la firma de Katsura, no podíamos hacer esas colas o nos quedábamos sin ella. Entonces empezamos, por así decirlo “La Operación Katsura” (ponedle aquí la banda sonora de Misión Imposible). Sabiendo que en Servicaixa (servicio de los cajeros de La Caixa que vende entradas para espectáculos) podías conseguir entradas para el Salón, fuimos en busca uno. Primero pensamos en el que está delante de la Farga, pero viendo que era imposible (como mínimo había 50 personas para el cajero, si no más), nos fuimos a uno más lejano donde Iván adquirió su entrada (yo ya tenía una invitación, coño, para algo tiene que servir ser colaborador de Planeta DeAgostini Cómics ☺). La segunda parte de la “Operación” fue librarnos de la cola para entrar.

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¿El último, por favor?


Nos pusimos al final de ella, pero pronto vimos que aquello no avanzaba ni “pa Dios”. E Iván tomó una decisión. Con un firme “Ahora vengo”, me dejó allí y fue a hacer lo que después haría que tuviéramos un “recuerdo” del maestro Katsura. Al cabo de un momento me llamó diciéndome “Ven a la última esquina de la cola, que me he encontrado unos conocidos”. Dicho y hecho. Gracias a esa estratagema, 15-30 minutos después (y no las 2-3 horas que nos esperaban) estábamos dentro. Una vez allí, Iván me confesó que no conocía de nada a los chavales, pero que algo había que hacer para saltarse la cola, que se puso a hablar con ellos para colarse y que ellos también se habían colado con anterioridad (nota mental: “Tengo que tener más morro”). Objetivo cumplido: estábamos dentro, ahora tocaba conseguir la firma de Katsura, pero no iba a ser tan fácil como pensábamos…

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Y al fin entramos, ¡victoria!


Una vez dentro nos dirigimos rápidamente, bueno, todo lo rápido que nos permitía la gente, hacia el stand de Glénat. Una vez allí, eran sobre las 13.10, preguntamos como funcionaría la firma. La indicación fue que darían números de 14.00 a 14.30 y que, con ellos, se podría conseguir la firma a partir de las 15.30. Pensamos en ir a dar una vuelta pero, en el último momento, fuimos a mirar donde firmaría Katsura exactamente. En una esquina había una mesa y un cartel con su nombre así que asumimos que era allí (no hacía falta ser Sherlock Holmes, no). Como había una cola formada allí, me dio por preguntar a una chica “¿Para quién hacéis cola?”. La chica no lo sabía (sí, sí, hay gente para todo, hasta para hacer cola sin saber para quién), pero le preguntó a su amiga y le dijo que para Katsura, así que nos pusimos detrás. Como aún quedaba un buen rato, decidimos turnarnos para poder ver un poco por el Salón con calma. Mientras paseaba por el Salón, a eso de las 13.35, me llamó Iván: ¡estaban dando los números! Corrí tanto como pude, dando algún que otro empujón, y llegué al cabo de poco. Pese a ello conseguí el número 88 (habían empezado con el número 45, aproximadamente, Iván tenía el 63 y el último número fue el 110, unas 65 personas). El número era bastante cutre (era como un ticket de la carnicería), pero valía su peso en oro. Sorprendidos porque habían adelantado la entrega de números, decidimos ir a comer.

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¡Que nadie se mueva, que se me ha caído la lentilla!


Cómo no, había cola en cualquier sitio donde pretendiéramos comer (la opción de comer fuera del recinto no era valida porque había que volver a hacer la larga cola para entrar). La primera opción fue el stand de comida japonesa, pero la cola se antojaba interminable, así que acabamos en el bar tomando un bocadillo y un trozo de pizza. Después de esto dimos una pequeña vuelta por el Salón. Que decir tiene que me decepcionó un poco. Muchas editoriales, mucho stand de muñequitos y tonterías varias pero pocos de tiendas (al menos para mi gusto, claro). Después de pasar por el mega-stand de Planeta DeAgostini Cómics (era el más grande) a ver si veía a algún conocido, volvimos a Glénat ya que dudábamos si firmarían por orden de número o, simplemente, firmarían a los que tuvieran número por orden de llegada.

Pese a que quedaba una hora para la firma, la cola tenía un tamaño considerable y, encima, gracias al mal hacer de los encargados del stand de Glénat, aquello era un caos. Había gente que tenía número mezclada con gente que no, lo cual comportaba un desconocimiento total sobre quién tendría derecho a firma y quién no. En la cola conocimos un simpático chico llamado Pablo, que tenía una web de Katsura, y que había venido expresamente de Madrid para esa firma. El problema era que no tenía número (no lo había conseguido porque lo habían dado a una hora diferente a la que dijeron tal y como he explicado). Mientras esperábamos, escuchamos de fondo a Hironobu Kageyama, cantante de anime del que sólo reconocí su Cha-la Head Cha-la (Llum, foc, destrucció/ Luz, fuego, destrucción) que, todo sea dicho, cantó de forma apasionada. Mientras hacíamos cola recibimos varias visitas de Raúl, Iratxe (que iba disfrazada de una graciosa Sra. Hudson, de la serie de dibujos de Sherlock Holmes) y Enrique quienes nos hicieron más amena la espera (¡gracias chicos! ¡Hay que repetir esa cena en el chino! ¡Ku-bak al poder!).

A pesar de que los rumores decían que repartirían más números, esto no fue así y Katsura sólo firmó a la gente que lo tenía (y sólo un ejemplar por persona, yo le conseguí firma a mi amigo Txema de Móstoles, pero no pude conseguírsela al pobre Pablo, que me dio pena y cogí su ejemplar de Zetman para que me lo firmaran). Eso sí, para conseguir la firma, por mucho número que llevaras, costaba más de un empujón y un codazo. Tengo entendido que hubo algún momento de tensión con tanto jaleo (alguna palabra más fuerte que otra…), pero, en cierta la manera, la gente se comportó correctamente. Increíblemente, pasamos media hora más tarde por allí y no había nadie… ¡El tío había firmado menos de 45 minutos! ¡En todo el día! ¡Ole sus huevos! Yo sería incapaz de dejar a decenas de personas tiradas sin firma, después de horas de espera y habiendo firmado tres cuartos de hora escasos, pero claro… yo no soy Katsura… Aquí tengo mis dudas ¿De quién es la culpa de que tanta gente se quedara sin firma? ¿De Katsura? ¿De Glénat? En mi modesta opinión del primero. Aunque la editorial quisiera protegerle, él debería haber visto la situación y haber estado más tiempo firmando y atendiendo a sus fans… Puede que sea uno de los mejores autores del manga actual, pero como persona me decepcionó muchísimo… (y es que después de ver a gente como Sal Buscema, Mark Millar, Mike Allred o Mark Bagley que hacían las delicias de los visitantes, pues no es lo mismo…).

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Katsura-san


Por lo demás el Salón no me llamó demasiado la atención, o al menos no tanto como otros años. Tal y como dije antes, mucha tienda tonta y poco stand que me ofrecía lo que quería: novedades (y no sólo de manga) y algo de material antiguo. El colmo eran los 2 stands de chucherías… El colmo de la anti-higiene, sin ningún tipo de protección con miles de frikis respirando y sudando encima… Porque esa es otra, ¿sabéis el calor que metía en el ||@€$!%! Salón? Insoportable, estuve todo el **** día sudando… Pero claro, aquello estaba abarrotado… Hablan de 58.000 asistentes entre los tres días, pero creo que entre disfraces, acreditados, invitaciones y demás, la cifra podría superar, holgadamente, las 65.000 personas. Esto ha llevado a la organización (en un gesto de cordura) a decidir cambiar de ubicación cara al 2007 y todo apunta, como es lógico, a la Fira de Barcelona (lugar donde ya se celebra el Saló Internacional del Cómic de Barcelona).

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¡A la rica chuche sudada!


Algo más tarde nos encontramos con unos amigos que iban disfrazados. Ellos eran Candy (que iba de la chica Robin), Cristina (Canario Negro), Damià (Nightwing, marcando paquete, como un campeón, jejeje), Teresa (Raven), Susana (de-cantante-de-un-grupo-de-música-japonés) y Marc (que iba sin disfrazar y tuvieron que dejarle cosas para entrar, porque ya no vendían entradas e ir disfrazado era la única manera de hacerlo). Pasadas las 17:00, hechos polvo ya, decidimos pasar del Cosplay (estábamos cansado y había demasiada gente), descansamos un poco y fuimos comer algo del stand japonés. Yo me comí una bola de carne que se llamaba Nikuman (cuyo anuncio estaba ilustrado con un dibujito de Musculman) e Iván optó por fideos (Ramen). Poco después nos llamaron nuestras amigas que, pese a haber venido, les resultaba imposible entrar, así que optamos por retirarnos.

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El lugar donde la palabra «ridículo» pierde su significado


En conjunto fue un Salón divertido, donde me lo pasé muy bien, pero que encontré excesivamente concurrido, llegando al extremo de agobiarme bastante. Por ello, encuentro excelente el cambio de ubicación, ya que era evidente, tal y como pasó con el Saló del Cómic en la Estación de Francia, el lugar se había quedado excesivamente pequeño. El hecho de que a las 2 de la tarde cerraran taquillas porque no cabía más gente (muchos se quedaron sin poder entrar), así lo evidencia. No puede quedarse nadie fuera en este tipo de eventos, hay mucha gente que los espera con ansia todo el año y no poder asistir por falta de planificación de la organización es tremendamente duro. Espero, de verdad, que tengan más previsión cara al año que viene.

Gracias a Chacal, Raúl e Iván por las fotografías que ilustran este post.

¡Qué leáis muchos cómics! ¡A ello! (Anda que no hacía tiempo que no decía esto, pero cuando Iñaki “llama a tu puerta” hay que contestarle 😉